Huir de la guerra y acabar en una red de trata: “Hemos detectado casos claramente sospechosos”
Las refugiadas ucranianas se enfrentan al riesgo de ser captadas por mafias. Las ONG trabajan por evitarlo y disuaden a los particulares de ir a la frontera a recoger gente.
Mujeres que no se atreven a aceptar botellas de agua al llegar a una estación de Alemania por miedo a ser drogadas, alerta de la Cruz Roja a los Mossos de Esquadra tras detectar posibles casos de captación de refugiadas ucranianas en Cataluña, ONG volcadas para tratar de evitar a toda costa lo que se sabe que ocurre en cualquier crisis humanitaria: que las mujeres son siempre las más vulnerables, que “para los traficantes de personas y los depredadores, la guerra no es una tragedia, sino una oportunidad”. Son estas las palabras de Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, en el contexto del mayor éxodo de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, generado por la invasión rusa en Ucrania.
Más de 3,7 millones de personas han salido de Ucrania en el último mes, en su gran mayoría mujeres y niños. El Fondo de Población de la ONU (UNFPA) ha constatado en diversos comunicados la “extrema vulnerabilidad” de estos desplazados y la posibilidad concreta de que sean víctimas de trata de personas en los países limítrofes a Ucrania. Ya se ha dado orden de seguir algunas denuncias de casos, en un número sin concretar, aunque en este instante no hay ni balance ni pruebas documentadas, porque la tarea inicial es “asumir” que existen estas violaciones y tratar de atajarlas. El organismo previene sobre la necesidad no sólo de estar pendientes de posibles redes, sino también de particulares, sean hombres o mujeres.
Para hacerse una idea de estas situaciones de riesgo, hay que pensar en el contexto, en el estado en el que llegan esas mujeres y esos niños a las fronteras huyendo de la guerra. Son personas que han abandonado su hogar, que como poco han dejado ahí a su padre o a su marido, que han salido con lo puesto, que han viajado durante días para llegar a la frontera, que han soportado temperaturas gélidas y nieve, y que al llegar a un país ‘seguro’ ven que “se les acerca alguien, una mujer o un hombre, que les dice: ‘Yo te llevo donde quieras’... Y lógicamente se montan”, refiere Mónica Revilla, portavoz de Aldeas Infantiles en contacto permanente con los trabajadores de la ONG que están sobre el terreno. “Hemos visto que en Ucrania ya han desaparecido niños y han desaparecido madres. Esto es lo peor de lo peor”, resume.
Monika Molnárová, portavoz de Cáritas en Eslovaquia y especializada en el seguimiento de la trata de personas, reconce que ya han “detectado casos claramente sospechosos” de captación de personas “en tres cruces, en la frontera entre Eslovaquia y Ucrania”. “Los sospechosos llegan en furgonetas y monovolúmenes y a menudo visten bien, incluso llevan joyas”, describe. “Tratan de atraer a niños y mujeres a sus coches, ofreciéndoles transporte, alojamiento o empleo en el extranjero”, cuenta. Cuando los voluntarios de la organización, “desplegados todo lo mejor que pueden” por la zona, se acercan a estos coches “a preguntar por sus intenciones”, estos “se marchan”. “No podemos confirmar al 100% que se tratase de mafiosos, pero son potenciales traficantes, porque sus intenciones no eran claras”, afirma Molnárová.
“Docenas de casos preocupantes”
En Cáritas hablan ya de “docenas de casos preocupantes”, tanto de mujeres como de niños, aunque “las más jóvenes son las más expuestas”, matiza Molnárová. La portavoz explica que la Asociación de Protección de las Mujeres eslovaca ya ha dado avisos a la policía con informaciones específicas de hombres que cierran citas con trabajadoras sexuales para luego engañarlas, forzarlas a someterse, drogarlas y crear para ellas una deuda que no deja de crecer, convirtiéndolas en esclavas sexuales.
