Una nueva investigación desmonta lo que se sabía de estos alimentos tan queridos por los niños
No es necesario excluirlos al 100% de la dieta.
Los dulces son uno de los alimentos que más gustan a los más pequeños de la casa, pero su consumo está restringido de forma ocasional y con poca frecuencia ya que todas las recomendaciones nutricionales piden reducir el consumo de azúcar por las consecuencias negativas que puede tener para la salud.
La recomendación de la Organización Mundial para la Salud (OMS) sobre el consumo de azúcar es que su aporte energético no supere el 10% de las calorías del día, ya que consumir en mayor cantidad está directamente asociado con la obesidad y con enfermedades como la diabetes y el riesgo de accidentes cardiovasculares.
Aunque su consumo debe ser reducido, un reciente estudio apunta a que podría no ser tan positivo si esta se reduce al mínimo y que siempre que se haga se eviten los azúcares libres.
La investigación publicada en la revista Frontiers estudió a 70.000 personas durante 20 años analizando su consumo de azúcar, divididos en tres tipos: aderezos dulces (como miel), pasteles y refrescos azucarados. Así como su relación con el desarrollo de diversas enfermedades cardiovasculares.
El estudio puso de manifiesto que los hábitos individuales y la forma en la que se consumía el azúcar jugaba un papel fundamental. "Este sorprendente contraste llama la atención sobre la importancia de considerar no solo la cantidad de azúcar consumida, sino también su fuente y contexto", señaló Suzanne Janzi, estudiante de doctorado en la Universidad de Lund y una de las autoras de la investigación.
De las tres formas de consumo de azúcar, la que más aumentó el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico, insuficiencia cardíaca, fibrilación auricular y aneurisma aórtico abdominal fueron los refrescos azucarados.
Según Janzi, esto podría deberse a que esta forma de consumo de azúcar al no ser sólida es menos saciante y se consume mayor cantidad. Asimismo, señalaron los dulces suelen comerse de forma social, por lo que también se limita su consumo.
“Los azúcares líquidos, presentes en las bebidas azucaradas, suelen proporcionar menos saciedad que las formas sólidas (hacen que uno se sienta menos lleno), lo que puede llevar a un consumo excesivo”, dijo Janzi. "El contexto también importa: los dulces suelen disfrutarse en entornos sociales u ocasiones especiales, mientras que las bebidas azucaradas pueden consumirse con más regularidad”, añadió.
Para la investigadora, la relación de quienes no consumían azúcar nunca con quien consumía en forma de aderezo o dulces de forma ocasional y reducida y un menor riesgo de accidente cardiovascular está relacionada también con las dietas restrictivas y la falta de determinados nutrientes.