Un buzo encuentra una 'lata' española de 383.000 euros en la otra punta del mundo
El tesoro tiene su origen en el barco español Santa Margarita, que se hundió durante un violento huracán en el año 1622.
Michael DeMar, un joven de 20 años, decidió explorar las aguas cercanas a la costa de Florida en busca de tesoros ocultos sin imaginar que realmente acabaría encontrando uno por valor de 413.000 dólares (algo más de 383.000 euros)
Con un detector de metales, el joven se sumergió a unos 5,5 metros de profundidad en una zona ubicada a unos 48 kilómetros al oeste de Key West. Mientras exploraba el fondo del océano, el detector comenzó a emitir un sonido inusual y lo que en principio parecía ser otro trozo de basura metálica resultó ser algo mucho más extraordinario, según ha informado el medio La Nación.
DeMar se sorprendió al darse cuenta de que se trataba de un cáliz dorado. "Pensé que era una lata de cerveza, así que seguí abanicando y abanicando la arena y me encontré con esto. El tiempo simplemente se detuvo, fue increíble ver ese oro allí abajo", declaró a The Florida Keys & Keys West.
Ese descubrimiento ocurrió en 2008 y siete años más tarde, en 2015, vendió el cáliz dorado en una subasta por 413.000 dólares. Sin embargo, como el joven era empleado de la compañía de buceo Blue Water Ventures y estaba trabajando en el momento del hallazgo, no está claro cuánto del dinero de la venta fue para él y cuánto para la compañía.
El cáliz descubierto por DeMar tiene su origen en el barco español Santa Margarita, un navío repleto de tesoros que se hundió durante un violento huracán en el año 1622, según Reader’s Digest. La embarcación española naufragó frente a las costas de Florida durante el siglo XVII cuando transportaba una riqueza incalculable con destino a España. Desde que se descubrieron los restos del naufragio en la década de 1980, su contenido ha sido objeto de intensas búsquedas.
A lo largo de los años, las corrientes marinas dispersaron los restos del naufragio y alejaron los tesoros del lugar del desastre. Se cree que este cáliz, adornado con un escudo familiar y otras decoraciones intrincadas, fue utilizado por los católicos españoles de la época para ceremonias de comunión.