A Francia le bastó el talento de Diaw y Batum para alcanzar el bronce
Francia perdió el esplendor de sus victorias ante Croacia y España, pero el talento de sus dos principales estrellas le valió para meterse en el podio. Tras un partido tácticamente perfecto ante la anfitriona, la defensa y las piernas no fueron jamás las mismas, como si derrotar al anfitrión fuera el mayor hito a conseguir.
Francia perdió el esplendor de sus victorias ante Croacia y España, pero el talento de sus dos principales estrellas le valió para meterse en el podio. Tras un partido tácticamente perfecto ante la anfitriona, la defensa y las piernas no fueron jamás las mismas, como si derrotar al anfitrión fuera el mayor hito a conseguir, la motivación última. En las semifinales, Serbia le dio un repaso y solo un último cuarto estratosférico de Batum con 17 puntos le dio vida, pero fue nadar para morir en la orilla, el pulso solo tuvo un dueño. Ayer, ante Lituania, a punto estuvo de caerse al precipicio. Diaw y Batum la rescataron en los compases finales.
Ocho puntos arriba (71-64) al término del último cuarto hacían presagiar la rendición gala. Y eso que Batum parecía no acusar el cansancio del día anterior -35 puntos con 8/11 en triples en 37 minutos de juego- y se puso el mono de trabajo para liderar a Francia desde el principio: 8 puntos en el primer cuarto. Por el bando lituano, Valanciunas y Jankunas se las apañaban para que los de Collet no se despegaran en el marcador. En el segundo cuarto, un ex del Real Madrid, Pocius, tomaba el relevo y con su intensidad colocaba uno abajo a su equipo (27-28), si bien los pupilos de Collet no perderían el mando del partido en toda la primera mitad. Eso si, la dinámica invitaba a soñar a los lituanos, que como esa hormiguita que trabaja denodadamente hasta conseguir su objetivo, seguía a la estela de Francia, atosigándola, no dejándola irse en el marcador y amenazándola con darle una estocada definitiva cuando más importara. Un escueto margen (43-42) dictaba el electrónico al descanso.
Diot, Batum y Heurtel, de izquierda a derecha. FOTO: fiba.com.
Tanto amenazaba Lituania que acabo poniéndose por encima en el primer ataque con una canasta de Seibutis. Motiejunas ponía la máxima para los bálticos (50-46) y Collet se veía obligado a pedir tiempo muerto. Francia hizo la goma hasta que llegó el momento de Boris Diaw, quien sacó su clase a relucir y dio una exhibición en el poste bajo mareando a Lavrinovic con sus movimientos de ballet. El pívot de los Spurs es el Zidane del básket. Con dos acciones consecutivas y respaldado por un incansable Batum -quien no se cansó de anotar a lo largo del choque- colocaba a Francia por delante (84-80). Una escasa pero suficiente renta que el baskonista Heurtel se encargaría de sellar desde la línea de personal. El carrusel de tiros libres solo alargó la agonía lituana. Merecida medalla para una Francia que priorizó el juego colectivo y obtuvo su recompensa.