Cuentan que el gran representante literario del culteranismo, Luis de Góngora, se cruzó un día con un buen hombre que vendía pescado y, en su particular estilo, le preguntó: "Esos prófugos escamados, salidos de los cóncavos cerúleos, ¿son marítimos o fluviales?". El pescadero no supo articular palabra, porque, aunque solo le preguntaba si esos peces eran de río o de mar, el pobre no entendió nada. Sirva la anécdota para profundizar en el nuevo derecho que compartimos, la transparencia.