¿De verdad ha vuelto el Barça de siempre?
El vino y las rosas son las metáforas que mejor definen las crónicas que se han escrito por todo el mundo tras la contundente victoria del Barcelona sobre el Milan (4-0) en la Champions. Ahora bien, la épica contra el conjunto lombardo no debe ocultar el bosque. Un bosque que debiera ser podado a pequeña escala.
El vino y las rosas son las metáforas que mejor definen las crónicas que se han escrito por todo el mundo tras la contundente victoria del Barcelona sobre el Milan (4-0) en la Champions. Ahora bien, la épica contra el conjunto lombardo no debe ocultar el bosque. Un bosque que debiera ser podado a pequeña escala. No es necesaria una tala masiva de árboles, y mucho menos la radical tala y corta, pero quizás sí convendría regenerar el proyecto para continuar creciendo, con el propósito manifiesto de no estancarse y echar barriga con expedientes tan meritorios que invitan a tomarse un respiro. Lo positivo de la resaca es que es temporal y, superada, hay que pensar en afrontar nuevas metas.
La regeneración se antoja necesaria por más que le pese a alguno. Los duelos ante el Madrid tocaron la moral de la escuadra azulgrana, por más que la clasificación -ante un mediocre Milan- para los cuartos de final haya levantado el ánimo del equipo y de sus fieles seguidores. Será duro, pero la paulatina dosificación de Xavi empieza a ser necesaria. El jefe de operaciones y dueño del balón requiere que se limite su participación a partidos con una liturgia especial, como el del martes. La carrocería no es la misma que hace algunos años y esta temporada se ha notado, especialmente, que las piernas pesaban más que nunca. El encuentro ante el Milan fue un canto de cisne, aunque la partitura que dicta el 6 cada vez tiene más altisonantes. Los silencios se imponen a las figuras musicales y la partitura parece necesitar nuevos intérpretes.
Qué decir de Puyol y por ende de toda la defensa, al tratarse del capitán. Al despeinado jugador le quedan pocos tacos por usar en sus desgastadas botas y las lesiones se suceden con la misma facilidad con la que se derriba un castillo de naipes. A Piqué se le notan las costuras cuando un ariete habilidoso decide tutearle y buscarle las cosquillas en el uno contra uno. Sin Puyol, Piqué es menos decisivo. Dubitativo, no luce igual desde hace tiempo. Guardiola fue el primero en diagnosticar el problema. Macherano, definitivamente, no es central; es un parche que para partidos de menor rango puede valer; si bien cuando el rival tiene el linaje del Milan, la genealogía del Real Madrid o el curriculum del Inter, no llega a la cota exigida. Alves ya ha perdido su condición de indiscutible y sus mejores años parecen haber pasado; un defensa de largo recorrido al que apodaban MotoGP porque corría, se fajaba, asistía y mezclaba como ningún lateral en el mundo, ahora se ve superado en defensa, y en ataque no desequilibra lo que debiera. Suspende en la comparación con el jugador que se mueve por la otra orilla, Jordi Alba.
En la vanguardia hay dos nombres que generan gran controversia: Alexis y Villa. El chileno es un jugador laborioso, perseverante, aunque no cumple con las características técnicas que se exigen para jugar en el Barcelona. No es cuestión de forma física o de estado de ánimo, que por otra parte está por los suelos. Es algo más sencillo: no da el nivel y hay gente por detrás -con más habilidades- (Deulofeu, Rafinha...) llamando a la puerta.
En cuanto al asturiano y máximo goleador de la historia de la Selección, la tribulación se torna en enigma. Al contrario que con Alexis, la afición le idolatra. El Guaje es un delantero con un instinto fabuloso para el gol, pero la decisión de quedarse dependerá del propio jugador, quien ya escuchó los cantos de sirena del Arsenal en diciembre, cuando dudó sobre si era la opción adecuada. Su amigo Xavi le convenció para que se quedara. En verano, la historia será distinta. Tito debe aclararle su papel. No es David Villa precisamente un jugador que se conforme con ocupar un sitio en el frío banquillo.
En todo caso, la compleja labor de dar altas y bajas no tocará hacerla hasta el verano. De momento, que el oasis que ha significado la victoria ante el Milán no impida ver el bosque que hay al fondo, cuando, tal vez, el rival en cuartos de final amenace la estabilidad del Camp Nou.