Si Cameron terminara aceptando lo que propone Tusk y lo llevara a referéndum, el resto de los europeos deberíamos reclamar la legítima oportunidad de rechazarlo en las urnas para defender en derecho lo que hemos construido tras décadas de esfuerzo y éxito y ahora se quiere comenzar a desmantelar por la puerta de atrás.
Hoy, cuando ya conocemos la carta de Cameron a todos los mandatarios de la Unión y hemos visto concretadas sus demandas de cambios en cuatro grandes áreas de la arquitectura europea, empiezo a pensar que una delicada e importantísima negociación se abre paso inexorablemente. Por mal que nos parezcan algunas cosas que quieran los ingleses.
La industria europea del café genera decenas de miles de millones de euros de valor añadido, impuestos y beneficios para los países de la UE, mientras que en América Latina decenas de millones de personas viven en la pobreza o en la pobreza extrema en las regiones productoras de café. El contraste no es nada menos que neocolonialismo.
Si políticos y consumidores europeos quieren erradicar la pobreza, cada vez que se beban una taza de café deberían enviar 0,10 € (que podrían permitirse) como compensación a la gente que vive en las regiones cafetaleras. No se trata de ayuda o caridad, sino de un acto de justicia.
Una UE diplomáticamente activa y capaz sería la mejor noticia planetaria: no solo la mejor diferencia respecto del desabrido balance de las Comisiones Barroso (2004-2014) sino una contribución crucial de relanzamiento de un ideal europeo.