Un repaso cronológico a la paz y sus amenazas, de las escisiones del IRA al Brexit, del cambio de piel del Sinn Fein a los problemas de gobernabilidad.
Los disidentes del ya inactivo IRA obligan a elevar la seguridad, en una tierra que desea festejar la paz, pese al bloqueo político en sus instituciones.
La 'carta de los ocho' que patrocinó Aznar en apoyo de la aventura iraquí de George W. Bush y que reunió a un grupo de mandatarios europeos que se desgajaron del engranaje de la UE, además de ilegal con arreglo al derecho internacional, fue una puñalada trapera al proceso de unidad europeo y una grave irresponsabilidad.
El fenómeno Corbyn es la defunción del voto útil, pero también un grito de ira contra la injusticia, un fenómeno que prolifera en el mundo en distintas versiones y que no busca alternativas de poder, sino una expresión más de protesta. Se ha visto también con Le Pen en Francia o con Donald Trump en Estados Unidos.
Quizá una de las razones de que nos encontremos en esta posición sea que tardamos demasiado en elegir un nuevo líder tras la derrota de Gordon Brown en 2010 y permitimos así a los tories dirigir las decisiones económicas en el Parlamento sin refutar sus ataques sobre nuestra gestión con suficiente claridad y vigor, sin ofrecer argumentos ni propuestas para forjar una coalición del centro-izquierda del espectro político.
En 2007, cuando Blair cesó como primer ministro, declaró que una de sus ambiciones era contribuir a lograr una paz duradera entre israelíes y palestinos. No parece que su política proisraelí a lo largo de su mandato, su militante apoyo a la invasión de Iraq (mentiras incluidas) y su pleno sostén a la belicosa actividad de Bush le crearan simpatías entre los segundos.