Bertrand Piccard, un "Ícaro feliz" sobre el Pacífico
El aeropuerto de San Francisco recibió , el domingo 24 de abril, a un gran hombre que ha atravesado el océano más extenso: el Pacífico. Se trata de Bertrand Piccard, a bordo del 'Solar Impulse'. Atreviéndose a dar la primera vuelta al mundo en un avión solar, Piccard quiere aportar un impulso a la comunidad mundial para acelerar la transición a las energías renovables.
El aeropuerto de San Francisco recibió , el domingo 24 de abril, a un gran hombre que sobre el mayor de los aviones, ha atravesado el océano más extenso: el Pacífico. Se trata de Bertrand Piccard, a bordo del 'Solar Impulse'. Atreviéndose a dar la primera vuelta al mundo en un avión solar, Piccard quiere aportar un impulso a la comunidad mundial para acelerar la transición a las energías renovables.
Esta majestuosa libélula que despega y aterriza con un tenue zumbido eléctrico, es quizás el símbolo de una nueva era de sutil ligereza. No sólo en las tecnologías, sino también en nuestros pensamientos y acciones. Ese es el significado del mensaje que dio Bertrand Piccard, el pasado jueves, durante la videoconexión entre la carlinga del avión solar y el Sr. Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, reunido en Nueva York con representantes de 175 naciones para firmar el acuerdo mundial sobre el clima.
Habiendo despegado el jueves 21 de abril de las islas Hawai, el 'Solar Impulse' hará escala en tres ciudades de los EE.UU., continuará hacia Europa y llegará finalmente al lugar donde comenzó su periplo: Abu Dhabi, la capital de los Emiratos Árabes, donde se yergue Masdar City, la ciudad solar diseñada por Sir Norman Foster, que es la sede de Irena, la Agencia Internacional de las Energías Renovables.
En cada uno de las catorce etapas, el avión está confiado a uno de sus dos pilotos, Bertrand Piccard y André Borschberg. Este último, expiloto militar, es el ingeniero y director general del proyecto, mientras que Bertrand Piccard es su figura carismática.
Desde hace tres generaciones, los Piccard constituyen una dinastía suiza de "sabios-aventureros". Una vez que la Tierra hubo sido explorada en toda su extensión, los Piccard se han dedicado a explorarla en vertical. Auguste Piccard (1884-1962) alcanzó los 17.000 metros de altitud en un globo, en 1930, así como los 4.000 metros de profundidad oceánica en el batiscafo Trieste, en 1950.
En el mismo batiscafo, su hijo Jacques Piccard (1922-2008), el padre de Bertrand, alcanzó los 11.000 metros de profundidad, en 1960. Mientras que sus antepasados exploraron el planeta para conocerlo, Bertrand lo explora para protegerlo. Psiquiatra, practicante de yoga e hipnosis, se mide no sólo con la tecnología y la metereología, sino también con una dimensión interna del individuo y de la especie humana. ¿Qué límites puede alcanzar un hombre en un vuelo solitario y precario de 100 horas sobre océanos y continentes? ¿Qué límites ecológicos debe considerar la humanidad, para permitir que dentro de unas pocas décadas diez mil millones de personas puedan vivir con dignidad, pero sin devastar la Tierra?
Proyectado y construido a partir de 2003 (el año de la retirada del Concorde), el 'Solar Impulse' despegó desde Abu Dhabi el 9 de marzo de 2015. En ocho etapas y 250 horas de vuelo, ha recorrido 20.000 kilómetros, consumiendo 5600 kWh de electricidad solar. El pasado jueves, el avión reanudó su periplo, después de una larga pausa forzosa, necesaria para reemplazar sus baterías averiadas. Éstas son fundamentales, puesto que la energía acumulada durante el día alimenta los motores eléctricos por la noche. En paralelo, el avión solar gana altitud durante el día, para planear lentamente durante la noche. Sigue un ritmo circadiano, muy similar al de los seres vivos.
Con sus 72 metros de envergadura y 2 toneladas de peso, el 'Solar Impulse' es el avión civil más grande y ligero del mundo. El Airbus 380, que desarrolla la misma apertura alar, pesa 500 toneladas. La velocidad media del avión solar son 100 km/h; el proyecto costa 100 millones de euros; cada uno de sus cuatro motores eléctricos desarrolla 8 caballos de potencia. La misma que el propulsor del Wright Flyer, el primer avión motorizado que en 1903 inaugurara la era de la aviación.
Hoy vuelan miles de millones de pasajeros; y en el último medio siglo, el tráfico aéreo se duplica cada 15 años. La seguridad de la aviación civil y su accesibilidad al público aumentan continuamente, pero con su progreso también crecen el consumo de energía total y los daños ambientales que causa, en especial los debidos a la combustión de sus carburantes.
Es probable que los transportes aéreos no sean jamás propulsados por paneles fotovoltaicos. La experiencia adquirida gracias al 'Solar Impulse' servirá, sobre todo, para el desarrollo de aviones solares ligeros, capaces de vuelo no tripulado sobre largas distancias. Por ejemplo, Facebook explora la idea de utilizar una flota de estos aviones para asegurar una cobertura global de Internet desde el cielo.
En contra de las apariencias, el objetivo del 'Solar Impulse' no es la innovación tecnológica, sino más bien la propagación de una idea: la humanidad debe acelerar la transición energética hacia las energías renovables. ¿Qué mejor que un vuelo solar alrededor del mundo para inspirar a millones de personas? Por esta razón, el proyecto ha invertido importantes recursos en 'Future is clean' (El futuro es limpio), una campaña global con el testimonio de Kofi Annan, Mikhail Gorbachov, Achim Steiner (Director del PNUMA, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), Doris Leuthard (Ministro de medio ambiente de Suiza), el príncipe Alberto de Mónaco y Richard Branson, el visionario empresario británico, quien es también un hombre atraído por la aventura y la aviación.
Narra el mito que Ícaro voló demasiado cerca del sol, el cual fundió la pez que mantenía adheridas sus alas, haciéndolo precipitar en el mar. Un nombre osado para describir el desafío del Solar Impulse podría entonces ser Ícaro 2.0. O tal vez Ícaro feliz, una versión solar de la célebre sentencia de Albert Camus: "En sí misma, la lucha por alcanzar las alturas resulta suficiente para llenar el corazón del hombre. Uno debe imaginar a Sísifo feliz".