el futuro del PSOE
Susana Díaz se anota otro tanto en el marcador del PSOE
La "oligarquía" gana; el PSOE, aún no sabemos. Dependerá de si Sánchez es capaz de quitarse el tutelaje del "susanismo"; de si toma decisiones propias; de si es capaz de coser heridas; de si logra la ansiada integración; de si evita que el PSOE se convierta en un partido al servicio de la todopoderosa federación andaluza o de si resulta ser más general o más secretario.
El "pinchazo" de Sánchez tensiona la recta final de campaña
Gana el PSOE, sí, por aquello del contraste de ideas, la apertura y la democracia interna. Pero el exagerado lenguaje corporal de Pedro Sánchez y su impostura chirrió entre propios y extraños y preocupó sobremanera a la "oligarquía" socialista que arropa su candidatura. Pero los "sanchistas" siguen seguros de la victoria.
La sombra de la gestora persigue al PSOE
Miedo a una baja participación, miedo a que la militancia contradiga las consignas de los "aparatos", miedo a ceder el paso, miedo a la apertura, miedo a que la corriente Izquierda Socialista se consolide, miedo a un cambio radical en las formas de un viejo partido. Si el vencedor el viernes no supera el 45% de los votos, su legitimidad será cuestionada.
El discurso que Rubalcaba nunca leyó
Quien ahora es un hombre de Estado de demostrada inteligencia al que el PSOE y España echarán en falta más pronto que tarde, no hace tanto era un cómplice de ETA, un radical sin escrúpulos, un Maquiavelo al que sólo interesaba perpetuarse en el poder. Ya en Toledo, en 2012 dijo ante un grupo de militantes: "No sé por qué los jóvenes del PSOE no me quieren. Soy un chollo. Vengo a comerme un marrón y luego me iré".
Todos contra Madina
El susanismo se vuelca con Pedro Sánchez, que suma ya el apoyo del zapaterismo, el chaconismo y el blanquismo. Con Sánchez en la secretaría general, Susana Díaz dejaría una puerta abierta para presentarse a las primarias del PSOE que elegirán candidato a la Presidencia del Gobierno en 2015. Los apoyos orgánicos y mediáticos parecen claros. La balanza, en favor del madrileño; las balas de los fusiles, en dirección al vasco, pero la fuerza del voto la tienen, en esta ocasión, sólo los militantes.