Ni los franceses ni los ingleses: los españoles tenemos la culpa de que el año empiece el 1 de enero
Todo ocurrió debido a una supuesta declaración de guerra.
La celebración del Año Nuevo es una de las tradiciones más universales, pero su fecha y significado varían profundamente entre culturas. Desde los fuegos artificiales que iluminan el cielo en la medianoche del 1 de enero hasta los coloridos festejos del Año Nuevo chino en febrero, o el comienzo del Muharram en el calendario islámico, cada civilización encuentra su propia manera de marcar el paso del tiempo.
Sin embargo, gran parte del mundo coincide en que el año comienza el 1 de enero. Aunque podría parecer una decisión injustificada, esta costumbre tiene un origen fascinante que se remonta a la Antigua Roma y a un episodio protagonizado por un pueblo hispano. En este contexto, una acción estratégica de una tribu hispana durante las guerras celtíberas cambió para siempre el modo en que Roma y, más tarde, el mundo entero marcaban el paso del tiempo.
El antiguo calendario
De acuerdo con los escritos del historiador Plutarco, los meses de enero y febrero no formaban parte del calendario original de Rómulo, el cual estaba formado únicamente de diez meses. Hasta el año 153 aC, comenzaba en marzo, un mes dedicado a Marte, dios de la guerra, y era el momento en que se nombraban los nuevos cónsules y arrancaban las campañas militares.
Basado en los ciclos lunares, marcaba el inicio del año con la primavera. Más tarde, en el siglo VIII a.C., Numa Pompilio, sucesor de Rómulo, añadió los meses de enero y febrero al final del calendario, ocupando el undécimo y duodécimo lugar, respectivamente. Febrero recibió su nombre de las Februa, festividades de purificación previas a la llegada de la primavera, mientras que enero fue dedicado a Jano, el dios de los comienzos y transiciones.
Pasaron varios siglos antes de que el año comenzara oficialmente en enero, una decisión cuyo origen está ligado a los Belos, una tribu celtíbera asentada en lo que hoy es la provincia de Zaragoza, cuya resistencia en el siglo II a.C. alteró el calendario romano para siempre.
Lo que hizo cambiar el calendario
Durante una tregua tras la primera guerra celtíbera, los Belos ampliaron las murallas de su ciudad, Segeda, lo que Roma interpretó como una declaración de guerra. Ante la necesidad de movilizar a las tropas antes del invierno, el Senado romano decidió adelantar los nombramientos de los cónsules al mes de enero. Esto permitió preparar la campaña militar con tiempo suficiente para enviar las legiones a Hispania. Así, el general Quinto Fulvio Nobilior lideró un ejército de 30.000 hombres con el objetivo de sofocar la rebelión.
Según El Español, esta reorganización marcó el inicio del año en enero, una decisión que se mantuvo en el calendario juliano instaurado por Julio César en el 46 aC y, siglos más tarde, en el calendario gregoriano promulgado por el papa Gregorio XIII en 1582, que desarrolló el 1 de enero como inicio del año en todos los países católicos.
Una historia muy presente pero poco conocida
Al brindar por la llegada del Año Nuevo, son pocos quienes se detienen a reflexionar sobre el origen de esta tradición y el momento en que el 1 de enero se convirtió en el inicio oficial del calendario. Menos aún conocen que esta costumbre, que ahora une a gran parte del mundo, tiene sus raíces en un episodio inesperado protagonizado por un pueblo hispano en su lucha por sobrevivir frente a las poderosas legiones romanas.
Sin pretenderlo, esta resistencia estratégica no solo alteró el curso de las guerras celtíberas, sino que también dejó una huella imborrable en la forma en que medimos y celebramos el paso del tiempo, cambiando para siempre la historia del calendario.