El gran impedimento femenino para el sexo
Es muy habitual que, después de una discusión, la líbido de una mujer se esfume, incluso que tarde en volver. Porque para poder tener relaciones, dentro del marco de una pareja, necesitamos una seguridad afectiva, un estado receptivo que desaparece cuando discutimos.
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Tú lo sabes, yo lo sé, es CASI una verdad universal. Si una mujer está cabreada, no folla.
Es muy habitual que, después de una discusión, la líbido se esfume, incluso que tarde en volver. Porque para poder tener relaciones, dentro del marco de una pareja, necesitamos una seguridad afectiva, un estado receptivo que desaparece cuando discutimos.
Para que aparezca ese deseo, la mujer tiene que partir de un estado receptivo en el que, desde la intimidad de la pareja y con los estímulos adecuados, pueden aparecer la excitación y el deseo.
Desde luego, el estado receptivo no es el cabreo.
Y la verdad sea dicha, no me parece bien que se resuelvan los problemas en la cama. Desde luego, este es otro tema, pero lo de nos peleamos y luego nos reconciliamos en la cama, me parece un juego peligroso. El sexo no resuelve los problemas. Aunque sea muy bueno.
Pero hoy quiero ir un poco más allá. Quiero hablar del gran impedimento femenino para el sexo. Aquello que dinamita la líbido: el cabreo oculto.
Estoy hablando de todas aquellas cosas que nos enfadan (por motivos diversos) y que no llegan a ver la luz. Que nos dejamos dentro, que quizás no llegan a ser discusiones. O que quizás somos capaces de hablar con nuestra pareja, pero que no olvidamos tan fácilmente. Normalmente son cosas de la vida diaria.
Eso de..
-¿Qué te pasa?
-Nada!
Pero tú y yo sabemos que sí te pasa algo. ¿Es un problema de comunicación y dificultades para resolver conflictos en la pareja? Seguramente, sí. (Pero este también es otro tema).
La cuestión es que, cuando una mujer está en esa situación de cabreo interno, ese que no dice porque no quiere discutir, porque cree que es mejor callar, porque cree que no va a conducir a ningún sitio, porque es sacar un tema enquistado, porque no sabe cómo sacar..., la líbido no funciona.
Mi reflexión va un poco más allá:
¿Podemos las mujeres dejar a un lado un cabreo para tener relaciones?
Al fin y al cabo, tener relaciones es para disfrutar. Las relaciones sexuales no tienen otro objetivo que el de pasar un rato agradable y placentero.
¿Sobre quién repercute ese "hoy no hay sexo"?
¿Te suena eso tan típico (quizás tópico también) de "¡Olvídate del sexo por unos días!!" a modo de castigo o de reprimenda?
¿Sobre quién es el castigo? No nos damos cuenta de que el castigo es también para nosotras. Si las mujeres viviéramos el sexo como algo positivo, sin más -positivo porque me gusta, me hace bien..., porque me lo merezco-, no usaríamos el sexo a modo de castigo. Porque con este castigo, también me castigo yo.
Lo consideramos bueno y satisfactorio para el otro. Así que premiamos y castigamos con el sexo.
No debemos usar el sexo ni como premio ni como castigo.
Voy a poner un ejemplo muy tonto para explicarme mejor:
Cuando mis hijas se portan mal en un bar, mientras estamos tomando una cerveza, no se me ocurre decirles: "Si no os portas bien, nos vamos a casa". Y si alguna vez lo he dicho, no lo he cumplido. Porque la que sale perdiendo ahí soy yo. Ellas no quieren irse a casa, pero yo tampoco. A mí me gusta estar en una terraza tomando algo. Por mucho que me enfaden mis hijas, el castigo no puede ser para mí.
Si tu sexualidad es placentera, si te gusta, si la vives con plenitud y consciencia, si le ves un fin en sí misma y no un mero cumplir con tu pareja, entonces, por muy cabreada que estés con tu pareja, no tener relaciones es un castigo para ti también.
Con esto solo quiero invitar a la reflexión.
¿Usamos el no-sexo como castigo? ¿Somos capaces de coger aquello que nos ha enfadado, hablarlo y olvidarlo? ¿Somos capaces de no usar el sexo, como moneda de cambio?
¿Funcionamos igual hombres y mujeres?
¿Tú qué crees?
Este artículo fue publicado con anterioridad en el blog de la autora.