Berlín sabe cómo recordar la Historia; sabe honrar a las víctimas. Con grandes museos o memoriales, pero también punteando la ciudad con gestos conmovedores alejados de la grandilocuencia.
En 1989, la Stasi tenía alrededor de 189000 informadores no oficiales. Es decir, un informador por cada 90 habitantes. Algunos ciudadanos no eran conscientes de que habían sido traicionados por amigos, familiares y compañeros de trabajo, con algunos de los cuales seguían manteniendo relación.
Aquel 9 de noviembre, cuando llegó el mensaje de que el Muro se había abierto, yo estaba en la Cancillería de Bonn. Era imposible creérselo. Estaba contento, pero tenía miedo. Gracias a la valentía y al deseo de paz de los ciudadanos, los acontecimientos se desarrollaron de forma pacífica.