Los haredim han estado exentos hasta ahora de prestar el servicio militar obligatorio para el resto de la población, pero su protección se acaba por orden judicial, en un momento en que la guerra de Gaza hace necesarios más efectivos.
De un modelo “masivo”, volcado en formar reclutas tras la Guerra Fría, a uno profesional, centrado en la tecnología y aprendiendo en 16 países con los mejores.
La misma disputa que desencadenó el adelanto de los últimos comicios impide al Likud formar Gobierno: la ley que obliga a los judíos ultraortodoxos a hacer la mili.
Tras un fallo del Supremo, los haredim también tendrán que hacer la mili, cuando hasta ahora se salvaban con la excusa de estudiar las escrituras. Y el cambio no les ha gustado nada.
No fue su surrealista inutilidad la que acabó con el servicio militar en España, ni el clamor popular, ni los meritorios esfuerzos de los objetores de conciencia. Con la mili acabó un señor muy de derechas, José María Aznar. Y no fue por algún extraño efecto secundario de la vigorexia que ya se le manifestaba, sino porque se lo pidió en un hotel de lujo otro señor, también de derechas, pero catalán: Jordi Pujol.
Seis estudiantes portugueses, pertenecientes todos ellos a la Universidad Lusófona de Lisboa, acaban de morir víctimas de una novatada en una playa cercana a Lisboa. Han fallecido por dejarse hacer una novatada, dentro de una organización que las defiende. Curiosa forma de morir.
Es una de esas personas que te hacen seguir creyendo en los seres humanos y que te hacen pensar que es posible amar a alguien que no te corresponde sin que el mundo se hunda bajo tus pies porque en definitiva gracias a personas como él la vida es algo que merece la pena.