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Los kurdos sellan un acuerdo de paz con los islamistas y se integran en la nueva Siria: ¿qué supone?

Los kurdos sellan un acuerdo de paz con los islamistas y se integran en la nueva Siria: ¿qué supone?

El territorio semiautónomo del noreste -y sus recursos naturales, infraestructuras y milicianos del FSD- pasa a formar parte del Estado sirio. A cambio, los kurdos tendrán por primera vez "derecho a la ciudadanía" y "derechos constitucionales" reconocidos. Estas son las claves y el contexto de un pacto histórico.

El presidente sirio, Ahmed al-Sharaa, y el comandante de las fuerzas kurdosirias, Mazloum Abdi, tras la firma del histórico acuerdo de integración en el nuevo Estado sirio.SANA/Handout via REUTERS

Siria se ha visto sacudida en la última semana por imágenes que han vuelto a estremecer a la comunidad internacional y que siembran la duda sobre las prácticas del nuevo Gobierno de corte islamista que derrocó al régimen del dictador Baschar Al Assad. Miles de muertos en Tartús y Latakia, con numerosos civiles ejecutados, en lo que el ejecutivo interino del presidente Ahmed al-Sharaa ha tachado de insurrección de fuerzas leales a Assad.

Mientras el lunes se daba por finalizada la operación en los antiguos bastiones de la familia del dictador -donde habita la mayor parte de la comunidad minoritaria a la que pertenecían los Assad, los alauitas, o se encontraba la única base naval de Rusia en el Mediterráneo-, una importante firma tenía lugar en Damasco. Una rúbrica histórica que tiene múltiples lecturas. Desde bélicos y económicos a históricos y culturales, pasando por los derechos humanos. 

Los kurdosirios han sellado un acuerdo de paz con los islamistas que derribaron la dictadura que supone la integración del territorio semiautónomo del noreste, así como de las milicianos de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD) en el nuevo ejército regular sirio. También de sus importantes recursos naturales e infraestructuras clave. De esta forma, el nuevo Estado sirio apaga uno de los mayores fuegos que podría extenderse en un país aún sin unificar y hace lo que nunca cumplieron los Assad con la promesa en plena guerra civil. Supuestamente, se reconocerán todos sus derechos civiles y constitucionales.

La 'letra pequeña' de este acuerdo de paz trabajado durante semanas a base de contactos y negociaciones se encuentra en los seis puntos que articulan el pacto cuyo sellado quedó representado en la firma entre el presidente sirio interino, Ahmed al-Sharaa, y el comandante de las fuerzas kurdosirias y de las ya extintas FSD, Mazloum Abdi. Esto es lo que gana cada una de las partes, lo que supone y el escenario de dónde se venía.

Integración del territorio en el Estado sirio: control de los campos petrolíferos, fronteras y prisiones

El primero de los seis puntos acordados es el que absorbe la estructura paralela que han creado y mantenido las autoridades kurdosirias en la última década, durante la guerra civil siria y tras el conflicto librado contra el Estado Islámico. Cuando Assad se vio totalmente acorralado por el avance sin freno de un Dáesh que estableció una de sus capitales en la urbe siria de Raqqa -la otra se erigió en Irak, en Mosul-, se abrió a que las milicias kurdosirias administrasen una suerte de territorio semiautónomo, permitiendo que se pudiera impartir educación en su propio idioma y medidas similares.

Con el empuje de la milicias kurdas del YPG, las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo, -que en su día apoyó incluso EEUU, con el rechazo manifiesto de su aliado turco- desde la batalla de Kobani (la famosa resistencia de Kobane, en la que fue esencial el papel de las mujeres sobre el campo de batalla), lograron avanzar y cosechar una serie de éxitos que permitieron expulsar al Estado Islámico y liberar Raqa. En esa misma urbe, los kurdosirios mantienen el control y custodia de las prisiones que albergan a miles de presos del Estado Islámico. Incluso hacinados con sus familiares. Mujeres y niños.

Una de las principales alarmas que saltó cuando las fuerzas islamistas derrotaron a Assad en Damasco fue el repentino movimiento que se produjo en el noreste. En esas provincias de Al Hasaka, Al Raqa y Deir al Zur. Hace tres meses, las FSD comenzaron a recibir el envite de un grupo de fuerzas rebeldes islamistas -ajenas al que derrocó el régimen- que contaban con el apoyo de Turquía. Series de ataques contra la estratégica presa de Tishrin que cada vez costaba más repeler y en la que un ataque con dron turco se cobró la vida de dos periodistas kurdos

Las FSD llegaron a denunciar que la intención de la Turquía de Erdogan era anexionarse la parte sur. En parte, porque un territorio semiautónomo en el noreste sirio supone un refugio para la insurgencia de los kurdos turcos, el PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), una organización terrorista que tras 40 décadas ponía fin la pasada semana a la lucha armada.

