Citroën, vientos de cambio
El camino hacia lo trendy iniciado por Citroën con el C4 Cactus ahora se refleja con toda claridad con el nuevo C3. Hay que tener presente que el C3 es el modelo clave de la marca francesa; el más vendido de todos sus modelos, con más de 3,5 millones de unidades desde que comenzó su producción en 2002, sustituyendo al Saxo.
Foto del Citroën DS-19/GETTYIMAGES
Van a cumplirse 58 años desde que Citroën comenzase a construir vehículos en España. Desde entonces, la marca francesa ha pasado por innumerables vicisitudes y siempre caracterizada por la producción de vehículos de amplia difusión, precio contenido y un cierto vanguardismo tecnológico no siempre bien acogido por el público general. Fusionada con Peugeot en 1976, dio origen al grupo PSA, que hoy utiliza tres marcas: Citroën, Peugeot y DS.
Cuando Claude Satinet se puso al frente en 1998, puso la compañía patas arriba e inició un proceso de cambio de mentalidad que se ha alargado hasta nuestros días, pese a que abandonó la casa en 2007. Con el nuevo siglo, Citroën rompió la herencia del 2CV (en la parte baja del mercado) y el CX (en la gama alta y sucesor del "tiburón" DS) para poner en el mercado modelos más convencionales desde el punto de vista de la mecánica, la estética y la funcionalidad. La marca francesa pasó a ser una marca más, con sus puntos fuertes y débiles, directamente competidora de su hermana Peugeot, su compatriota Renault o cualquier otra marca generalista europea, japonesa o coreana.
En este tiempo, a lo largo de la primera y sobre todo segunda década del siglo XXI, algunas marcas de automóviles han perseguido algo tan difícil de explicar como lo que hoy venimos definiendo como trendy: tendencia, liderazgo, moda... Un conjunto de características que llevan al éxito comercial y al liderazgo en imagen y que en el automóvil se asociaba generalmente a marcas del segmento premium, pero que no tiene por qué estar asociado. Fiat ha alcanzado este trendy con un coche tan pequeño como el 500, y sin embargo, otras marcas tan poderosas como Volkswagen no lo han logrado con el Beetle. Misterios del marketing y la moda. ¿Qué tienen en común Starbucks, iPod o Nike? Ninguno de ellos es claramente superior a otros productos competidores, pero son imbatibles en la percepción de calidad y exclusividad que consiguen entre sus prescriptores.
Pues bien, ese camino hacia lo trendy es el que ha iniciado Citroën, que se inició con el C4 Cactus y que ahora se refleja con toda claridad con el nuevo C3. Hay que tener presente que el C3 es el modelo clave de la marca francesa; el más vendido de todos sus modelos, con más de 3,5 millones de unidades desde que comenzó su producción en 2002, sustituyendo al Saxo.
La apuesta de la marca por esta tendencia es enorme y, según manifiestan sus responsables, "sin paso atrás". Es decir: quieren trasladar esta filosofía de marca a todos los nuevos productos que van a ir apareciendo en los próximos años, como el eMehari y su probable versión con motor térmico.
No vamos a entrar en muchos detalles sobre el nuevo C3, cuyas características técnicas, equipamientos y precios pueden conocerlos mejor en la página web de la marca, pero sí detenernos en algunos detalles que remarcan ese trendy al que nos venimos refiriendo desde el comienzo.
En primer lugar, la estética exterior. La presencia de los protectores laterales airbump, ya conocidos en el Cactus, le confieren un aire diferenciador, a la vez que proporcionan una cierta protección contra los pequeños roces laterales; menos de lo que sería deseable, pero más de lo que ofrece la chapa desnuda de cualquier otro coche en venta. Un techo panorámico de generosas dimensiones y la combinación de dos colores para la carrocería le otorgan enormes posibilidades de combinación, lo que garantiza que vaya a haber pocos C3 iguales en kilómetros a la redonda. Esta personalización es siempre un factor positivo de ventas, aunque ya sabemos por experiencia que luego acabamos por comprar el modelo que el concesionario nos ofrece con rapidez, sin esperar las varias semanas de plazo de entrega que significa esta personalización.
En el apartado mecánico, llama la atención la motorización tan modesta: un motor de gasolina de 3 cilindros y 1,2 litros de cilindrada (con tres posibles potencias de 68, 82 ó 110 caballos) o un motor de 4 cilindros diésel de 1,56 litros de cilindrada y potencias de 75 ó 100 caballos de potencia máxima. Y decimos modesta por la cilindrada, y no por la potencia o su eficiencia. Ya se sabe que la tendencia actual es la de ofrecer motores de escasa cilindrada que garantizan consumos bajos y emisiones reducidas en utilizaciones contenidas. Eso se traduce en que si se pisa el acelerador o si el coche se acerca a su carga máxima, los consumos se disparan. Son pues motores muy sensibles al tipo de conducción, ideales para ser conectados a cajas de cambio automáticas, siempre más eficientes que el conductor medio. Y no nos referimos a estos motores de nueva generación del grupo PSA sino en general a los nuevos propulsores de baja cilindrada de casi todas las marcas.
La prioridad al confort es obsesiva en la marca a lo largo de su historia. Ahí están las extraordinarias suspensiones hidráulicas de otras épocas. Para la nueva era, esta obsesión no se abandona y en el C3 se concreta en un eje trasero en el que unos muelles sustituyen al tan extendido recurso de los ejes torsionales, que procuran mayor capacidad del maletero pero que en modo alguno pueden iguales a una suspensión por resortes en términos de confort. Pese a ello, el C3 ofrece un maletero de 300 litros, que es de los mejores de su categoría y en un coche de 4 metros de longitud (4 milímetros menos, para ser exactos).
Y otro elemento destacable es su conectividad, que es el término que hoy ponen de moda todos los fabricantes. Lo cierto es que en el C3 el único elemento diferenciador es una cámara que permite fotografiar o grabar todo lo que ocurre delante del coche. Personalmente, nos parece un gadget de muy escasa utilidad y que incluso puede producir desatenciones por parte del conductor. Suponemos que está diseñada para que la maneje el copiloto, porque nos da la impresión de que manejarla mientras se conduce es algo ilegal. En todo caso, tiene un sistema de grabación que se pone en funcionamiento ante una brusca desaceleración, lo que en teoría permitiría grabar un accidente... pero afortunadamente no hemos tenido la oportunidad de probarlo.
Precios atractivos, entre 11.750 euros (a los que hay que añadir 1.100 euros de aire acondicionado, que no es de serie en la gama baja) y 16.750 euros, pero insistimos en que, en este viaje de Citroën hacia lo trendy no es el precio el elemento determinante. Ahora, a ver si este viaje llega a buen puerto. El billete parece adecuado.