El Papa cansado
Benedicto XVI ha sido un Papa a tiempo parcial. Según el vaticanista Marco Politi, bajo su pontificado se han agravado las tres crisis más graves que afectan a la Iglesia católica: la pérdida de peso internacional, la parálisis ecuménica, y la falta de vocaciones sacerdotales, así como la pérdida de monjas, la "infantería" de la iglesia.
Un análisis de urgencia de las razones de la renuncia de Benedicto XVI me lleva a Marco Politi, el veterano periodista y vaticanista, co-autor junto a Carl Bernstein del best sellerSu Santidad, cuyo libro más reciente es Joseph Ratzinger: Crisis de un papado. La tesis de su libro se concentra en un titular demoledor: Benedicto es un Papa a tiempo parcial... que ahora, definitivamente, tira la toalla.
¿Por qué estaba en crisis su papado? Según Politi le contó a John Allen, del National Catholic Reporter, Ratzinger es un líder frágil, incómodo con el arte del gobierno, dubitativo a la hora la afrontar los problemas internos de la Iglesia, más interesado en la teología que a la geopolítica. Y ello ha llevado a un vacío de Gobierno de la Iglesia católica, que en estos siete años ha perdido la relevancia global que consiguió Juan Pablo II.
En una entrevista con La Vanguardia de hace un año, Marco Politi señalaba otros dos aspectos críticos en la Iglesia católica actual: las relaciones ecuménicas -que están congeladas- y la crisis de vocaciones sacerdotales en el primer mundo, que sin embargo está sobrerrepresentado en el colegio cardenalicio, que ahora debe reunirse de nuevo para elegir al sucesor de Benedicto XVI. En estos momentos, dos tercios de la población católica viven en el hemisferio sur, mientras que dos tercios de los sacerdotes son del hemisferio norte. Politi le cuenta a Eusebio Val otro dato preocupante: el desplome de la presencia de mujeres en las congregaciones femeninas: entre 2004 y 2009 se perdieron 40.000 monjas, lo que significa a su juicio "debilitar la infantería de la iglesia".
Pese a la sorpresa que incluso en el propio Vaticano ha provocado la noticia de la renuncia del Papa, no se puede acusar a Joseph Ratzinger de no ser coherente con sus principios, y de no explicar sus razones abiertamente. En Luz del Mundo (2010), el libro-entrevista con el periodista Peter Seewald, negó que hubiera pensado en dimitir en pleno escándalo por los casos de pederastia desvelados durante su pontificado. "Cuando el peligro es grande no es el momento de renunciar", afirmó. Pero, "si el Papa llega a reconocer con claridad que física, psíquica y mentalmente no puede ya con el encargo, tiene entonces el derecho -y en ciertas circunstancias- también el deber de renunciar".
Física y mentalmente, Ratzinger no podía ya con el papado. Le fallaban las fuerzas. Quizá nunca acabó de verse en este rol, que necesita un temperamento y una vocación de liderazgo poco compatible con el carácter intelectual, estudioso y reflexivo de Benedicto XVI.