6 cosas que todos los papás primerizos deberían dejar de hacer antes de volverse locos
En mis primeros días como mamá, leí muchos manuales para padres, al doctor Google y a gente cualquiera que escribía en foros y que (quiero pensar) tenían algún problema con las mayúsculas de su teclado. Los consejos son buenos hasta cierto punto. Si no los filtras, te abruman.
1. Recibir demasiados consejos
Soy consciente de la contradicción: estoy aconsejando a la gente que no reciba demasiados consejos. Pero bueno, escuchadme. En mis primeros días como mamá, leí muchos manuales para padres, al doctor Google y a gente cualquiera que escribía en foros y que (quiero pensar) tenían algún problema con las mayúsculas de su teclado. Los consejos son buenos hasta cierto punto. No obstante, si no los filtras, te abruman. Además, no sólo hay una forma de ejercer la paternidad.
2. Pretender tener todo bajo control
Acabas de acoger a una nueva personita en tu vida y esa persona es una carta peligrosa. Te puede cubrir de mierda en cualquier momento. Los bebés son famosos por no dormir cuando deberían, por reaccionar de forma desproporcionada cuando te los llevas al supermercado y por ser, normalmente, egoístas, lo cual es su derecho, supongo. No es que tu bebé sea ahora el jefe de tu vida, pero, en fin, es algo así. Al menos al principio.
3. Intentar saber lo que están haciendo
Cada vez que he estado cerca de creer que sé actuar como madre, mis hijos me han hecho cambiar de opinión. Creí que podía controlar a un recién nacido y, entonces, aprendió a gatear... Un nuevo juego. Cuando aprendí a acostarla, empezó a hablar y tuve que aprender a negociar con ella para irse a la cama.
Luego tuve otro bebé con una personalidad totalmente diferente y tuve que aprender todo de nuevo, de cero.
4. Creer que todos los bebés son básicamente lo mismo
Hasta los bebés recién nacidos tienen su propia personalidad. Ese es el motivo por el que ninguna técnica o guía para ser padres funcionará para todo el mundo. Algunos bebés duermen toda la noche del tirón y otros son expertos en técnicas de insomnio aplicadas como tortura en la era Bush. A unos bebés les encanta jugar en la alfombra, mientras que otros lo odian. Algunos bebés se encontrarán a gusto contigo mientras lees un libro tranquilamente, y otros querrán que montes un circo para estar entretenidos todo el rato. También puede que al día siguiente hagan totalmente lo contrario. Ya sabes, intenta no perder la cabeza.
5. Planear algo demasiado lejano en el tiempo
Cuando me convertí en madre, pensaba que debía tener claro cómo me comportaría con mi hija a lo largo de cada etapa, no sólo de bebé. Recuerdo tener en brazos a mi recién nacida y torcer la boca pensando que no quería que tuviera demasiadas actividades extraescolares cuando fuera al colegio. Fui muy tonta. No seáis tan tontos como yo.
Al final me di cuenta de que tenía que controlarme. No hay hueco en el cerebro de una persona para saber todas las cosas que un padre tiene que saber en el recorrido vital de su hijo. El más pequeño ni siquiera ha cumplido cuatro y ya no me acuerdo de cómo se coge a un bebé. Mi mente está tan cargada de las cosas que tengo que hacer para evitar que mis hijos se comporten como animalitos que no tengo espacio para preocuparme de la edad que tendrán cuando les compre un móvil.
6. Compararse con otros padres
Es tan fácil observar a otros padres y flagelarse... Algunas mamás parecen más ágiles que un adolescente en su camino del hospital a casa. Algunos padres parecen no perder nunca la frescura, aunque se estén quitando el vómito del pelo. Otros parecen extremadamente organizados y ni un poquito estresados por las exigencias del cuidado de un bebé. No es que sean unos impostores; es que no estás viendo toda la verdad.
Quizás la mamá delgadita haya tenido hiperémesis gravídica, que le hizo vomitar todas las mañanas durante su embarazo. Puede que el papá organizado pierda fácilmente los nervios y que el papá paciente viva en una casa hasta arriba de ropa sucia. Todos somos un conglomerado caótico de fuerzas y debilidades. Ni nadie es perfecto ni nadie es un completo inepto. Sólo somos ineptos en parte. Todos. Bienvenidos a la paternidad.
Este artículo apareció por primera vez en Bookish
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de The Huffington Post y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano.