La rabia, el orgullo y la sensatez
El radicalismo gana terreno, se extiende, se amplifica y lo hace ante los ojos atónitos de nuestros dirigentes. Los terroristas nacen o se invitan en nuestros países amparados por la incompetencia de una Europa paralizada, incapaz de tomar decisiones rápidas. Una Europa que dice defender los derechos de todos los hombres y mujeres pero que no sabe cómo protegerlos.
He dormido muy poco. Al despertar, sin darme cuenta, he ido directamente hacia la estantería para retomar una lectura que me marcó para siempre en 2001.
Despues de los atentados de Nueva York la periodista italiana escribió un artículo incendiario contra los islamistas. Los bienpensantes de todo el mundo la criticaron hasta la saciedad. Oriana, lejos de amedrentarse, convirtió el artículo en un libro que hace años dejó de editarse. Demasiado radical. Oriana ha perdido la cabeza, decían.
Es cierto que «La rabia y el orgullo» tiene pasajes de un odio desmedido. Oriana utiliza el desprecio y el insulto hasta la saciedad. Tambien es verdad que hace una generalización muy injusta. Mete a todos los musulmanes en el mismo saco. Ese es el gran delito de una obra que sin embargo es premonitoria.
Sus peores vaticinios se cumplen sistemáticamente desde hace años. El radicalismo gana terreno, se extiende, se amplifica y lo hace ante los ojos atónitos de nuestros dirigentes. Los terroristas nacen o se invitan en nuestros países amparados por la incompetencia de una Europa paralizada, incapaz de tomar decisiones rápidas. Una Europa que dice defender los derechos de todos los hombres y mujeres pero que no sabe cómo protegerlos.
Desde anoche Hollande, Sarkozy, Le Pen...se apresuran a declarar con solemnidad que Francia está en guerra. « No salgan de sus casas » nos dicen. « No se manifiesten en las calles, no vayan al teatro, no lleven a sus hijos al colegio o las actividades del fin de semana »... ¡Nos invitan a escondernos!
Nos hacen miedosos y cobardes, como ellos. Es la cobardía, la lentitud, la falta de estrategia y de previsión lo que nos ha conducido hasta aquí. Si reivindico a Oriana desde hace mas de una década no es por el odio con el que escribió aquellas lineas, sino por la lucidez de su pronóstico.
Como europea, como mujer occidental, siento el orgullo de haber nacido en una zona del planeta en la que mis derechos están garantizados. Como ser humano y como mujer. Siento el orgullo de sentirme libre. Puedo expresarme, opinar, actuar sin que me vaya en ello la vida o el pan de mi familia. Pero tambien siento una rabia inmensa contra la cobardía de los que nos gobiernan y nos han gobernado desde que los primeros gestos de la amenaza radical aparecieron. No supieron cortar la epidemia de raíz y sin embargo los síntomas eran claros. Occidente no ha sido capaz de hacer un frente comun y solidario para defender con firmeza nuestros preciosos valores.
Miro por la ventana y no pasa nadie. Ya no oigo las sirenas que han tronado toda la noche. Lo que escucho con muchísima aprensión son las letanías que entonan los políticos desde primera hora de la mañana. Los Le Pen echando la culpa de todo a los « musulmanes que nos invaden » y el resto, socialistas y populares... prometiendo reparar lo irreparable.
¿Qué hago? ¿Salgo o me quedo en casa como me piden? Lo único que tengo claro es que ahora no me voy a callar. Hablar es una obligación. Pero hagámoslo todos con inteligencia y sensatez.