Quizás reciba mala atención al cliente porque es usted un mal cliente
Lo pillo. "Usted es el cliente y por lo tanto usted siempre tiene la razón". Trabajan aquí para inclinarse ante usted "porque ese es su trabajo". Bueno, tiene parte de razón en esto. Sí, usted es un cliente, y sí, ellos trabajan aquí. Pero en realidad su trabajo no consiste en tratar con psicópatas.
Podría haberle hecho una foto y publicarla aquí para avergonzarle públicamente, pero no lo he hecho. Es porque intento no ser vengativo, señora. Simplemente me gustaría responder a la pregunta que planteó. Esto puede ser lo que los políticos llaman "una oportunidad de aprendizaje" para usted y para la gente como usted.
Estaba en la cola de un establecimiento de comida rápida el otro día. Usted probablemente no me vio -doy por hecho que no vio a nadie, por la forma en la que se hizo paso a empujones hacia el inicio de la fila. Estuve a punto de darle un toque en el hombro y explicarle educadamente cómo funcionan las colas en una sociedad civilizada, pero se notaba que estaba inmersa en un momento agónico de furia desmesurada. Pensé que debía tratarse de una emergencia. Dios mío, si prácticamente le salía espuma por la boca. Pensé que quizás algún empleado había matado a su perro, o le había acusado de un crimen que usted no había cometido, o había hecho pis en su desayuno por la mañana. Claramente había pasado algo importante.
Entonces, gritó de repente: "¡SIN ketchup! ¡He pedido SIN ketchup!"
Vale, así que quizás no se trataba de una situación extrema. Era una cuestión de salsas. No exactamente de vida o muerte, pero casi, supongo. La chica de la caja parecía confundida. No la culpo, una señora furiosa llegó disparada desde la puerta gritando algo sobre el ketchup. Pidió alguna aclaración, lo cual era razonable, pero usted al parecer no lo veía así.
"¿Qué os pasa? ¡He estado sentada diez minutos en la zona de pedidos desde el coche y ahora he tenido que entrar porque no entendéis una jodida palabra de inglés! He pedido esta hamburguesa SIN ketchup, pero por supuesto, me la dais con toneladas de ketchup. Increíble. ¡Esto pasa todas las putas veces!"
Espera ¿es increíble pero pasa todas las veces? Ummm. ¿Y sus requisitos para el ketchup son como vemos muy importantes pero aún así va continuamente al establecimiento de esta ciudad que al parecer tiene una obsesión con el ketchup? Hay otros seis sitios de comida rápida en un radio de tres kilómetros, pero aquí está en el único sitio que mete la pata con su pedido "todas las putas veces". Interesante. El razonamiento lógico no es precisamente su fuerte, ¿no?
La probe chica del mostrador, que lo más seguro es que no tuviese nada que ver en el fiasco del ketchup, le ofreció una nueva hamburguesa, sencilla y seca, justo como a usted le gusta. Pero eso no era suficiente, ¿verdad? El incumplimiento de la obligación de cumplir su petición merecía un castigo.
"No, no quiero una nueva hamburguesa. Dame tu nombre y el número de la empresa. Estoy harta de esta mierda. ¡Devuélveme mi dinero y dame el número de la oficina de la empresa! ¡¿Por qué coño es tan difícil conseguir un buen servicio al cliente?!"
Y la conversación siguió a partir de ahí. Usted por supuesto se comportó como una señora con cultura y dignidad, mientras que la empleada y su jefe intentaban encontrar una solución a su Trágica Calamidad con el Ketchup. La cosa terminó con usted prometiendo que harían que los despidiesen a todos mientras se iba hecha una furia. Después por fin me tocó el turno. Pedí una hamburguesa. Con extra de ketchup.
Si le escribo esta contestación es porque probablemente usted grite improperios a trabajadores de atención al cliente explotados cada vez que va a hacer un recado o comprar algo de comer, así que igual no se acuerda de los detalles de este incidente en concreto. Y esto nos trae la posible respuesta a la pregunta que formuló durante la bronca del ketchup. Usted preguntó: "¡¿Por qué coño es tan difícil conseguir un buen servicio al cliente?!" Pues bien, señora, quizás tenga que ver con que usted es una persona vulgar, miserable y mezquina. Quizás recibe mala atención al cliente porque es una mala clienta. ¿Ha pensado alguna vez en esta posibilidad?
Lo pillo. "Usted es el cliente y por lo tanto usted siempre tiene la razón". Trabajan aquí para inclinarse ante usted "porque ese es su trabajo". Bueno, tiene parte de razón en esto. Sí, usted es un cliente, y sí, ellos trabajan aquí. Pero en realidad su trabajo no consiste en tratar con psicópatas. No son negociadores de secuestros, son empleados de restaurantes de comida rápida. E incluso aunque estas empresas defiendan la chorrada de "el cliente siempre tiene la razón" porque han decidido que es buen negocio aplacar a imbéciles, en la vida real, fuera del mundo de sillas de plástico y fuentes de refrescos, los adultos que exhiben berrinches en público nunca tienen razón sobre nada.
Estoy convencido de que habrá gente que se ponga de su lado. La defenderán contando todas las veces en las que la atención al cliente no ha estado a la altura de sus expectativas. Esa gente vive en la misma alucinación que usted. Creen que su estatus sagrado de cliente les otorga de alguna forma el derecho a tratar a cualquiera con uniforme como una mierda. Creen que sus experiencias pasadas con servicios de mala calidad convierte en aceptable volverse loco por el ketchup de vez en cuando. Piensan que las reglas básicas de la decencia y el respeto son secundarias cuando son El Cliente. Y se equivocan.
¿Alguna vez se ha preguntado por qué hay políticos tan atroces en Washington? Bien, no debería preguntárselo. Simplemente mírese en el espejo. Los malos políticos generalmente son malos porque no son capaces de gestionar el poder. Se les sube a la cabeza y se vuelven narcisistas, ruines y sociópatas. Pero al menos tienen mucho poder, por lo que la tentación de corromperse es casi comprensible. Usted, en el otro extremo, se convierte en una tirana maníaca cuando la sociedad le otorga un poder temporal y sin sentido sobre cajeras de 17 años de restaurantes de comida rápida. Tiemblo al pensar lo que haría si tuviese un Ejército a su disposición.
A todos nos ponen un poco de ketchup que no queremos de vez en cuando, y se supone que todos debemos gestionarlo como adultos maduros y decentes. Algunos conseguimos incluso pasar toda nuestra vida sin tener que reñir a ningún empleado de restaurantes o tiendas por un error pequeño y reparable. Otra gente, como usted, parecen meterse en una batalla campal por la atención al cliente cada vez que ponen un pie fuera de casa. Quizás el universo está en su contra. O quizás -solo quizás- es porque se comportan como abusones odiosos egoístas.
Ahí le dejo esto para que se lo piense.
Oh, y apuesto a que usted en realidad olvidó decir "sin ketchup" cuando hizo su pedido. ¿No sería ese un giro imaginable en esta saga cautivadora?
Este post se publicó originalmente en el blog de Matt: themattwalshblog.com