Las leyes, por más importancia que tengan, no sirven de escudo impenetrable para frenar a las balas. El terrorífico asesinato de Orlando lo pone trágicamente en evidencia. Aunque la tragedia personal, tan cargada de emociones, ensombrece la frialdad del análisis racional, no podemos, sin embargo, o, mejor dicho, no debemos renunciar a este. Así, tras expresar nuestra más enérgica repulsa a este vil asesinato múltiple, tenemos que preguntarnos, en efecto, qué causas pueden llevar a una persona a perpetrar un acto de estas características.