Comité Federal del PSOE: el del 'no' a Rajoy y muchas otras cosas
El Comité Federal del PSOE que se celebra este fin de semana es muy relevante por ser el primero tras las elecciones del 26-J y, por ello, debería ser en el que debería hacerse un análisis profundo y autocrítico de los peores resultados de la historia y de por qué el PSOE sigue cuesta abajo en la rodada, como el tango.
El Comité Federal del PSOE que se celebra este fin de semana es muy relevante por ser el primero tras las elecciones del 26-J y, por ello, debería ser el foro en el que debería hacerse un análisis profundo y autocrítico de los peores resultados electorales de la historia.
Un análisis que debería examinar de forma crítica qué ha ocurrido el 20-D y el 26-J y por qué el PSOE sigue cuesta abajo en la rodada, como el tango. Dicho de otro modo, por qué no ha sido capaz de articular ni en diciembre de 2015 ni ahora una propuesta de personas e ideas que conecte con unos ciudadanos hastiados por los recortes y el sufrimiento social provocados por el PP.
Es relevante el análisis de por qué no se obtuvieron réditos de las negociaciones para formar gobierno en la pasada legislatura, lo que puede ser indicativo de los errores en el proceso negociador, de la imagen que se transmitió e incluso de que la política de comunicación no fuera buena; teniendo en cuenta, además, la espantada de Rajoy y la corrupción del PP. Esto es relevante porque no es descartable que tenga que dar de nuevo el paso de intentar un pacto de gobierno.
Hay territorios en los que los resultados son especialmente malos, aún a pesar de que no se ha ganado en ninguna comunidad autónoma. Las elecciones han dejado con muy mal resultado a Andalucía, lo que es especialmente importante, y no puede terminar el análisis en los votos en los que se superó a Unidos Podemos. Pero tampoco ha habido buen resultado en comunidades autónomas presididas por el PSOE y esto requiere una explicación. Y Madrid sigue siendo un agujero negro en el que, al menos, se ha avanzado de la cuarta a la tercera posición. Por no hablar del impacto de las declaraciones de los dirigentes en los resultados catalanes.
Y debería analizarse el diseño de la campaña, de perfil muy bajo con muy pocos debates electorales (que son el medio más eficaz para ganar nuevos votantes), que hizo que se perdieran 270.000 votos. Lo que es grave, ya que Unidos Podemos perdió 1.200.000 que podrían haber cambiado la abstención por el voto al PSOE. Y hay que estudiar si concentrar los ataques en ese partido solo ha servido para incitar a la abstención, por hastío social ante las peleas cainitas de la izquierda.
La crisis que atraviesa el PSOE debería llevar a un Congreso a la mayor brevedad. El retraso en la convocatoria no se entiende tras el batacazo del 26-J, ni siquiera pensando en los 'candidatables'. Más aún siendo conscientes de que puede haber terceras elecciones y habría que acudir a ellas con energía y proyectos nuevos.
Todo lo anterior no ha salido en el diálogo postelectoral, y el interés por este análisis se ha sustituido por la cuestión mediática (y más fácil, porque no obliga a asumir responsabilidades por los malos resultados) de qué se votaría en la hipotética sesión de investidura de Rajoy. La prensa saca punta, además, a la entonación de la voz, a si se añade PP o no detrás de Rajoy, y algunos hacen un llamamiento a un "sentido de Estado" que el PP solo encuentra cuando otros tienen que apoyarle.
Es, por otra parte, lo más claro y sencillo de responder: el PSOE solo puede votar NO. Por múltiples razones, además.
Por ética. No se puede facilitar el Gobierno a un partido que ha hecho de la corrupción la forma de gobernar, tal y como están señalando los tribunales de justicia en el único caso de la democracia española. Ni a un partido que se ha dedicado a obstaculizar la lucha contra la corrupción, que no ha proporcionado medios suficientes para erradicarla y que ha mentido reiteradamente al respecto. Y tampoco a una persona que sale en los papeles de Bárcenas como perceptor de rentas irregulares. Con esto sería suficiente, pero hay más.
Por los valores que se defienden. Está en las antípodas en cuanto a los valores políticos y sociales que se pretenden conseguir. No se puede facilitar el Gobierno a quien se ha especializado en el recorte de derechos sociales, en reducir la hucha de las pensiones, en impulsar medidas que favorecen la evasión fiscal, en limitar derechos civiles, en reducir la salud pública y privada. Aceptar hoy al PP en el Gobierno nos haría corresponsables de todo lo anterior.
Por la autonomía del proyecto. Sí, el PSOE lleva años con el 'sambenito' del PPSOE que se puso de moda tras la reforma constitucional del artículo 135. Facilitar la mayoría del PP conduciría para siempre a esta equiparación con un coste fortísimo para el PSOE (sin coste para el PP, que asume que tiene un comodín), cuestionaría los gobiernos locales y autonómicos de progreso y haría muy difícil la recuperación de unos votantes que tradicionalmente le han apoyado y que ahora optan, o por otros partidos -Podemos especialmente- o por la abstención. Invito a los que recuerdan tanto el ser un "partido de Gobierno" a que vean la situación del SPD en Alemania después de facilitar la presidencia de Merkel o lo ocurrido con el PASOK en Grecia.
Por la propia eficacia del Gobierno. Gobernar no es repartir sillas sino acordar políticas. Con programas diferentes no se pueden acordar los Presupuestos Generales del Estado, ni modificar leyes esenciales. Las dificultades que pone el PP para abrir el proceso de reforma constitucional muestran la imposibilidad de llegar a cualquier punto de aproximación. Pensemos en la respuesta al requerimiento europeo sobre el déficit que Rajoy aceptó y que el PSOE rechazó porque podía suponer más recortes. Sería un Gobierno sin mayoría que no podría gobernar ni aprobar presupuestos y ni siquiera recurrir al Decreto Ley.
Como se puede ver, no debería ser solo el Comité Federal del 'no' a Rajoy sino que hay mucho que tratar como paso previo al congreso. La sociedad y la militancia lo esperan ansiosas.