Gobiernos corruptos: el mayor lastre de las economías
Como dijo Christine Lagarde, Directora del Fondo Monetario Internacional: "La corrupción socava la confianza en el Gobierno y erosiona los estándares éticos de los ciudadanos".
La corrupción es un tema tabú, pero que, con el auge de los medios de comunicación, la digitalización y la revolución tecnológica, se ha convertido en una temática de interés general para la ciudadanía mundial. El continuo destape de casos corrupción en diversos países se ha convertido en una de las armas más potentes en la lucha por el poder político.
Según los últimos informes del Secretariado de Transparencia Internacional, los casos de corrupción no dejan de crecer en el mundo. Tanto es su crecimiento que en su último informe, dos tercios de los países que integran el planeta presentan alto grado de opacidad en la gestión pública.
Aunque dicho de esta forma suene caótico, tenemos que tener en cuenta estos resultados, pues estamos ante un elevado nivel de corrupción en las administraciones públicas a nivel mundial, por lo que el crecimiento económico y el desarrollo económico de muchos países, especialmente latinoamericanos y africanos, así como algunos del este, podría verse mermado con el crecimiento de las acciones corruptas.
La corrupción supone uno de los mayores lastres para el crecimiento económico, así como un gran obstáculo para la atracción de actividad económica para el país. Los grandes capitales, las grandes compañías, todas ellas temen la introducción en países donde las administraciones públicas presentan altos niveles de corrupción.
Aunque, a priori, estas economías corruptas prometen algunos incentivos fiscales -y digo prometen por el hecho de que acaba siendo más caro- es una atracción totalmente falsa, pues las empresas acaban pagando elevadas tasas por la obtención de licencias y permisos, así como la agilización de los trámites burocráticos a través de sobornos en la administración pública.
En el largo plazo, esta corrupción acaba echando a las empresas, así como al capital fuera del país, pues estas se cansan de tener que pasar por el aro de gobiernos corruptos que sangran a las empresas a base de sobornos.
Por estas razón, en el largo plazo, esta corrupción puede ser uno de los detonantes de la destrucción de la economía para estos países con alto grado de opacidad en la gestión, pues como comento, sus gobiernos corruptos tienden a espantar a cualquier actividad económica que se desarrolle en el país.
Un grave problema si lo materializamos en el empleo, pues la fuga de capital y la fuga de empresas hace que el desempleo florezca por la ausencia de empresas en el país para emplear a la población. Algo que no tienen muy en cuenta algunos gobiernos, pues su propio afán de riqueza no le lleva a ver más allá del propio beneficio individual.
Mucho es lo que queda por luchar para frenar y destapar estos casos, pues existen grandes dictaduras corruptas con muros infranqueables que impiden la actuación de instituciones públicas y privadas que promueven la transparencia en la gestión pública. Sin embargo, no todo está perdido.
Como decía en el inicio del artículo, la corrupción es una temática de interés general, por lo que la lucha contra ella es tarea de todos los ciudadanos que integramos el mundo. La educación en ética y moralidad a la ciudadanía del futuro, los jóvenes que se forman en las escuelas, podría ser una solución a la desesperante lucha por reducir la corrupción en el mundo.
Tanto es el impacto que muchos países, como el caso de grandes dictaduras africanas, temen a la educación en todo aquello que vaya en contra de las acciones y prácticas que acometen sus gobiernos. Sin embargo, si hay algo que no pueden evitar es la educación en los hogares, una educación familiar que puede llevar a un cambio de pensamiento que rechace las prácticas corruptas en el mundo.
No debemos obviar que la ciudadanía es la fuerza de un país, por lo que una ciudadanía futura que perciba la corrupción como una acción negativa para el país, persiguiendo y castigando duramente este tipo de actos, podría desencadenar en una ciudadanía mucho más transparente y limpia ante la sociedad.
Los ciudadanos que hoy se forman en las aulas, también son los mismos que, tarde o temprano, acabarán ocupando puestos de responsabilidad en los gobiernos de sus países, por lo que esa educación puede llevarles a comportarse de un modo legal y transparente. Como decía Nelson Mandela: "La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo".