Ni búnkeres ni irte a Australia: un meteorólogo da su peor presagio si hubiera una guerra nuclear
Ojo al "invierno nuclear", de efectos "devastadores".
El presidente ruso, Vladímir Putin, aprobó el mes pasado una doctrina nuclear que permite respuestas con armamento nuclear ante ataques convencionales que amenacen la soberanía de Rusia y Bielorrusia. Dicha doctrina autoriza un ataque nuclear en caso de que el ataque convencional enemigo suponga "una amenaza crítica para la soberanía y (o) integridad territorial" de ambos países, que integran la Unión Estatal Rusia-Bielorrusia.
El documento también considerará "ataque conjunto" la agresión de un país que carezca de armamento atómico, pero que tenga el respaldo de una potencia nuclear.
La doctrina amplía la categoría de alianzas militares contra las que Rusia aplicará la estrategia de disuasión nuclear. "La agresión de cualquier Estado perteneciente a una coalición militar (bloque, alianza) contra la Federación de Rusia y (o) sus aliados es vista como una agresión de la coalición en su conjunto", señala.
Estos nuevos pasos de Vladimir Putin han hecho que el mundo tiemble por la cercanía aparente de la amenaza nuclear. Pero ¿sabes que puede tener consecuencias más allá de lo militar, lo bélico, lo armamentístico? Lo desvela el portal Meteored, que ha entrevistado a un experto para hablar del llamado "invierno nuclear", de efectos "devastadores".
El físico Francisco Martín León explica que "cuando un arma nuclear detona, genera una bola de fuego que incinera todo en su radio inmediato. Pero, además, este proceso libera grandes cantidades de humo, hollín, aerosoles y polvo que ascienden a la estratosfera".
Estas partículas, indica, son capaces de "bloquear parcialmente la luz solar durante meses o incluso años". Como consecuencia, si llegáramos a ese escenario, "se produciría un enfriamiento global extremo y las temperaturas caerían drásticamente" de hasta 25 grados, en todo el planeta.
"Un escenario de devastación que acabaría con los ecosistemas y la agricultura, lo que provocaría una hambruna masiva y el colapso de las civilizaciones humanas: cientos de millones de personas morirían de hambre incluso en países alejados del conflicto bélico", añade el citado medio especializado.
Ya tenemos el frío, pero hay más consecuencias, sostiene el científico: algunas regiones podrían alcanzar "condiciones similares a las de una edad del hielo", también puede interrumpirse la fotosíntesis por la falta de luz solar suficiente, y eso llevaría a una "crisis alimentaria sin precedentes", para humanos y para animales y plantas.
Añade posibles "alteraciones de los patrones climáticos": en algunas regiones, las lluvias podrían "disminuir significativamente", agravando las condiciones de sequía, pero en otras, "podrían desarrollarse tormentas extremas".
Más: Meteored recoge que Martín León destaca, igualmente, que puede haber una "extinción masiva de especies" por los cambios rápidos en el planeta, más consecuencias para la salud humana. "La radicación puede afectar a la médula ósea, el sistema gastrointestinal o el sistema nervioso central". Por supuesto, si alguien se ve expuesto a dosis altas de radiación, el resultado final es la muerte. Los únicos precedentes que tenemos, los de Hiroshima y Nagasaki (Japón), que provocaron la muerte de 240.000 personas. Para quien se exponga de forma menor o indirecta, el riesgo es a desarrollar algún tipo de cáncer.
"Hoy, las ondas de choque de las bombas nucleares modernas son de 20 a 30 veces más potentes" que las lanzadas en la Segunda Guerra Mundial. No solo causarían la destrucción inmediata de todo atisbo de vida en un radio de decenas de kilómetros, sino que también desencadenarían graves efectos climáticos y ecológicos", añade la información.
El experto citado por Meteored explica que la capa de ozono, ubicada en la estratosfera, es esencial para proteger a la vida en la Tierra de la radiación ultravioleta (UV) proveniente del Sol. "Un ataque nuclear masivo podría dañarla hasta hacerla desaparecer". Y finaliza con un aviso: no hay gobierno ni organización internacional preparados para poder parar algo así si se produce un ataque. La solución, pues, es que nunca se llegue de nuevo a lo que ocurrió en Japón en el verano de 1945.