Lo que el 155 unió y separará la Gürtel
El PSOE impulsará una moción de censura contra Rajoy, tras conocer la sentencia de la trama corrupta. Sánchez reúne a su dirección con urgencia, tras sondear la opinión de los territorios y a sabiendas que es difícil que la iniciativa salga adelante
El "idilio" Rajoy - Sánchez está a punto de acabar. Lo que el 155 unió lo separará la Gürtel. Y es que si un falso máster y dos cremas fueron argumentos suficientes para impulsar una moción de censura en Madrid contra Cristina Cifuentes, la sentencia sobre la trama corrupta no puede dar para menos. Al PSOE no le queda otra que seguir la misma estrategia contra Mariano Rajoy, después de que la Audiencia Nacional haya considerado probado que el PP se benefició de la actividad delictiva para financiarse ilegalmente y que el propio tribunal haya cuestionado la credibilidad del presidente del Gobierno.
El debate sobre la moción de censura surgió en la calle Ferraz nada más conocer la sentencia y escuchar la dureza en los pronunciamientos tanto de Pablo Iglesias como de Albert Rivera. Pedro Sánchez, sin embargo, prefirió callar durante todo el día, y sondear la opinión al respecto de los distintos secretarios generales del PSOE. "No hay salida", fue la conclusión más extendida entre quienes hablaron durante el día con el líder del PSOE y con su círculo más cercano.
De motor diesel más que gasolina, desde la dirección federal no se emitió más que un mensaje de WhatsApp pasadas las dos de la tarde que decía literalmente: "El PSOE considera inaceptable la respuesta del PP y el Gobierno ante la sentencia del caso Gürtel que implica políticamente al presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy".
Antes habían llamado a capítulo en todas las federaciones para que ningún cargo regional o provincial se pronunciara en público sin haber hablado antes con el secretario de Organización, José Luis Ábalos.
Para entonces Sánchez ya había sondeado algunas opiniones y, tres horas más tarde, se anunciaba para 24 horas después una convocatoria extraordinaria de la Comisión Ejecutiva Federal, a sabiendas de que contaría con el respaldo de los principales barones, aunque no telefoneó personalmente a varios de ellos.
La estrategia no es otra que aprovechar el momento de especial debilidad del partido del Gobierno por la acumulación de casos de corrupción, el bloqueo en Cataluña y el auge de Ciudadanos, y poner contra las cuerdas a un Albert Rivera, que no para de crecer en las encuestas y se ha convertido ya en un problema tanto para socialistas como populares.
El marco que el PSOE pretende abrir, si lo avala así la dirección federal, supone una ventana de oportunidad para un Sánchez que en los últimos meses ha quedado desdibujado en la escena nacional en beneficio de Rivera, que actúa ya de facto en el Parlamento como único jefe de la oposición al Gobierno, aún siendo su principal socio.
Sánchez pretende ahora arrebatar el protagonismo a Rivera con una moción, que lo más seguro es que acabe en fuegos de artificio, ya que es improbable que el líder del PSOE pueda ser investido con los votos de Podemos y Ciudadanos por un lado o con los de el partido de Pablo Iglesias más los del independentismo, que le considera parte de la llamada "triple alianza" contra Cataluña.
Aún en el caso de que ERC, hoy distanciado de la estrategia de confrontación de Puigdemont con el Estado, apoyara una presidencia de Sánchez y aceptara volver a la vía autonomista, serían además necesarios los votos del PNV, Bildu, Coalición Canaria y el PDeCAT que ha impulsado en Cataluña a un president que el propio Sánchez ha comparado con Le Pen y ha tachado de xenófobo y supremacista.
Sea como fuera, el secretario general del PSOE ha encontrado, tras varios meses de levedad y estancamiento en las encuestas, un espacio para reivindicarse como la alternativa de Gobierno que, hoy por hoy, no ven en él ni los que votaron socialismo en las últimas generales. En las próximas horas, tendrá que explicar en todo caso el alcance, los fundamentos y los votos con los que espera sacar adelante la que será la segunda moción de censura de la actual Legislatura. Esto y explicar, además, como piensa pedir apoyo a Rivera, a quien en los últimos días, no ha dejado de igualar con lo peor del "aznarismo".
En La Moncloa no dan crédito al penúltimo movimiento del socialista, con quien Rajoy había conseguido tejer en los últimos meses una relación de complicidad que nunca ha tenido ni tendrá ya con el que es su principal socio en el Parlamento. Y en algunos sectores del PSOE consideran que ha dado tantos bandazos ya que es imposible que su enésimo movimiento táctico le haga subir enteros en el marcador de la política.