La 'visión' de Mohamed bin Salman: usar el deporte para blanquear la imagen de Arabia Saudí
Organización de torneos, compra de equipos... Todo tiene el mismo nombre: blanqueo deportivo.
En los últimos meses, Arabia Saudí ha estado cada vez más presente en los titulares de los medios internacionales debido a los anuncios del país de reformas económicas y sociales a gran escala. Sin embargo, la situación de los derechos humanos en el país sigue siendo fundamentalmente contraria a la visión propuesta para 2030. Para contrarrestarlo, Arabia Saudí ha invertido mucho para mejorar su imagen pública en Occidente.
La realidad de los derechos humanos en el país es una realidad muy diferente a la Visión 2030, el plan del príncipe heredero Mohamed bin Salman para reducir la dependencia de Arabia Saudí del petróleo y así diversificar su economía y desarrollar sectores de servicios públicos como salud, educación, infraestructura, recreación y turismo. En esa visión se publicitan reformas como el levantamiento de la prohibición de conducir para las mujeres o que estas puedan solicitar un pasaporte sin que sea necesaria la aprobación de un familiar varón. Reformas que en realidad son el fruto de la lucha incansable de muchas activistas contra el sistema de tutela masculina, un sistema que lleva décadas restringiendo la vida de las mujeres en Arabia Saudí.
Con esta estrategia, Arabia Saudí espera comprar el silencio del mundo cuando se discute sobre su horrible historial de derechos humanos. Dentro de este contexto, y a pesar del alboroto internacional contra las autoridades saudíes tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, los líderes mundiales han reforzado sus relaciones con el príncipe heredero, haciéndolos más reacios a plantear cuestiones de derechos humanos. Una de las vías de esa estrategia son las operaciones de blanqueo deportivo. La Visión 2030 establece, dentro del apartado dedicado a la “calidad de vida”, que Arabia Saudí debe hacer un esfuerzo por crear y organizar eventos deportivos de clase mundial para, entre otros, fortalecer la reputación del reino a nivel internacional.
Y la Visión 2030 del príncipe se ha puesto en marcha: la disputa de las dos últimas ediciones de la Supercopa de Italia de fútbol; la organización de la llamada Batalla de las Dunas, entre los pesos pesados Andy Ruiz y Anthony Joshua, aspirantes a dominar el boxeo mundial; la presencia de los mejores pilotos del Rally Dakar recorriendo el país en un precioso reportaje publicitario de los impresionantes escenarios naturales del país o la reciente celebración de la Supercopa de fútbol española son solo varios ejemplos de ese blanqueo deportivo que Arabia Saudí usa para ocultar que este mismo país lleva casi cinco años dirigiendo una coalición militar en Yemen con un sangriento historial de ataques indiscriminados contra viviendas y hospitales; para ocultar que es uno de los grandes verdugos mundiales, donde más ejecuciones se llevan a cabo cada año (más de 150 en 2019); para ocultar una campaña de represión generalizada de los derechos humanos, con un gran número de activistas en prisión, como Loujain al Hathloul y otras valientes defensoras de los derechos de las mujeres. El caso de Loujain al Hathloul es un claro ejemplo de esta ambigüedad en Arabia Saudí. Mientras se celebraba la Supercopa de fútbol española, en enero, Loujain cumplía 600 días detenida. Mientras las mujeres podían acceder en condiciones de igualdad al estadio, Loujain permanecía en prisión, aislada y sin permitirle contacto con el exterior.
Otra vía para lograr ese reconocimiento internacional es la posibilidad de comprar clubes deportivos; en este caso, equipos de fútbol, siguiendo la estrategia de otros países, como Qatar o Emiratos Árabes Unidos. En esta ocasión, se está discutiendo la posibilidad de que un fondo soberano de Arabia Saudí pueda comprar el Newcastle United, un equipo hitórico de la liga inglesa. Dada la ingente inversión en deporte que hemos visto recientemente por parte de Arabia Saudí, la adquisición del Newcastle United sería una maniobra más de relaciones públicas para desviar la atención del pésimo historial del país en materia de derechos humanos. No nos corresponde a nosotros decir quién debería tener la propiedad del Newcastle United, pero si está en nuestra mano hacer llegar toda la información a la familia del Newcastle, ayudarles a familiarizarse con la grave situación de los derechos humanos en Arabia Saudí y estar en disposición para hablar de ello. Directivos, jugadores, y sobre todo, la afición de las urracas deben verlo como lo que es: blanqueo deportivo, simple y llanamente.