La política exterior de Trump: lo que planea en las guerras de Oriente Medio y Ucrania

La política exterior de Trump: lo que planea en las guerras de Oriente Medio y Ucrania

El republicano plantea un mundo sin contiendas que le salpiquen demasiado, porque eso supone más ahorro y menos quebraderos de cabeza. Pero sus salidas plantean serios interrogantes, en un marco de política exterior más aislacionista e fortuita.

Donald Trump y Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca, con el documento que reconoce la soberanía de Israel sobre el Golán ocupado, en una imagen de archivo.Leah Millis / Reuters

Pasamos de las hipótesis a las certezas: Donald Trump ha ganado las elecciones en Estados Unidos y estará ya el 20 de enero sentado en el Despacho Oval. En sus manos, las riendas del país más poderoso del mundo y, por ende, la capacidad de influir en todo el planeta. La doctrina de Andrew Jackson siempre ha sido el marco: garantizar la hegemonía mundial de EEUU y guardarse el derecho a intervenir cuando le convenga a sus intereses. Ese es el marco, pero el republicano viene dispuesto a hacer lecturas muy particulares

La política exterior de Trump fue especialmente nefasta en su primer mandato, de 2017 a 2021. El multilateralismo saltó por los aires, dio la espalda a sus aliados estables, azuzó fuegos como el del conflicto palestino-israelí, se salió de organismos y tratados internacionales porque no le daban la razón...

Su plan era y es aislacionista y quiere que EEUU se desenrede de los conflictos en otras partes del mundo. "Me importa un comino la OTAN (...). Sus conflictos no valen lo que valen las vidas de los estadounidenses", llegó a decir, amenazando con irse y, desde luego, garantizando que no iba a aportar en conflictos que no le interesan. Eso es verdad: Trump no es un belicista, digamos, prefiere dejar todas las misiones tiradas para centrarse en casa, aún a costa de no cumplir con sus compromisos internacionales.

Ahora, ha dicho que pondrá fin a la guerra en Ucrania en 24 horas a través de un acuerdo negociado con Rusia del que no da detalles, una medida que, según los demócratas, envalentonaría a Vladimir Putin. Insiste en que con él en el mando, no habría habido guerra, como tampoco Hamás habría atacado a Israel ni Israel habría iniciado la ofensiva sobre Gaza y Líbano. Trump se ha posicionado como un firme partidario de Israel, eso no cambia, y un odiador intenso de Irán.

Siempre criticó que la OTAN se llevaba mucho dinero de EEUU y sus aliados no estaban a la altura. Fue entonces cuando exigió que cada país miembro gastara al menos un 2% del PIB en Defensa, compromiso que Biden también ha alentado y ya se está cumpliendo. Pero, más allá del dinero, está la necesidad de fondo de la Alianza, que el republicano no acaba de ver. En su primer mandato amagó con sacar a EEUU del grupo y ahora podría hacerlo. Los que lo refrenaron entonces (John Kelly, Mike Pompeo o Mike Pence) ya no están con él. El daño de su marcha sería irreparable para la Alianza, en tiempos de amenaza total de Rusia.

Pero afinemos lo que dice que hará en los grandes frentes: Ucrania, Oriente Medio y Asia-Pacífico. 

Negociación para Ucrania

Stefan Wolff, profesor de Seguridad Internacional en la Universidad de Birmingham, ha publicado en The Conversation un replicado análisis en el que expone que lo más probable es que Trump "intente forzar a Kiev y a Moscú al menos a un alto el fuego a lo largo de las actuales líneas del frente." Esto podría implicar, indica, "un acuerdo permanente que reconociera las ganancias territoriales de Rusia, incluida la anexión de Crimea en 2014 y los territorios ocupados desde la invasión a gran escala en febrero de 2022".

También es probable, matiza, que Trump acepte las exigencias del presidente ruso, Vladímir Putin, de impedir una futura adhesión de Ucrania a la OTAN, que fue uno de los puntos esenciales por los que el Kremlin trató de justificar el lanzamiento de su "operación militar especial". "Dada la conocida animadversión de Trump hacia esa organización, también supondría una importante presión para los aliados europeos de Kiev. Trump podría, una vez más, amenazar con abandonar la alianza para conseguir que los europeos firmaran un acuerdo con Putin sobre Ucrania", añade el autor.

Hamzah Rifaat, analista del Fondo Carnegie para la Paz Internacional (Carnegie Endowment for International Peace), expone, por su parte, que estamos ante un expresidente y nuevo presidente que "es más amistoso con Putin debido a su admiración histórica por los líderes autoritarios y el deseo de asegurar los intereses comerciales en Rusia que ha perseguido desde 1987", lo que puede cambiar las cosas. 

"Trump ha declarado que buscará ponerle fin a la guerra y terminar la prolongada financiación estadounidense a Ucrania. Cabe destacar que su capacidad para convencer a Putin y al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, de que acepten los términos sigue siendo cuestionable", avisa.

