Una sanitaria denuncia el "desahucio" de su unidad: "Se llevaban las cosas mientras atendíamos a dos embarazadas"
El Hospital Clínico de Valencia ha reubicado de urgencia sus paritorios por la necesidad de habilitar más UCI por covid y la decisión ha provocado problemas.
Salas de espera con goteros y bombonas de oxígeno; pasillos llenos de camas y UCI reforzadas donde quede un hueco. El colapso sanitario ha llevado a cambiar la distribución de muchos hospitales por la pandemia y su normal funcionamiento ya no es normal. Uno de los centros más afectados es el Clínico de Valencia, donde los paritorios han sido “desahuciados” para habilitar más plazas de coronavirus, en palabras de una trabajadora que ha denunciado su situación.
El equipo de matronas vio cómo el viernes les movían de su lugar de trabajo sin más aviso. “Fueron ‘a saco’ a desalojarnos. Fue un desahucio en toda regla. Empezaron a entrar informáticos y más gente a llevarse cosas mientras teníamos a dos mujeres de parto”, explica una de ellas. “Estamos indignados por las maneras”.
El Hospital Clínico de Valencia en el que ejerce su labor es un centro público que está considerado de tercer nivel. Eso significa que, en cuestiones de maternidad, se hace cargo de embarazos prematuros, patológicos y todos aquellos que debido a su complejidad no pueden tratar en clínicas menores por falta de equipo especializado, como una UCI neonatal. Su importancia como centro de referencia agrava los efectos de lo ocurrido.
“Que nos muevan y nuestro servicio se vea afectado conlleva un riesgo para madres y bebés y, además, que los partos normales tengan que ser derivados a clínicas privadas supondrá un gasto añadido para la Seguridad Social”, comenta esta trabajadora.
Desde el equipo directivo explican que ante la urgencia sanitaria, se encuentran “en momentos de constantes cambios y adaptaciones”, aunque todo forma parte de un protocolo ya establecido. “Una de las medidas del plan de contingencia del centro contempla poder habilitar los espacios necesarios para asegurar la asistencia en estos momentos de pandemia, uno de ellos han sido los espacios de paritorios”, precisan. En la Comunidad Valenciana, la ocupación de camas UCI por covid es de 61,37%, la segunda tasa más elevada del país.
Con respecto al traslado de partos, el hospital lo confirma “en casos normales y sin complicación”. Esas intervenciones están siendo derivadas al Hospital Quirón, un centro privado situado a 400 metros. “Las cesáreas y aquellos en que pudiera preverse complicación o en los que el bebé pudiera requerir UCI neonatal se siguen llevando a cabo en nuestras instalaciones”, señalan.
Un trayecto de 10-15 minutos hasta el quirófano
Sin embargo, el mayor problema al que se ha enfrentado el equipo de matronas es la distancia con el quirófano. “Esto puede ser terrible en caso de urgencia vital”, confiesa la trabajadora. En concreto, explica que durante unos días han estado “a unos 10 o 15 minutos del quirófano, cuando antes estábamos a unos 30 segundos”.
El trayecto era laberíntico. “Estábamos en la octava planta, nos tocaba bajar a la segunda, salir y cruzar una pasarela y, tras atravesarla, entrar a otro edificio, coger otro ascensor y bajar al primer piso”, cuenta.
Desde el centro confirman que esta problemática solo fue así en un primer momento, pero “ya se ha solucionado”. “Ahora la asistencia de urgencias ginecológicas para estos casos y el quirófano se encuentran en el mismo edificio”. La propia sanitaria ha confirmado posteriormente una nueva ubicación tras la ‘mudanza exprés’, aunque nadie precisa qué distancia separa desde este martes paritorios y quirófanos.
La organización, “una aberración”
La situación se aventura larga —“nos hablan de meses”— y podría afectar al número de personas en su sección. “A las matronas no se nos tiene en consideración. Somos tres y nos dijeron que la que sobrara podrían reubicarla de enfermera en otras cuestiones. Es una aberración. Yo llevo 20 años de matrona; he trabajado de enfermera y podría volver a trabajar de ello pero me costaría adaptarme de nuevo”.
Su puesto como matrona conlleva una especialización absoluta, con actuaciones vitales sobre embarazadas y bebés. “Puedes hacerte cierta planificación de lo que habrá en el día, pero las situaciones de extrema gravedad las podemos tener en cualquier momento. No se pueden demorar. Y son dos vidas en juego”.
“No es fácil hacer una media pero podríamos decir que atendemos cuatro partos por día, más allá de que haya jornadas con uno y otras con diez. Pero lo grave es cuando se dan casos extremos. Lo que no ocurre en tres meses de repente ocurre en un día. Yo en muchos meses no viví un desprendimiento de placenta y en un mismo turno pasé dos”.
Esta sanitaria insiste en que lo peor de todo es el trato recibido. “No fue muy amable, no. Uno de los responsables nos llegó a decir ‘pues no sé por qué tenéis tanta ansiedad’ y vaya, si nos tratan peor que un trapo creo que tenemos derechos, al menos a llevar esta situación como pueda”.
Desprotegidas frente a la primera ola
“Llevamos un año pasándolo mal porque al principio definieron nuestra zona como “no covid”, cuando las embarazadas podían llegar contagiadas. Hasta abril o mayo no se comenzaron a hacer PCR´s a nuestras pacientes”, recuerda indignada.
Su enfado va más allá de lo ocurrido el viernes. Ya habían notado cierto desplazamiento profesional en la falta de protección que recibieron en la primera ola. “Riesgos laborales no se ha preocupado por nosotros. A mí no me pueden decir que una señora de parto no genera aerosoles, porque esa mujer puede perfectamente arrancarse la mascarilla y gritar. Ya me lo han hecho algunas mujeres.
La matrona, pese a todo, tiene claro dónde está y a qué se enfrenta. “Obviamente no somos una UCI de coronavirus, dentro de lo malo hemos tenido suerte pero no deja de ser zona de riesgo. Cuando viene una mujer de urgencia no sabes su estado serológico y no te vas a parar a eso”. “Siempre llevamos doble mascarilla, pero no siempre llevamos un EPI y cuando ocurre una urgencia sales corriendo como estés: mi prioridad es clara, la madre y el bebe”.