"Nada de boicots, nada de ofensas...". El exministro socialista Josep Borrel se ha pronunciado en el escenario situado ante la estació de França de Barcelona. En su discurso ha mostrado su preocupación por la tensión vivida en los últimos días en Barcelona y ha lanzado un mensaje donde han tenido cabida los reproches al govern y a los bancos y empresas que no advirtieron que se irían de Cataluña, pero en el que también ha habido espacio para el tono conciliador en un llamamiento a la serenidad y a la razón.
"Antes de amarnos, aprende a respetarnos". El empoderamiento de las mujeres ya está aquí y estas son algunas de las consignas que lo han acompañado en las manifestaciones de Madrid.
En este país sin sindicatos, nos coordinamos de forma espontánea a través de las redes sociales y nos encontramos en las plazas fuertes de la República para protestar. Las manifestaciones están impregnadas de pacifismo y de alegría, cantamos, compartimos la cerveza o la Palinca con el vecino y, sobre todo, nos alegra ver que el pueblo lucha por su integridad.
Desde la crisis desatada en 2008, el mundo desarrollado, ha cambiado. Entonces se rompió en mil pedazos el "tinglado de la antigua farsa" que consistía en pagar escasamente a los asalariados, pero prestarles dinero para que gastasen, satisfacer sus deseos y asegurar la producción y el crecimiento económico. Y sobre todo garantizar el enriquecimiento de una minoría.
No hay plan más sensato en tiempo de tribulación que salir a manifestarnos y leer a Grace Paley. Tanto ella como su obra son la mejor encarnación de una América del norte eminentemente cosmopolita y culta, compuesta por gentes de todo el mundo. Son un fragmento de esta línea roja, obrera, feminista, antisegregacionista, pacifista, activista que recorre también de arriba abajo los EEUU.