Kamala Harris, la guerrera de la "libertad" y la "alegría" demócrata para ganar a Donald Trump
El viaje de la candidata del Partido Demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre para conquistar la Casa Blanca: una lucha por la libertad y la igualdad.
Kamala Harris es, desde este jueves, la primera mujer afroamericana y la primera persona de origen sudasiático en hacerse con la nominación de uno de los grandes partidos de EEUU, el Partido Demócrata, por lo que aspirará el 5 de noviembre a romper un nuevo techo de cristal y convertirse en la nueva inquilina de la Casa Blanca. Lo hace, después de que los demócratas la hayan descrito estos últimos cuatro días, los que ha durado la Convención Nacional de Chicago, como una mujer fuerte, una guerrera de la "libertad" y la "alegría" capaz de vencer al candidato republicano, Donald Trump.
La trayectoria de Kamala Harris, de 59 años, ha estado marcada por las primeras veces: fue la primera fiscal de distrito negra y la primera mujer en ejercer como fiscal general en California; la primera indio-estadounidense en llegar al Senado y la primera mujer en la Vicepresidencia de Estados Unidos. Sin embargo, insiste en presentarse a las elecciones como la aspirante que va de tapadillo y ha optado por dejar en segundo plano lo histórico de su posible victoria electoral y los efectos que tendría su llegada a la Casa Blanca, si se compara la suya con la campaña de Hillary Clinton en 2016.
En su biografía, The Truths We Hold (Las Verdades que Sostenemos), Kamala Harris explica que prefiere describirse a sí misma como "una estadounidense" más, y asegura que siempre se ha sentido cómoda con su identidad de mujer de raza mixta, la que ahora Donald Trump utiliza contra ella para poner en duda que sea lo suficientemente negra. Su nombre, que los republicanos fingen no saber pronunciar para atacarla también, significa "flor de loto", una planta que crece bajo el agua y que solo emerge a la superficie cuando sus raíces están bien plantadas en el fondo.
Nacida el 20 de octubre de 1964 en Oakland (California), es la hija mayor de la pareja de inmigrantes Shyamala Gopalan, una investigadora contra el cáncer de la India, y Donald Harris, un economista de Jamaica, quienes se divorciaron cuando ella tenía siete años. Su madre, fallecida en 2009, fue una figura central en su vida y la persona a quien acudió en un momento que marcó su futuro profesional y personal. Durante su adolescencia, su mejor amiga del instituto le confesó haber sido víctima de abuso sexual por parte de su padrastro. Ante esta terrible situación, no dudó en llamar a su madre, su confidente, para hacer los arreglos necesarios y que su amiga pudiera mudarse a vivir con ellas.
Ese incidente despertó la vocación de Kamala Harris, que en ese instante decidió que se dedicaría a proteger a las víctimas de cualquier crimen. Entre 2004 y 2011 fue fiscal de distrito en San Francisco y entre ese último año y 2017 ejerció como fiscal general de California. En 2016 logró un escaño en el Senado y pronto destacó por sus preguntas incisivas a miembros del Gobierno de Donald Trump, así como a dos jueces nominados por él para el Supremo, entre ellos Brett Kavanaugh, acusado de abusos sexuales.
En 2020 se lanzó a competir por la nominación presidencial del Partido Demócrata, pero tuvo dificultades para definir sus propuestas y algunos votantes consideraron que no era lo suficientemente auténtica. El presidente estadounidense, Joe Biden, acabó por ser el candidato del partido y la eligió para la Vicepresidencia. Ya en la Casa Blanca, apenas tuvo oportunidad de brillar, por lo que se ha ganado la etiqueta de comunicadora mediocre o de jefa con la que es difícil trabajar.
Joe Biden le encargó atajar las "causas raíces" de la migración en Centroamérica, un tema "maldito" en la política estadounidense y que lleva décadas sin solución. Como parte de esa labor viajó a Guatemala, donde protagonizó uno de sus momentos más polémicos al decirle a los migrantes que intentan entrar en Estados Unidos: "No vengan", en lo que se interpretó como un discurso carente de empatía. Enseguida intentó dejar ese tema atrás y amplió su agenda con iniciativas sobre la epidemia de la violencia armada en EEUU.
No obstante, fue en la defensa del derecho al aborto donde finalmente encontró su voz. Kamala Harris se convirtió en la portavoz de la Administración sobre el tema, canalizando la indignación que millones de mujeres sintieron cuando la Corte Suprema de EE.UU. anuló en 2022 la protección federal del derecho al aborto.
Tras la decisión de Biden de poner fin a su campaña, Harris construyó rápidamente su campaña presidencial en torno al concepto de libertad: para que las mujeres decidan sobre sus cuerpos y para que cada estadounidense aspire a una vida mejor. Con la canción Freedom de Beyoncé como himno, la candidata demócrata ha recorrido el país con el lema "no retrocederemos". Su mensaje central plantea que Estados Unidos debe elegir entre dos visiones: un país marcado por el "caos", el "miedo" y el "odio" de Trump, o uno de "libertad" y "esperanza", el que representa el tándem que forma junto a Tim Walz.
En la convención demócrata en Chicago, que empezó el pasado lunes, y en la que Kamala Harris ha aceptado la nominación, el expresidente Barack Obama la ha presentado como la sucesora del movimiento de la "esperanza" que lo llevó a la Casa Blanca en 2008. Doug Emhoff, su marido, la ha descrito como una "guerrera alegre", elogiando su risa franca, un rasgo que Donald Trump ha intentado usar en su contra.
Esta noche, Kamala Harris se ha subido al escenario de la Convención Nacional del Partido Demócrata de Chicago para definirse a sí misma, con todos sus matices.