Desde hace casi tres años, los chinos tenían que ser recluidos en hospitales y centros de aislamiento, lo que había generado una angustia que había tomado hasta las calles.
"Nos tienen controlados en todo el momento. Te tienes que hacer el test todos los días. Me han confinado tres veces en cuatro meses", afirma Lucía, una empresaria.
La política asfixiante de encierro ha hecho estallar a los chinos, que ya no sólo piden medidas menos draconianas sino la "dimisión" de su líder. Insólito desde Tiananmen.
Fuegos artificiales, champán, visitas a la familia y tráfico, señales de que la vida regresa tras dos meses de encierro. La cicatriz de la salud mental está también presente.
El primer ministro de Reino Unido tiene que abordar hoy en el Parlamento su crisis de credibilidad. Su integridad tras la suma de juergas en mitad del encierro está en duda.