Cómo enseño a mis alumnos a estar alerta ante las noticias falsas
Nunca ha estado bien que la educación en el pensamiento crítico estuviera reservada a unos pocos. Pero ahora más que nunca debe convertirse en un derecho y una responsabilidad para todos.
Cuando digo que soy profesora de Teoría del Conocimiento, una asignatura de instituto, normalmente me suelen decir que les gustaría haber tenido esa asignatura. Hoy en día, en este mundo lleno de noticias falsas que han ayudado a que Donald Trump se haga con la presidencia, es más probable que mucha gente piense que ojalá todo el mundo hubiera tenido esa asignatura.
Teoría del Conocimiento es una asignatura obligatoria para todos los alumnos que cursan el programa del diploma del Bachillerato Internacional. El programa guía a los alumnos y les enseña el alcance, los conceptos, la metodología y el desarrollo histórico de distintas áreas como la Ciencia, las Matemáticas, la Historia y la Ética. Los estudiantes deben realizar una presentación formal cuyo tema principal sea una situación de la vida real de la que hayan extraído una "cuestión de conocimiento".
Este año, varios estudiantes analizaron una situación real de violencia policial contra afroamericanos de Chicago y plantearon la cuestión de la forma en que las creencias afectan a nuestra interpretación de la realidad. Como se espera que estudien perspectivas diferentes, los alumnos tienen que observar cómo pueden afectar sus creencias y las de los demás a la forma de ver las cosas. Las aptitudes de pensamiento crítico en las que se basa la evaluación son cruciales para la democracia y la alfabetización mediática. Seremos víctimas de las noticias falsas si no entendemos que nuestra vulnerabilidad es fruto de nuestros prejuicios y suposiciones.
Tampoco podemos juzgar la veracidad de las noticias sin estar muy informados. Pude comprobarlo en una clase de Teoría del Conocimiento cuando un estudiante comentó que no creía que el movimiento Black Lives Matter (las vidas de los negros importan) tuviera que ver con la esclavitud. Esperé a que otros alumnos pusieran en duda su comentario, pero ninguno lo hizo. De hecho, otros alumnos dijeron que parecía ser el producto de propaganda contra la policía. Me pilló de sorpresa. ¿No se suponía que estaba rodeada de alumnos progresistas de Massachusetts? A medida que iba profundizando, me di cuenta de que mis alumnos no tenían mucha idea del movimiento por los derechos civiles. ¿Cómo cabía esperar que supieran evaluar ese tipo de ideas sin tener un conocimiento histórico relevante?
Las seis asignaturas específicas que cursan los estudiantes del Bachillerato Internacional no solo son ricas en contenido, sino que están pensadas para que los estudiantes reflexionen de manera crítica sobre el contenido. Se espera de ellos que reflexionen sobre el valor y las limitaciones de las fuentes históricas. Los estudiantes tanto de Ciencias Sociales como de Ciencias Naturales realizan investigaciones de campo y prácticas en el laboratorio para llegar a ser consumidores críticos de literatura científica en el futuro. Además, los estudiantes del Bachillerato Internacional escriben un ensayo de 4000 palabras en el que se demuestre su capacidad para evaluar fuentes. Este año, ha habido un estudiante que ha basado su trabajo en si el uso que hace Trump de las estrategias lingüísticas en Twitter sustenta la idea de que es un demagogo.
Aunque el pensamiento crítico puede enseñarse en una asignatura, no puede quedar relegado a estudiantes de Bachillerato. Hace unos años, me llegó una carta del instituto de mi hijo en la que se enorgullecían de comunicar que, a partir de ese momento, acudirían a las clases profesores del método Gateway (de éxito y fama reconocidos) para dar a nuestros hijos una clase de pensamiento crítico al trimestre. Seguro que el pensamiento crítico estaba presente en otras clases además de en esa, pero la carta decía -aparentemente, sin que nadie se diera cuenta- que el pensamiento crítico era un "extra".
A pesar de las buenas intenciones y de los buenos profesores, la falta de énfasis en el pensamiento crítico nos empujó a elegir un colegio privado este año. A diferencia del colegio anterior, en este colegio privado hacen durante todo un semestre una especie de imitación del proceso de nominación para la Medalla Newbery en el que los alumnos desarrollan y defienden sus opiniones sobre los libros que están leyendo. Los estudiantes tienen que desarrollar el hábito de formarse opiniones independientes basadas en evidencias desde una edad temprana si queremos que se exijan lo mismo y que se lo exijan a los demás cuando sean mayores.
Desafortunadamente, es muy habitual que las clases como Teoría del Pensamiento y que el programa de Bachillerato Internacional estén limitados únicamente a los estudiantes a los que se percibe más capacitados. De esta manera, se suele excluir a estudiantes que no sean blancos, a los pobres, a aquellos cuya lengua materna no sea el inglés o a los que tienen diferencias de aprendizaje. Los organizadores del programa y los reformadores de la educación piden más facilidades para que todos los estudiantes puedan acceder al Bachillerato Internacional. Yo tengo suerte de poder dar clase en una de esos colegios de "Bachillerato Internacional para todos". Un alumno de educación especial de mi clase -que habría sido excluido de la asignatura Teoría del Conocimiento en la mayoría de los colegios- compartió un comentario muy interesante una vez: las prisas hacen que la gente tenga menos ética. Cuando reduzco la velocidad para dejar que un coche coja una salida de camino al trabajo por las mañanas, me doy cuenta de que ese alumno está perfectamente capacitado para estar en mi clase.
Practicar el pensamiento crítico mientras se desarrolla el conocimiento de contenidos les da a los estudiantes la oportunidad de diferenciar la verdad de la ficción en las noticias actuales. Nunca ha estado bien que la educación en el pensamiento crítico estuviera reservada a unos pocos. Pero ahora más que nunca debe convertirse en un derecho y una responsabilidad para todos.
Este artículo fue publicado originalmente en 'The World Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.