El "pinchazo" de Sánchez tensiona la recta final de campaña
Gana el PSOE, sí, por aquello del contraste de ideas, la apertura y la democracia interna. Pero el exagerado lenguaje corporal de Pedro Sánchez y su impostura chirrió entre propios y extraños y preocupó sobremanera a la "oligarquía" socialista que arropa su candidatura. Pero los "sanchistas" siguen seguros de la victoria.
Gana el PSOE, sí, por aquello del contraste de ideas, la apertura y la democracia interna. Pero, ¿quién de los tres aspirantes al liderazgo por el PSOE se impuso ayer con claridad en el sucedáneo de debate celebrado en la calle Ferraz? Desde luego no fue el que parte como favorito en esta carrera. Pedro Sánchez resultó ser como es: una cara bien parecida de sonrisa cautivadora, maneras de galán de telenovela y escasa profundidad en el discurso. No se sabe si lo que más gusta a la derecha que le promociona y que le ha bautizado como "Mister PSOE 2014" son sus exquisitos modos o sus escasas dotes argumentales. El caso es que su exagerado lenguaje corporal y su impostura chirrió entre propios y extraños y preocupó sobremanera a la "oligarquía" socialista que arropa su candidatura.
¡Atentos!, porque el "pinchazo" del madrileño, que dijo haber conocido al PSOE en las últimas semanas, se sumó a rebufo y de forma confusa ("propondré a los órganos del partido") a la convocatoria de primarias en noviembre e hizo con desparpajo del voto del militante un éxito colectivo, tensionará, según auguran algunos socialistas, la recta final de esta campaña.
Es lo que tiene el marketing en política, que vale para debates y mítines, pero no tanto para convencer ante un Comité Federal, una Ejecutiva o a la exigente militancia del PSOE. Así que visto lo visto, los "aparatos" que se volcaron en la recogida de sus más de 40.000 avales, especialmente el de la todopoderosa federación andaluza, tendrán que dejarse la piel hasta el domingo para convencer de los motivos por los que votar a un Sánchez de apoyos transferidos y escaso volumen político.
"Ha mostrado sus dotes de gran comunicador", esgrimían tras el debate desde su equipo de campaña, donde rechazan que el formato experimentado vaya a repercutir en el devenir del resultado final. Otra cosa, admiten, es que el debate se hubiera retransmitido en directo en "prime time" por alguna cadena nacional, donde ahí sí se puede ganar o perder una campaña. No habrá, por tanto, a juicio de los "sanchistas", un antes y un después tras el día de ayer. Siguen tan seguros de la victoria como de que los afiliados no verán más que un par de "píldoras" de tres minutos en televisión de las casi dos horas que se prolongó el contraste entre candidatos que no les hará cambiar su voto. Tres minutos en los que aparecerá un Sánchez de camisa impoluta y forzada mandíbula frente a un Eduardo Madina, de "índice acusador" y cuyas gotas de sudor recordaron a las que la leyenda cuenta que hicieron perder las elecciones a Nixon frente a Kennedy. Claro que aquel legendario cara a cara atrajo a 70 millones de espectadores.
El vizcaíno se mostró más seguro, enfático y resuelto que su oponente. Y, a diferencia de Sánchez, que se presentó como un recién llegado a la política, Madina llevó a gala su dilatada militancia, puso en valor su ADN de socialista vasco y cuestionó la paternidad colectiva de "un militante un voto": "He puesto mi cara para que vosotros votarais". Hay pocos, pero los hubo, que percibieran que las diferencias entre Sánchez y Madina van más allá de la concepción del PSOE o el modelo de país que defiende cada uno. Entre los del vasco, aún creen que "hay partido" y que ayer los afiliados pudieron ver al auténtico Madina, además de la "claridad y profundidad" de su modelo de país y de partido.
Pero para gustos los colores. Porque también hubo quien dio por ganador al tercero en discordia, que él se presentó como el primero por haber presentado su candidatura antes que nadie. Sin ataduras orgánicas ni políticas y, seguro que consciente de sus limitadas posibilidades de victoria, José Antonio Pérez Tapias fue de los tres el que más se despegó de la ortodoxia del PSOE tanto en lo orgánico (defendió la "separación de poderes entre dirección y candidatura") como en su concepción de España (apostó por la consulta en Cataluña). Fue el único que, sin abandonar el tono pedagógico de rector de universidad, no hizo guiños a la federación andaluza ni se anduvo con paños calientes al censurar el papel del PSOE en la crisis de Bankia. De haber medido 1,90, pesado 80 kilos y tener 40 años, Sánchez y Madina lo hubieran tenido más difícil en esta carrera. Si hubo a alguien a quien alegró el papel que jugó Tapias en el debate, fue a los "sanchistas", ya que todo lo que sume el granadino resta para el vasco.
P.D. Una muestra de que a Sánchez no le fue bien el debate es que los suyos se quejaron de la puesta en escena y el orden de intervenciones: que si la posición central de Madina le benefició; que si por qué Sánchez hablaba el primero; que si todo el mundo sabe que en el Parlamento cierra y no abre el grupo mayoritario ... "Es como si la primacía en número de avales la hubiéramos utilizado en nuestra contra durante las negociaciones en que se acordó el formato, el orden y los tiempos".