Y es que, como expone el coronel español retirado Manuel Gutiérrez, la estrategia de la paz es buena, pero "no la de forzar, o no aún". "Veo dos diferencias en su abordaje: la primera es que Trump prefiere negociar con Putin, más que con Zelenski, porque lo respeta más, lo ve como un hombre fuerte y tiene afinidad con ese corte. La segunda es que quiere negociar y no perpetuar la guerra", indica. 

"Hasta ahora, Joe Biden ha mantenido la ayuda a Kiev pero de forma calculada, con las armas justas y poniendo limitaciones a su uso, intentando que Rusia se desgaste sin tener que internacionalizar más la contienda ni agravarla. Trump quiere acabar con ella pronto y no le gusta esa estrategia, quiere forzar a negociar. Si Ucrania no se aviene, Washington abandonará su apoyo o lo reducirá notablemente, porque lo que no quiere es seguir enredado en un tema que cree europeo. Si es Rusia quien no debate, entonces EEUU irá con todo en su ayuda a Ucrania, hasta lograr hundir a Moscú", defiende. 

A su entender, la estrategia es "hace saber a las dos partes que dependen de EEUU para la solución y que el nuevo presidente la quiere de inmediato". Cree el español que Zelenski va a colaborar, pero "hay que ver lo que se pone en los mapas, lo que le cuesta de soberanía, hasta dónde se llega, si es aceptable". 

El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, aseguró este jueves que su país está abierto al diálogo con la futura Administración Trump. "Veremos si hay propuestas. Insisto, no fuimos nosotros quienes congelamos las relaciones y no somos nosotros los que debemos plantear su restablecimiento", dijo en declaraciones realizadas durante su visita a Kazajistán. Y añadió: "Pero si se produce una iniciativa sincera para sentarnos sin demandas unilaterales y hablar sobre dónde estamos y cómo avanzar, no seremos nosotros los que pongamos pegas".

Zelenski, por su parte, llamó al republicano para felicitarle y le transmitió su confianza en que un liderazgo fuerte de Washington bajo su mando lleve a una paz justa en Ucrania. "He tenido una excelente llamada con el presidente Donald Trump y le he felicitado por su histórica y abrumadora victoria, por la tremenda campaña que hizo este resultado posible", escribió en su cuenta de la red social X.

Durante la llamada, el jefe del Estado ucraniano destacó "el gran trabajo" del "equipo y la familia de Trump". "Hemos acordado mantener un estrecho diálogo y avanzar en nuestra cooperación. Un liderazgo de Estados Unidos fuerte y firme es vital para el mundo y para una paz justa", concluyó Zelenski.

El amigo de Tel Aviv

En el caso de Oriente Medio, la política trumpista seguirá como en su primer mandato y como siempre en la Administración norteamericana: favorable a su aliado histórico, que es Israel. Wolff expone que Trump "ha sido un firme defensor de Israel y Arabia Saudí en el pasado" y por eso "es probable que redoble su apuesta, incluso adoptando una línea aún más dura con Irán" en la zona. Esto concuerda "perfectamente" con las prioridades actuales del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Gaza o Líbano no son tanto sus prioridades. Los aliados con los que sacar tajada, sí. 

"Netanyahu parece decidido a destruir a Hamás, a Hezbolá y a los hutíes, aliados de Irán en Yemen, y a degradar gravemente las capacidades iraníes. Al destituir a su ministro de Defensa, Yoav Gallant, crítico con la gestión de la ofensiva en Gaza, Netanyahu ha sentado las bases para una continuación del conflicto allí", expone. Un paso dado por Tel Aviv justo en caliente, el día de las elecciones en EEUU, como paso preparatorio para un endurecimiento, se entiende: prepara una ampliación de la ofensiva en Líbano y un ataque potencialmente devastador contra Irán en respuesta a cualquier nueva acción iraní contra Israel.

"La elección de Trump envalentonará a Netanyahu para actuar. Y esto, a su vez, también fortalecería la posición del nuevo presidente hacia Putin, que ha llegado a depender del apoyo iraní para su guerra en Ucrania. Trump podría ofrecer frenar al líder israelí en el futuro como moneda de cambio con Putin en su apuesta por asegurar un acuerdo sobre Ucrania", entiende el profesor.

Rifaat califica de "más predecible" la política de Trump en la zona, justo por su aval sin fisuras a Israel. "Su aversión a los manifestantes propalestinos y su apoyo a Tel Aviv son bien conocidos, como lo demuestra su decisión de 2017 de trasladar la embajada de Estados Unidos a Jerusalén", recuerda.

Sin embargo, al igual que con la guerra en Ucrania, Trump ha pedido una resolución del conflicto. "También cree que tiene más influencia que Biden sobre Netanyahu debido a su apoyo a los asentamientos israelíes ilegales, el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y como arquitecto de los Acuerdos de Abraham que ayudaron a Tel Aviv a normalizar las relaciones con ciertos países musulmanes de la región", argumenta.

