Entras por la puerta y te dan un vinito y una puntita de embutido marino (salchichón, caña de lomo, butifarra, lo que quieras) que los pruebas y te convences de que igual voladores no existen, pero que cerdos marinos hay fijo. Y que se alimentarán con ricas bellotitas de algún alga-encina de las profundidades.