“Esto va en paralelo con la aparición de más búsquedas online en eslovaco de vídeos sexuales de ‘chicas’ o ‘adolescentes’ o ‘vírgenes’ ucranianas, lo que hace temer que algunas mujeres estén efectivamente cayendo en estas redes”, reconoce Molnárová. “También hay anuncios en espacios de citas que dicen: ¿por qué vas a pagar X euros por una eslovaca si tienes una ucraniana más barata?”, dice. “Desgraciadamente, la militarización y la prostitución o la explotación son una pareja natural”, sentencia.
El Observatorio contra la Violencia en España también alertó hace unos días de que el consumo de pornografía había crecido considerablemente durante la guerra de Ucrania, y que las búsquedas de términos como “porno ucraniano”, “adolescente ucraniana” o “chica ucraniana” se habían disparado en Google y Pornhub desde el 24 de febrero, cuando se produjo la invasión rusa.
Objetivo: prevenir la captación de mujeres por parte de proxenetas
Para prevenir el riesgo evidente de que las mujeres acaben en redes de explotación, las organizaciones, en colaboración con las autoridades, están llevando a cabo diferentes acciones, enfocadas principalmente en dar información a las potenciales víctimas. Women’s Perspective, una ONG ucraniana que trabaja en prevención de trata desde 1998, centra estos días sus esfuerzos en “informar a las mujeres desde Leópolis, cerca de la frontera con Polonia”, para que conozcan los riesgos antes de salir del país. “Luego puede ser demasiado tarde”, confiesa Liubov Maksymovych, responsable de la ONG, cuyas viviendas tuteladas que hasta ahora acogían mujeres maltratadas hoy son refugio para mujeres y niños que huyen de la guerra.
Desde Women’s Perspective siempre recomiendan a las mujeres, por ejemplo, “que no dejen su pasaporte a nadie ni se suban a coches de desconocidos si no los ha verificado antes alguna asociación seria”. Por la información que les llega del otro lado de la frontera, saben que el Gobierno polaco ha instaurado un sistema de pulseras moradas para indicar que los vehículos y sus ocupantes que llegan a la frontera son “seguros y fiables”. Además, Women’s Perspective ha creado unos folletos dirigidos a las refugiadas, que los guardias fronterizos polacos se encargan de distribuir. “También hay grupos oficiales de Telegram donde puedes inscribirte para estar más segura o denunciar una desaparición”, detalla Maksymovych.
“No hay que subestimar el riesgo de que mujeres y niños acaben en la prostitución, en trabajos forzados, como esclavos domésticos o en actividades delictivas”, señala la responsable de Women’s Perspective. “Los casos reales aún tardarán en salir”.
Huyendo de los clásicos “cebos”
En la frontera con Eslovaquia, Monika Molnárová cuenta que las autoridades también reparten este tipo de folletos a las mujeres y los niños que buscan asilo. Entre sus recomendaciones: no fiarse de gente con “promesas de acelerar los trámites de asilo”, explica Molnárová, pues es un clásico “cebo”. También desde Eslovaquia se ha tratado de limitar el acceso de particulares a las fronteras, pero reconocen: “La avalancha de personas es tal que, en la práctica, puede haber agujeros”.
En España, Cruz Roja, una de las principales entidades que se encarga de gestionar la acogida de refugiados ucranianos, ya ha alertado de varios casos sospechosos de captación de mujeres en sueño español. “Hemos visto situaciones de riesgo”, afirma Rosa Flores, responsable de la Unidad contra la Trata de Cruz Roja, “pero en todas se ha dado respuesta”, añade.
“Todos nuestros equipos tienen formación en trata, y estamos estableciendo protocolos rápidos de detección y de comunicación”, explica Flores. No obstante, el hecho de que tres millones de mujeres y niños hayan tenido que salir de su país “de una forma tan abrupta los expone obviamente a muchos riesgos”, apunta. Mujeres y niños son, de por sí, vulnerables en este tránsito, pero su rango de vulnerabilidad varía: “Las mujeres de contextos rurales que han tenido menos contacto con el mundo globalizado, o que no saben leer o escribir, menores que viajan solos, mujeres jóvenes embarazadas… todas ellas están expuestas a riesgos mayores”, indica.
