Qué es la Comunidad de Estados Independientes con la que Rusia planta cara a Occidente

Qué es la Comunidad de Estados Independientes con la que Rusia planta cara a Occidente

El presidente Vladímir Putin se reúne esta semana con los líderes de los países miembros de la alianza postsoviética. 

Líderes de la Comunidad de Estados Independientes, reunidos el pasado 26 de diciembre de 2022 en San Petersburgo.Getty Images

La Comunidad de Estados Independientes (CEI) se da cita esta semana en Moscú en una cumbre en la que los jefes de Estado y Gobierno de los miembos discutirán cuestiones claves de la comunidad, con especial atención a los vínculos comerciales, económicos, culturales y humanitarios. La guerra de Ucrania, esa innombrable, estará por supuesto de fondo en el encuentro entre Vladimir Putin y sus aliados.

El mandatario -que justo cumple 72 años este 7 de octubre- ha anunciado que tendrá reuniones individuales y por sectores y regiones con los participantes en el encuentro. 

La CEI es una organización creada a instancias de Rusia por algunas repúblicas tras el colapso de la Unión Soviética, una manera de unir intereses comunes, en teoría, que en la práctica ha cuajado como un encuentro en el que Moscú planta directrices a sus estados amigos del entorno postsoviético. ¿Pero para qué vale realmente?

Vayamos por partes. La CEI es una organización internacional formal que tiene su sede en Minsk, donde gobierna Alexandr Lukashenko, el mayor amigo del presidente ruso Putin y considerado el último dictador de Europa. El grupo lo forman los siguientes países: Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, mientras que Ucrania y Georgia la abandonaron y Turkmenistán tiene estatus de miembro asociado. Las repúblicas bálticas de Estonia, Lituania y Letonia se opusieron a ingresar en él, más orientadas como están a Europa y a la OTAN, para incomodidad del Kremlin. 

Los objetivos para los que fue creada son preservar los lazos económicos y políticos en el espacio postsoviético, una vez que se creó la Federación rusa y nacieron nuevos estados desgajados, pero también fomentar la cooperación militar entre estados, que es lo que más preocupa a Occidente y más ahora, con la invasión de Ucrania.

En su documento fundacional se habla también de una pretendida protección de derechos humanos, la resolución pacífica de controversias entre capitales y la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo. 

La Comunidad forma parte de la Asamblea de Naciones Unidas desde 1994 con estatus de observador, por lo que está avalada internacionalmente, por más que haya quedado relegada y obsoleta con el paso de los años. Sus máximos órganos gubernamentales son los consejos de jefes de Estado y de Gobierno, que se coordinan con otros consejos de temática militar, económica, de defensa o de relaciones exteriores. Cuenta, a su vez, con una Asamblea Interparlamentaria y un Tribunal de Arbitraje. 

Es curioso que la Comunidad de Estados Independientes surgió de una reunión entre los líderes de Bielorrusia, Rusia... y Ucrania. Eran otros tiempos, en diciembre de 1991, cuando Moscú no alentaba a los rebeldes del Donbás ni se anexionaba Crimea ni lanzaba seis frentes invasores a la vez, de madrugada, camino de Kiev. 

Fue el Tratado de Belavezha el que estableció sus bases, como sustituto intergubernamental de la URSS, cuya abolición ejecutiva llevó a su extinción. La alianza se consolidó con el Protocolo de Almá-Atá, explica el CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), y la Carta fundacional de 1993 se ratificó sobre la base de la igualdad soberana de los miembros y del reconocimiento a la independencia de los Estados. 

En el plano económico, la CEI constituyó el Acuerdo de Libre Comercio, vigente desde 2012 hasta 2020, por el que creó una zona libre de aranceles en la exportación e importación. La organización, además, sirvió tras la desmembración deportiva de la URSS: bajo el nombre de Equipo Unificado, las distintas repúblicas participaron juntas por última vez en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. Luego ya llegaron las selecciones de cada país, bajo su propia bandera. 

Este año, la presidencia está en manos de Rusia, desde enero. Moscú ya avisó de que se centraría en temas como la seguridad y el fortalecimiento de la coordinación en la política exterior, según declaró el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, em su toma de testigo. Lavrov también señaló que los países de la región enfrentan desafíos como la lucha contra el terrorismo, el extremismo, el crimen organizado, el narcotráfico, la corrupción, así como el aumento de la actividad biológico-militar de Estados Unidos en Eurasia.