Mohammed bin Salman, criticado por su historial con los derechos humanos, incluida su participación en el asesinato de Jamal Khashoggi, imperturbable ante las acusaciones de sportwashing
La ejecución del periodista crítico con Riad en su consulado de Estambul hizo que el mundo diera la espalda al heredero Bin Salman. Duró un suspiro: los intereses diplomáticos y económicos se impusieron y no hay justicia, reparación ni memoria.
Pedir el derecho a conducir se paga con abusos sexuales, descargas eléctricas y latigazos. La muerte del periodista es la punta del iceberg de la represión a los disidentes.
A raíz de una denuncia de HRW, se le quiere investigar por el asesinado del periodista Khashoggi y por crímenes de guerra en Yemen aplicando la jurisdicción internacional.