Muchas veces, la ansiedad social reside en el miedo que tenemos a "ser descubiertos". Tenemos miedo de que alguien descubra que no somos tan listos, tan experimentados o tan populares como fingimos ser. Las personas auténticas no tienen este miedo.
Lo que queremos no solamente está condicionado por la información, sino que además está fuertemente condicionado por nuestras creencias. En ese caso, ¿cómo saber entonces lo que realmente queremos? ¿Cómo saber que lo que elegimos es lo que queremos de verdad? ¿Cómo estar seguros de ello? Les propongo una opción que no es más que una aplicación de la teoría de la relatividad de Einstein al mundo del comportamiento humano y la racionalidad.
Debido a una ancestral cuestión de ahorro de energía, el cerebro crea patrones para que no tengamos que estar tomando decisiones constantemente. La primera consecuencia que extraemos de ese hecho es bastante simple: es muy difícil cambiar. Pero también nos estamos perdiendo cientos, miles de otras formas de actuar que, conservando nuestra esencia, podríamos utilizar para conducirnos por la vida.
¿Sabías que las estaciones modifican la expresión de nuestros genes (ADN)? Yo tampoco lo sabía, y es un nuevo ejemplo de epigenética, en donde los factores ambientales influyen en la actividad de nuestros genes. Parece una película de ciencia ficción, pero es así.
No estoy diciendo que el consumo de videojuegos agresivos influya 100% en este comportamiento negativo a largo plazo, pero sería un factor más que contribuiría a que los niños crezcan acostumbrados a un mayor nivel de adrenalina, agresión y violencia.
En la comunidad científica es muy importante que haya una serie de individuos que se aventuran fuera de los marcos teóricos y conceptuales establecidos y exploren nuevas ideas, aunque puedan parecer descabelladas.