Antes de la invasión rusa de febrero, las mujeres y los niños ya constituían dos tercios de los ucranianos desplazados internamente desde 2014 por el conflicto en Crimea y el Donbás. Ahora vuelven a ser mayoría y los problemas se repiten. El punto de partida ya era débil: según ONU Mujeres, los niveles de empleo y la actividad económica de las mujeres en edad de trabajar en Ucrania son mucho más bajos que los de los hombres. Las mujeres constituyen el 72,2% de los beneficiarios de asistencia social. Con una brecha salarial de género del 22% y del 32% en pensiones, las mujeres son más vulnerables en esta crisis humanitaria.
Desde Cruz Roja “les alertamos para que desconfíen de cualquier oferta que parezca demasiado buena como para ser cierta e insistimos en que no tengan prisa a la hora de irse con contactos que no conocen”. “A veces se van con personas que han conocido en tránsito o en redes sociales y a eso hay que prestar mucha atención”, añade Flores.
El “caldo de cultivo” perfecto
Todas las ONG que trabajan sobre el terreno y conocen los riesgos aparejados a cualquier catástrofe llevan semanas demandando que las iniciativas de acogida –y recogida– de personas se hagan por la vía oficial y no motu proprio, como ocurrió, sobre todo, al principio del conflicto.
“Necesitamos manos tendidas para acoger a estas personas, pero tanto las redes de trata como personas individuales que se dedican a esto aprovechan cualquier grieta del sistema de protección para sacar un beneficio propio”, sostiene Rosa Flores. “Las redes se nutren de esto, y el hecho de que la ayuda no esté organizada supone el caldo de cultivo perfecto para que se camuflen personas y se hagan pasar por ayudadoras cuando lo que están intentando es aprovecharse y sacar beneficio propio”, abunda.
Las organizaciones celebran que la acogida en España se esté canalizando ya por la vía institucional –con cuatro centros para la gestión de llegadas en Pozuelo (Madrid), Alicante, Barcelona y Málaga; un teléfono para las familias que quieran acoger ucranianos; un mecanismo para comprobar la idoneidad de las casas de acogida–, pero son conscientes del caos de los primeros días, y temen también que el sistema, establecido por el Ministerio de Inclusión y Migraciones, tenga fallas.
“Pedimos por favor a la gente que no vaya a la frontera a recoger a nadie”
“Desde el minuto uno pedimos por favor que la gente no fuera a la frontera a recoger a nadie, porque en esos momentos de confusión es cuando las mafias actúan”, comenta Mónica Revilla, portavoz de Aldeas Infantiles. “Hacemos mucho hincapié en que cada vez que se haga un acogimiento, cada vez que alguien se ofrezca a recoger gente en Ucrania, se haga siempre de la mano de las instituciones, en este caso del Ministerio de Inclusión, porque es la única forma de garantizar la protección de estas personas”, incide.
Las personas refugiadas se enfrentan al riesgo de ser captadas por mafias, pero también de ser explotadas laboralmente por gente ‘de a pie’.
A Revilla le faltan las palabras para expresar lo que sintió cuando, el otro día, en un grupo de WhatsApp de vecinos, recibió un mensaje: “He acogido a una madre ucraniana de 23 años con dos niños. Si alguno necesita para las tareas de la casa…”. Revilla eleva el tono al pensar en el caso: “¿De qué estamos hablando? ¿Estamos acogiendo mano de obra barata?”, plantea. “Es que esa mujer que ha venido aquí, a la que tú has traído a tu casa, tiene unos derechos reconocidos por una directiva de la Unión Europea”, recalca. “Esa persona tendrá que ir a identificarse a uno de los centros habilitados por el Gobierno, le dirán qué derechos tiene, le darán cursos para ayudarla con el idioma, se le dará la atención psicológica que necesita…”, enumera la experta.
“No se puede traer a una persona con dos niños huyendo de una guerra y ponerla a trabajar de sol a sol, y esto se está dando”, denuncia. “Este impulso solidario porque sí lleva implícitas situaciones de desprotección, de violencia y de explotación”, señala Revilla. “Hay gente que confunde caridad con derechos, y esto es una cuestión de derechos”, zanja.