¿Violador o no?
¿Por qué hiciste observaciones sobre su ropa? ¿Por qué miraste su móvil y espiaste sus mensajes? ¿Sospechaste que tu comportamiento estaba mal? ¿Por qué no le contaste tu problema a alguien? ¿Qué te hizo creer que ella era de tu propiedad? ¿Con qué derecho le pediste que no saliera aquella noche? ¿Te diste cuenta de que eras obsesivo? ¿Por qué te enfadaste cuando se puso a hablar con su amigo? ¿Por qué no te fuiste cuando te pidió que la dejaras en paz? ¿Cómo gestionaste tus emociones? ¿Por qué no te controlaste? ¿Sentiste vergüenza de ti mismo? ¿Por qué la seguiste? ¿Cuándo decidiste que sería buena idea meterla en un portal? ¿La malinterpretaste? ¿Por qué le bajaste los pantalones? ¿Hiciste algún gesto mientras la penetrabas? ¿Sabías que la estabas violando? ¿Por qué no paraste? ¿Por qué no acudiste a la policía para entregarte?...
Así serían las preguntas con las que habitualmente se cuestiona y se hostiga a las víctimas de violencia machista si las dirigiésemos al maltratador. Si hay algo que se está poniendo en evidencia últimamente es que las estructuras son más machistas que el propio machismo que intentan erradicar y así vamos mal, muy mal.
Detectives privados contratados para cuestionar el comportamiento de la víctima el día después. Desastrosas campañas contra la violencia de género que dan consejos a las víctimas para detectar el maltrato y "detenerlo" a tiempo. Incomprensibles respuestas de la justicia a mujeres acosadas: "Si no quieres que te acose, bloquéale". Y ahora un nuevo programa en la televisión holandesa que lleva por título "¿Violada o no?". Una especie de recreación de casos reales de violaciones interpretados por actores que luego se someterán a la opinión pública. ¿Imaginan el despropósito?
Ahora resulta que las violaciones son ideales para amenizar las cenas familiares y que el tema de conversación sea juzgar si a esa persona la han violado de verdad o no. "¿Te parece que gemía de placer o de dolor?", "no ha hecho ningún gesto... ¿eso significa que sí quería que la violasen?". Que se frivolice con un tema tan serio para hacer espectáculo ya es en sí espeluznante, pero que el objetivo sea determinar si la víctima ha sido violada y no si la persona causante es un delincuente debería hacernos recapacitar.
¿Por qué el programa no se titula "¿Violador o no"?, ¿por qué se sigue invisibilizando desde todos los ámbitos a los maltratadores? El programita se las trae por muchos más motivos: personas no expertas están instruyendo a la población sobre delitos sexuales y se mete en el mismo saco a hombres que supuestamente violan a mujeres y a mujeres que supuestamente violan a hombres. Bienvenidos a la era de los medios comprometidos con las causas sociales. Propongo título para próximas temporadas "¿Programas que normalizan la cultura de la violación o no?"
Hace días que circula por las redes este vídeo de la socióloga Carmen Ruiz Repullo, en el que a través de la historia de Pepa y Pepe va desgranando todos los pasos que pasan desapercibidos en una relación de pareja y que preceden a una agresión física o abuso sexual. La historia es muy didáctica (lleva varios millones de reproducciones y miles de compartidos) y sería un gran material de trabajo si no dirigiera una vez más todos los consejos hacia Pepa, la víctima.
Según esta historia, es ella quien tiene que darse cuenta de las señales, es ella la que está equivocada porque piensa que él va a cambiar, es ella la que va subiendo escalones, es ella la que lo va permitiendo, es a ella a quien tiene que ayudar toda la sociedad... ¿A quién no le han dicho alguna vez eso de "necesitas unas gafas mejor graduadas porque eliges fatal los hombres"? ¿Por qué nadie le dice a Pepe que es él quien ha fracasado? ¿Por qué nadie le hace sentirse culpable? ¿Por qué es nuestra responsabilidad?
Para todas aquellas personas/medios/instituciones/ministerios que tengan problemas con el enfoque de la violencia de género les invito a volver a leer el primer párrafo de este artículo. Es recomendable recitarlo unas cuantas veces al día en voz alta para ir eliminando esos vicios, también machistas, que nos impiden avanzar si seguimos focalizando el problema en las víctimas.