Rusia se alía con las abejas para esconder sus drones más letales
UAV con carga de verdad, rodeados de señuelos: un enjambre al que hay que disparar, sin saber cuál es el bueno y cuál el malo. Y así Kiev quema munición.
Una fábrica de alta tecnología ideada por Rusia ha creado una nueva forma de atacar a Ucrania: con un pequeño número de drones termobáricos altamente destructivos rodeados de enjambres de señuelos. Abejas, sí, ese es el truco en el que se inspiran.
El plan, que Moscú ha denominado Operación Objetivo Falso, pretende obligar a Ucrania a gastar sus escasos recursos para salvar vidas y preservar infraestructura crítica, incluso mediante el uso de costosas municiones de defensa aérea, disparando donde no es. Lo explica a Euronews una persona "familiarizada" con la producción rusa, así como un experto en electrónica ucraniano que las busca desde su camioneta especialmente equipada.
Ni los radares, ni los francotiradores, ni siquiera los expertos en electrónica pueden determinar qué drones son letales en el cielo. Hay que disparar a todo, pues. Los señuelos desarmados representan ahora más de la mitad de los drones que apuntan a Ucrania y hasta el 75% de los nuevos drones que salen de la fábrica en la Zona Económica Especial de Alabuga en Rusia, según la persona familiarizada con la producción rusa, que habló con el citado medio paneuropeo, bajo condición de anonimato, ya la industria es altamente sensible, una información que constata otro experto en electrónica ucraniano.
La misma fábrica produce una variante particularmente letal del avión no tripulado Shahed, de origen iraní y armado con ojivas termobáricas, dijo la fuente.
Durante el primer fin de semana de noviembre, la región de Kiev estuvo 20 horas bajo alerta aérea, y el sonido de los drones se mezcló con el estruendo de las defensas aéreas y los disparos de fusil. En octubre, Moscú atacó con al menos 1.889 drones, un 80% más que en agosto, según un análisis de AP que ha seguido el rastro de los drones durante meses.
El sábado, Rusia lanzó 145 drones sobre Ucrania, apenas unos días después de que la reelección de Donald Trump pusiera en duda el apoyo de Estados Unidos al país.
Según un análisis de AP de las reuniones militares ucranianas, desde el verano la mayoría de los drones se estrellan, son derribados o desviados por interferencias electrónicas. Menos del 6% alcanza un objetivo discernible, según los datos analizados por AP desde finales de julio. Pero la gran cantidad de ellos significa que un puñado puede colarse cada día, y eso es suficiente para ser mortal.
El 9 de noviembre, el periódico Kyiv Post publicó un vídeo en X que mostraba las consecuencias de un ataque con un dron termobárico en la ciudad portuaria de Odesa.
La zona Alabuga de Tartaristán, un complejo industrial a unos 1.000 kilómetros al este de Moscú, es un laboratorio para la producción de drones rusos. Originalmente creado en 2006 para atraer empresas e inversiones a Tartaristán, se expandió después de la invasión de Ucrania en 2022 y algunos sectores pasaron a la producción militar, añadiendo nuevos edificios y renovando sitios existentes, según imágenes satelitales analizadas por The Associated Press.
En los videos publicados en las redes sociales, la fábrica se promocionaba como un centro de innovación, pero David Albright, del Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional, con sede en Washington, dijo que el propósito actual de Alabuga es exclusivamente producir y vender drones al Ministerio de Defensa de Rusia. Los videos y otros materiales promocionales fueron retirados después de que una investigación de AP descubriera que muchas de las mujeres africanas contratadas para cubrir la escasez de mano de obra allí se quejaron de que las engañaron para aceptar trabajos en la planta.
Rusia e Irán firmaron un acuerdo de 1.600 millones de euros para la compra de los Shaheds en 2022, después de que el presidente Vladimir Putin invadiera la vecina Ucrania, y Moscú comenzó a utilizar importaciones iraníes de vehículos aéreos no tripulados (UAV) en combate ese mismo año. Poco después de la firma del acuerdo, comenzó la producción en Alabuga.
La adaptación más temible de Shahed diseñada hasta ahora en la planta está armada con bombas termobáricas, también conocidas como bombas de vacío, dijo la persona con conocimiento de la producción de drones rusos.
El plan para desarrollar drones señuelo no armados en Alabuga se desarrolló a fines de 2022, según la persona con conocimiento de la producción de drones rusos. La producción de los señuelos comenzó a principios de este año, dijo la persona, que aceptó hablar solo bajo condición de anonimato. Ahora la planta produce alrededor de 40 drones no armados al día y alrededor de 10 armados, que son más caros y tardan más en producirse.
Desde un punto de vista militar, los termobaros son ideales para perseguir objetivos que se encuentran dentro de edificios fortificados o en las profundidades del subsuelo. Crean un vórtice de alta presión y calor que penetra las paredes más gruesas y, al mismo tiempo, absorbe todo el oxígeno que encuentra a su paso.
Los drones termobáricos de Alabuga son particularmente destructivos cuando impactan edificios, porque también están cargados con cojinetes de bolas para causar el máximo daño incluso más allá de la explosión sobrecalentada.
Serhii Beskrestnov, un experto en electrónica ucraniano, más conocido como Flash, cuya camioneta militar negra está equipada con bloqueadores electrónicos para derribar drones, dijo que los termobaricos se utilizaron por primera vez durante el verano y estimó que ahora representan entre el 3% y el 5% de todos los drones.
Tienen una reputación temible debido a los efectos físicos que causan incluso en personas atrapadas fuera del lugar inicial de la explosión: pulmones colapsados, globos oculares aplastados, daño cerebral, según Arthur van Coller, un experto en derecho internacional humanitario de la Universidad de Fort Hare en Sudáfrica, citado por el mismo medio.
Para Rusia, los beneficios son enormes. Un dron desarmado cuesta considerablemente menos que los 47.000 euros estimados para un dron armado Shahed y una fracción ínfima del costo de un misil de defensa aérea relativamente barato. Un señuelo con una cámara de transmisión en vivo permite al avión geolocalizar las defensas aéreas de Ucrania y transmitir la información a Rusia en los últimos momentos de su vida mecánica.
Y los enjambres se han convertido en un hecho desmoralizador de la vida de los ucranianos.