La sombra de la gestora persigue al PSOE
Miedo a una baja participación, miedo a que la militancia contradiga las consignas de los "aparatos", miedo a ceder el paso, miedo a la apertura, miedo a que la corriente Izquierda Socialista se consolide, miedo a un cambio radical en las formas de un viejo partido. Si el vencedor el viernes no supera el 45% de los votos, su legitimidad será cuestionada.
Miedo a una baja participación, miedo a que la militancia contradiga las consignas de los "aparatos", miedo a ceder el paso, miedo a la apertura, miedo a que la corriente Izquierda Socialista se consolide, miedo a un cambio radical en las formas de un viejo partido...
A menos de una semana de la consulta que elegirá al próximo secretario general del PSOE, la sensación de alerta y angustia por la presencia de un peligro real o imaginario se ha instalado entre los dirigentes del partido. Y, como dijo el poeta mexicano Octavio Paz, cuya obra se recuerda estos días en El Escorial con motivo de su centenario, no hay nada más peligroso que "las masas humanas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo... del miedo al cambio". Pero, claro, igual es que hay que ser Nobel de Literatura, Premio Cervantes, Honoris Causa por varias universidades americanas y recibir el Príncipe de Asturias para que uno sea "consecuente con sus ideas, valeroso y muy respetuoso con los que no pensaban como él", que son las virtudes que otro grande de la Literatura como Vargas Llosa ha destacado esta semana del mexicano.
Ninguno de esos galardones adorna, de momento, las vitrinas de quienes ostentan hoy el poder orgánico de un partido a la deriva que se llena la boca de apertura y democracia interna y, en realidad, teme más que a un tsunami el escenario que pueda dibujarse a partir del próximo día 13. Si gana, como todo el mundo proclama ya, el madrileño Pedro Sánchez, hay pavor a que no se celebren nunca las primarias para elegir candidato a la Presidencia del Gobierno - entre otros motivos porque su principal valedora nunca creyó en ellas-; a que gane terreno la posibilidad que anhelan algunos integrantes del Viejo Testamento de una gran coalición con el PP después de las próximas generales; a que sea la todopoderosa federación andaluza quien tutele a la nueva dirección; a que el PSOE vire a la derecha; a que el -en principio- más moldeable de cuantos aspirantes compiten en esta carrera se rebele y haga valer su autoridad una vez elegido...
Si ganara el vasco Eduardo Madina -un escenario que pocos vislumbran tras el órdago que apartó de la pista a Susana Díaz-, el temor se torna en pánico al conflicto, a la división interna, a la apertura de un nuevo pero incierto tiempo... Y, sobre todo, a la confrontación con el Sur, que ha puesto todo el poder orgánico al servicio no ya de la victoria de Sánchez, sino de la derrota del candidato vizcaíno.
Y no crean que la turbación aparece sólo con los nombres de Sánchez o Madina. La opción José Antonio Pérez Tapias produce también recelo, no tanto por las posibilidades de victoria, sino por cómo pueda afectar al equilibrio y el reparto de fuerzas en los territorios. Dicho de otro modo: que la militancia otorgue a IS un lugar privilegiado y no el sitio de prestado que los "aparatos" le conceden con cierta displicencia desde hace años en las candidaturas, los congresos o los órganos de dirección.
La tercera candidatura en liza se ha visto desbordada por los apoyos y contempla impasible los intentos de flirteo desde las otras opciones. Si los equipos del vasco ha intentado sin éxito el acercamiento para sumar fuerzas, en los últimos días circula por los mentideros del PSOE que la del madrileño ya ha comprometido dos puestos en la próxima Ejecutiva para Izquierda Socialista y que Andalucía ha dado la venia para que Tapias vuelva a ser diputado por Granada en las próximas generales. "Una vez dado el paso, llegaremos hasta el final", asegura el coordinador de Pérez Tapias, el histórico dirigente de Izquierda Socialista Juan Antonio Barrio de Penagos. Si beneficia o perjudica los apoyos de los otros dos candidatos no es asunto que preocupe a los de Tapias, que pondrá en valor, sin duda, su porcentaje para que la corriente que lidera tenga espacio fijo desde el que condicionar por la izquierda al PSOE y empezar a ser una amenaza creíble para la derecha.
La aprensión asoma ante cualquier escenario, pero si hay uno que envenena los sueños de unos y produce cierto regusto en otros es el de una baja participación con una victoria del ganador que no pase del 45 por ciento de los votos. Es el sueño de quienes pretenden devaluar el proceso, cuestionar la legitimidad del vencedor y explorar todo tipo de posibilidades, incluida la de una gestora que tutele los designios del partido hasta encontrar una opción sólida con la que enfrentarse a la derecha. Otra vez la sombra de la gestora, la misma que se posó sobre la cabeza de Rubalcaba la noche del 25-M y se barajó entre algunos barones ante las dudas de Madina, persigue de nuevo al PSOE. "Si el resultado acaba en un 40-30-30, el abanico de posibilidades es infinito", admite un destacado dirigente que reconoce que ha habido conversaciones a este respecto en algunas federaciones y también entre algunos ex dirigentes, empeñados en tutelar el proceso de cambio.
Y todo ello en medio de los preparativos de la "gran cita" de hoy en Ferraz. Un formato que llaman debate y que no es tal, al que los tres candidatos acuden con más resignación que entusiasmo. La expectación puede acabar en decepción. 99 invitados (33 militantes por candidatura) que harán las preguntas; una moderadora que controlará los tiempos de respuesta y 150 periodistas acreditados, de convidados de piedra.
Recuerden sólo un dato: para que Barack Obama arrebatara a Hillary Clinton la candidatura demócrata en 2008 hicieron falta 21 debates televisados y cinco meses de encarnizada campaña. En uno de ellos, el celebrado en Carolina del Sur que fue retransmitido por la CNN, el que luego sería el primer presidente afroamericano de los EE.UU. fue acusado por su adversaria de ser sólo una cara bonita, y Obama le devolvió el golpe tachándola de mera prolongación de su marido. El cara a cara fue tan intenso que más que en una discusión política acabó en pelea personal. En lo que hoy acabe este experimento del PSOE está por ver, pero tiene pinta de que no ocupara lugar destacado en la historia de los debates televisivos. Para esto también hay miedo.