Así, en virtud del acuerdo se ha acordado "integrar todas las instituciones civiles y militares del noreste de Siria en la administración del Estado sirio, incluidos los cruces fronterizos, el aeropuerto y los yacimientos de petróleo y gas". Y no van a perder el tiempo en esta materia. Tras firmarse este lunes el acuerdo, se anunció que un convoy del Ejército regular sirio y de los kurdosirios se dirigía a la zona para el traspaso de poderes y el control de los yacimientos de gas y petróleo.

Integración en el Ejército sirio: hacia la unificación total

De todos los deberes que tiene pendientes el Gobierno de transición sirio, una de las mayores brechas se encuentra en el amplio número de facciones y milicias que conviven en una Siria hecha jirones desde la guerra civil. Las FSD conforman una de las mayores agrupaciones de este tipo -además de unas de las más experimentadas en el campo de batalla- y ahora pasarán a nutrir las filas del Ejército sirio unificado y responderán, por tanto, ante el Ministerio de Defensa de Siria.

Además, también se comprometen a defender y apoyar "al Estado sirio en su lucha contra el régimen de Al Assad y todas las amenazas contra su seguridad y unidad". Desde el primer momento, este fue uno de los puntos que centró las negociaciones, conscientes los islamistas de que podrían acabar cometiendo el mismo error de los Assad, al no tratar de granjearse un control con un ejército homogéneo, a pesar de las diferencias de sus integrantes. Y esto último es clave. Las FSD no solo están conformadas por kurdos, también hay presencia de cristianos y asirios. 

¿Qué reciben los kurdos?: alto al fuego, paz, derechos y reconocimiento

Otro de los puntos del acuerdo establece que se impone "un alto el fuego en todos los territorios sirios", precisamente en alusión a uno de los puntos donde se continuaban registrando combates. Sin embargo, a muy pocos se le escapa que los dos primeros puntos de este acuerdo suponen ceder recursos económicos, servicios clave y posiciones estratégicas. Pero no es solo a cambio de la paz o de ese fin de las hostilidades.

Por primera vez en Siria se les reconoce a los kurdos el "derecho a la ciudadanía y todos sus derechos constitucionales", cuestiones totalmente prohibidas en la dictadura, a pesar de las promesas de Assad cuando les necesitó en términos militares. Mas no solo eso. Los kurdos tendrán garantizadas la "representación y participación en el proceso político y en todas las instituciones del Estado sobre la base de su competencia, independientemente de su origen religioso y étnico".

Pero la clave está en la siguiente afirmación que recoge el texto del pacto: "La comunidad kurda es una comunidad indígena del Estado sirio, y el Estado sirio garantiza su derecho a la ciudadanía y todos sus derechos constitucionales". Esto quiere decir que se deberá reconocer a los kurdos como un pueblo que forma parte de Siria y que tiene derecho a la ciudadanía con esa premisa. Un movimiento que recuerda profundamente al cambio de aspiraciones por parte de la comunidad y la lucha de los kurdos en Turquía. Y que entronca con lo ocurrido en Siria.

¿Por qué ahora?: el paso histórico del PKK

Si bien en los últimos meses sí ha habido acercamientos y negociaciones de una forma más o menos regular, la realidad es que este pacto ha sido puesto en entredicho en numerosas ocasiones. De hecho, lo que ha pasado en Turquía habría sido un elemento determinante de que se sellase el acuerdo entre los kurdosirios y Damasco. Se trata del llamamiento del líder del PKK, Abdullah Öcalan, desde la cárcel en la que está desde 1999, para poner fin a la lucha armada. Es decir, de una forma u otra, el fin de la insurgencia kurdoturca ha sentenciado a la insurgencia kurdosiria.

Öcalan apostó por una nueva vía centrada en la política y que se centre en lograr reconocimiento de derechos y cierto grado de autonomía de los kurdos, sin aspirar a lograr el sueño de contar con un territorio propio -los kurdos son un pueblo sin nación de lo que denominan Kurdistán, una región que se extiende por partes de Siria, Turquía o Irak-. Este nuevo planteamiento pasaría por llegar a acuerdos con los de Erdogan para que el partido prokurdo DEM no sufra el habitual acoso y ataques violentos o mortales allí donde concurren a las elecciones. 

Pero, como con todo lo que ocurre en la región, subyacen otros elementos de fondo. El principal es que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan ya no goza de los mismos índices de apoyo que en el pasado y el mandatario turco aspira a realizar un cambio que precisa de una gran mayoría. En un intento de lograr que sea legal estar más tiempo en el poder, Erdogan busca impulsar un cambio constitucional que acabe con la limitación de mandatos. 

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Antón Parada es redactor de actualidad en El HuffPost. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Antes de llegar aquí trabajó cinco años en La Voz de Galicia y pasó por los micrófonos de Radio Voz.

Puedes contactar con él escribiendo a: anton.parada@huffpost.es