La conspiración de silencio en Cataluña
El caso de la familia Pujol ha servido para que algunos se despertaran en Catalunya del sueño en el que algunas élites y medios de comunicación catalanes habían pretendido hacerles caer, según el cual, la política catalana era un oasis frente a la turbia política española. Estaba más cerca de una charca.
En la conocida película Conspiración del silencio, Spencer Tracy llegaba a Black Rock, un alejado pueblo del profundo interior estadounidense, buscando a un japonés que había salvado la vida de su hijo en la Segunda Guerra Mundial. Al comenzar las pesquisas percibe rápidamente que casi todo los habitantes se mostraban reacios a contestar a sus preguntas. Había, consciente o inconscientemente, una conspiración de silencio para evitar que el forastero descubriera que el japonés había sido asesinado por el cacique del pueblo. De alguna manera, tal silencio denotaba una aceptación de la situación de dominio por parte de una de las familias del pueblo.
La revelación progresiva del manto de corrupción existente en Catalunya y en el que parece estar implicada directamente la familia del expresidente que ha gobernado 23 años tiene tintes semejantes a los descritos en la película de Spencer Tracy. La dudosa forma de acumulación de riqueza por parte de los diversos miembros de la familia Pujol, parece ser un hecho respecto en el cual habría existido una cierta connivencia, o al menos silencio, por parte de un sector de la población catalana, la cual se haría acreedora, si no de una responsabilidad jurídica, sí moral y política.
Ahora bien, habría que distinguir varios tipos de silencio. En primer lugar, el silencio de los que no sabían lo que estaba ocurriendo. Ciudadanos que desconocían esas prácticas, muchos de ellos votantes de CiU o de otras formaciones políticas. Pero la ignorancia no les (nos) excusa de cierto grado de responsabilidad, ya sea moral o política. Una sociedad bien organizada debe tener una ciudadanía más activa y exigente respecto del control de sus representantes. Y en Catalunya, esa sociedad ha estado, hasta hace poco tiempo, ausente. O ha estado en modo reposo, temerosa de las represalias sociales si se animaban a criticar al líder catalanista. Entre estos ignorantes, tienen una especial relevancia y responsabilidad los medios de comunicación catalanes. Para ellos debería ser sangrante que las investigaciones que han desvelado las tramas de corrupción sean de periódicos madrileños, los de la caverna mediática. No obstante, hay que matizar que su grado de responsabilidad podría haber sido aún mayor si su silencio hubiera sido como el que describimos a continuación.
Se trata del silencio de aquellos que participaron en el sistema de corruptelas, pues es obvio que habrá habido sujetos particulares que recibieron favores o subvenciones a cambio de caer en el círculo que tenía como centro de poder a los Pujol. En este grupo también habría que incluir a los empresarios con nombres y apellidos que pagaban comisiones a cambio de verse favorecidos en un concurso público o que, de alguna manera, eran comprados.
Por último, estaría el silencio de las personas más cercanas a la familia Pujol, ya fueran familiares, amigos, compañeros de partido, o bien miembros de los distintos gobiernos de CiU. Es inimaginable que este círculo careciera de certezas o sospechas. Quizá estos no recibieran ningún tipo de contraprestación económica directa, pero parece claro que en algo se beneficiaban del sistema pujoliano: prebendas en forma de ascensos, cargos, colocaciones en la Administración o en empresas, etc. Es probable que algunos actuaran (o evitaran actuar) seducidos por el aura de líder casi mesiánico de Jordi Pujol y, en este sentido, pensaran que ese actuar era correcto. Además, el contexto social de asentimiento que los rodeaba parecía convalidar sus creencias. Otros, en cambio, fundarían su actitud en un cierto temor a la estigmatización social que podrían sufrir dado el enorme poder del clan Pujol por todo el territorio de Catalunya. En cualquier caso, es razonable pensar estos beneficiados tenían un conocimiento mucho más profundo y general del grado de corrupción al que se había llegado bajo el clan Pujol. Y de ahí su mayor grado de responsabilidad.
De cualquier modo, el caso de la familia Pujol ha servido para que algunos se despertaran en Catalunya del sueño en el que algunas élites y medios de comunicación catalanes habían pretendido hacerles caer, según el cual, la política catalana era un oasis frente a la turbia política española. Sin embargo, y al igual que sucedía en Black Rock, el silencio que rodea a la política catalana, más que parecerse al silencio de un oasis, se acerca más al de un charca.