Hormigas contra la crisis

Hormigas contra la crisis

En la comunidad científica es muy importante que haya una serie de individuos que se aventuran fuera de los marcos teóricos y conceptuales establecidos y exploren nuevas ideas, aunque puedan parecer descabelladas.

Las hormigas han estado particularmente activas esta primavera en Mallorca. Las ordenadas filas de hormigas se llevan cada migaja de pan que cae en el suelo, para hacer acopio de reservas, cosa que es más habitual observar a finales del verano.

Quizás las altas temperaturas de las últimas semanas hayan disparado ese comportamiento. Se ve que no tienen perspectivas de que vaya a ser éste un buen verano para ellas... o quizás se hayan contagiado del pesimismo nacional. Seguro que las hormigas, como la mayoría de nosotros no tienen ninguna responsabilidad en esta situación, que, si acaso, habría que achacarlo a las cigarras.

La ordenada procesión de las hormigas se mantiene gracias a la secreción de feromonas que impulsa a sus compañeras a seguir su rastro hasta el alimento localizado.

Pero si todas las hormigas hicieran esto mismo, se verían abocadas a seguir el rastro de otras incluso cuando se hubiese acabado la comida, con lo que gastarían energía inútilmente. Aún más importante, si solo siguen rastros, ¿cómo son capaces de encontrar nuevas fuentes de alimento?

La clave a esta pregunta se encuentra en el hecho de que un porcentaje de las hormigas presenta un comportamiento, posiblemente con base genética, distinto, y careciendo de la capacidad olfatoria o el impulso necesario para seguir rastros, vagan más o menos al azar, con lo que consiguen dar con nuevas fuentes de alimento. Al regresar al hormiguero con su recompensa otras hormigas siguen su rastro.

En un hormiguero dado el porcentaje de hormigas que presentan este comportamiento, que se conocen como hormigas pioneras, se ha de mantener en unos márgenes muy estrechos. Si estas hormigas fuesen muy pocas, el hormiguero -la sociedad-, no encontraría suficientes fuentes nuevas de recursos y acabaría desapareciendo. Si, por el contrario, fuese demasiado elevado, habría demasiadas hormigas vagando al azar, la mayoría de las veces sin recompensa, y demasiadas pocas trabajando en las sendas de recompensas ya encontradas, lo que afectaría a la capacidad del hormiguero para acumula reservas. Este problema ha sido estudiado con sofisticados modelos matemáticos que muestran que el número óptimo está en 1 hormiga pionera por cada 9 seguidoras (Watmough and Edesltein-Keshet, 1995, J. Mathematical Biology 33:459-476), además de haberse utilizado para generar modelos para planificar el desplazamiento de robots (Zi Cong, 2009, Advanced Intelligent Mechatronics, 2009: 851 - 856).

 

Ejemplar de Camponotus pennsylvanicus./ Sancho McCann

Igualmente, en la comunidad científica es muy importante que haya una serie de individuos que se aventuran fuera de los marcos teóricos y conceptuales establecidos y exploren nuevas ideas, aunque puedan parecer descabelladas. Esta es la única forma de progresar en ciencia cuando los paradigmas establecidos, útiles durante un cierto tiempo, se demuestran incorrectos o insuficientes. Si el número de científicos que se dedica a explorar conceptos más allá de los límites de los paradigmas establecidos fuese demasiado pequeño nunca se progresaría hacia marcos teóricos innovadores; si fuesen demasiados, entonces el trabajo paciente y metódico necesario para consolidar los marcos teóricos nunca se llegaría a hacer, con lo que las teorías serían débiles.

En la mayor parte de mi trabajo en ciencia me he comportado como una hormiga pionera; por un lado me parece más interesante y divertido explorar más allá de las fronteras de los paradigmas establecidos; por otro lado la búsqueda en ese territorio ofrece pocas garantías de éxito, así que hay estar preparado para reconocer los fracasos y cambiar de rumbo.

Este aspecto del comportamiento social de las hormigas se aplica a cualquier ámbito de nuestra sociedad incluyendo, entre otros, la ciencia, el arte, las tecnologías, o los negocios, aunque en nuestra sociedad no hablamos de humanos pioneros, sino de innovadores, artistas, creadores y emprendedores. Ese porcentaje de pioneros, quizás pequeño, pero absolutamente fundamental para el progreso social, se debe promover a través de políticas educativa que inviten a la crítica, la creatividad y la innovación, y con políticas activas como becas, ayudas e incentivos fiscales, porque es precisamente de la existencia del número necesario de personas creativas o innovadoras del que depende el progreso social.

La observación de las hormigas y otros insectos sociales puede parecer fútil, pero además de fascinante nos puede llevar a conclusiones relevantes.

Cabe pensar que la inusual actividad de las hormigas en Mallorca es una señal, una pista de las claves necesarias para salir de la crisis: la combinación de cooperación y creatividad innovadora. Pongámonos a ello.