Si un país quiere ganar un mundial, no puede pensar "vamos a juntar a los 11 mejores y ganarlo", sino "vamos a montar escuelas de fútbol base". Si quieres ganar un Oscar, no puedes centrarte en la ceremonia, sino en tu primera clase de interpretación. Todo triunfo está precedido por algo que es el verdadero artífice del éxito.
La queremos siempre a nuestro lado y a veces no sabemos cómo conseguirla. La motivación es la fuerza interior que predispone y arrastra hacia un objetivo. Es ese estado interno que te activa, guía y mantiene para que llegues a tus metas. Hace que persistas en ciertas acciones, es tu combustible.
Cuando te debates entre el placer inmediato y el beneficio a más largo plazo, y la elección de ambas opciones depende de ti, tiendes a declinar por lo inmediato. ¿Por qué? Porque cuesta mucho renunciar a esa cultura del bienestar, del bienestar engañoso, porque segundos después te estás arrepintiendo.
Trabajar en el fútbol de élite es como vivir constantemente en una montaña rusa. Cuando ganas, experimentas un estado de euforia en el que te crees increíble, las emociones positivas se disparan, ríes, haces bromas con los compañeros del equipo. Y a la semana siguiente, zas, pierdes, en el momento en el que pensabas que todo estaba bajo control.
A veces nos estancamos en un punto de vista y pensamos que no hay nada más allá. Atrévete, no tienes nada que perder por seguir intentándolo, busca alguna forma creativa y alternativa.