Con Trump también habrá "un mayor impulso hacia la militarización con la posibilidad de que se produzcan asesinatos de figuras como Qasim Soleimani, de la Guardia Revolucionaria iraní", indica. Trump retiró a Estados Unidos del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) durante su mandato como presidente y, de manera similar, acudiría en ayuda de Israel en caso de un ataque de Irán.

Gutiérrez recuerda, además, que aunque Trump no quiera "meterse en guerras", tampoco va a detener a Israel si decide atacar intereses iraníes y hace que suba la temperatura de guerra en la zona, porque tiene "un rechazo visceral a Teherán", a quien impuso "las más serias sanciones" en su mandato, y hasta abandonó el acuerdo para mantener las investigaciones atómicas iraníes en el plano civil, desoyendo a la comunidad internacional. "Es un tiempo sumamente peligroso para el mundo", recalca.

Kim Jong-Un y Donald Trump, durante su encuentro en 2019.Getty images

Indo-Pacífico, su gran interés

Trump quiere quitarse de encima las guerras no por las víctimas que generan, a las que no se refiere nunca, sino porque le restan tiempo y dinero para centrarse en lo que más el interesa: el Indo-Pacífico. Hay que estar pendientes, pues, de las tensiones que se puedan generar en su mandato con Taiwán o en el paso comercial del Estrecho de Malaca. Siempre, con el magnate, la base de su interés, hasta en una contienda, es económica. 

El profesor de Birmingham entiende que las relaciones con China probablemente se caracterizarán "más por la continuidad que por el cambio". "Siendo quizá el principal reto estratégico de política exterior para EEUU, la Administración Biden continuó muchas de las políticas que Trump adoptó en su primer mandato, y es probable que las redoble en un segundo mandato", recuerda.

Por eso, "es posible" que la Casa Blanca de Trump aumente los aranceles a la importación, y en buena parte para atacar a China. Pero también puede ocurrir que Trump esté abierto a "acuerdos pragmáticos y transaccionales" con el presidente chino, Xi Jinping, como los ha hecho el propio Biden. Dependerá del daño interno a las cuentas patrias, porque fundamentalmente, a Trump le enfada que le hayan inundado el mercado con productos chinoos baratos y de ahí su contraataque. 

Al igual que en las relaciones con sus aliados europeos en la OTAN, "un serio interrogante se cierne sobre el compromiso de Trump con la defensa de Taiwán y otros aliados del tratado en Asia, incluyendo Filipinas, Corea del Sur y, potencialmente, Japón. En el mejor de los casos, Trump se muestra tibio en cuanto a las garantías de seguridad estadounidenses", dice Wolff. "Pero como demostró su relación intermitente con Corea del Norte en su primer mandato, Trump está dispuesto, en ocasiones, a ir más allá, acercándose peligrosamente a la guerra. Así ocurrió en 2017 en respuesta a una prueba norcoreana de misiles balísticos intercontinentales", expone.

La imprevisibilidad del régimen de Pyongyang hace que otro roce de este tipo sea "tan probable como que la imprevisibilidad del nuevo presidente electo estadounidense haga concebible que acepte una Corea del Norte con armas nucleares como parte de un acuerdo más amplio con Rusia, que ha desarrollado relaciones cada vez más estrechas con el régimen de Kim Jong-un". Hacerlo, concluye, daría a Trump "una influencia adicional sobre China, que ha mostrado preocupación por los crecientes lazos entre Rusia y Corea del Norte".

Rifaat insiste: la clave será el dinero. "No hay duda de que la política exterior de Trump hacia China fue agresiva y confrontativa en su gobierno. Desvincularse de Pekín debilitando la interdependencia comercial entre los dos países e imponiendo aranceles de hasta el 60% a las importaciones del país ha sido parte de la doctrina Trump", y seguirá siendo así en los cuatro años por venir. Las tensiones geopolíticas de alrededor vendrán marcadas o afectadas por ello. 

Para el coronel español explica que China "ha emitido una declaración en la que expresa que, de ser elegido Trump, el futuro de Taiwán podría verse comprometido, describiendo un posible escenario en el que la isla pasaría de ser un peón a un hijo abandonado". "A Pekín le preocupa por la retórica anti-China de Trump, en especial sobre Taiwán y la industria de semiconductores", dice. 

En campaña, el republicano ha reiterado acusaciones contra Taiwán, afirmando que la isla "robó" la industria de semiconductores de Estados Unidos, un sector vital tanto para la economía taiwanesa como para la estadounidense. En sus declaraciones, también sostuvo que se debería compensar a Washington por el apoyo militar brindado a la isla. Pero también ha avisado directamente a China: de utilizar la fuerza militar contra Taiwán, impondría aranceles de hasta el 200 % a Pekín. Ahora está por ver si mantiene la ayuda militar que Washington está suministrando a Taiwán en estos años o si la reduce, rebajando tensiones con Pekín. 

Así que planes de paz no es que tenga Trump. Lo que sí le sobran son cálculos para hacer "a América grande de nuevo", que es el objetivo uno. Y si una guerra se interpone, entonces la abordará. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.