No es como en la 'ley seca': faltan algunas marcas de alcohol pero no hay desabastecimiento
El colapso en el transporte, el Brexit y el fin de las restricciones anticovid forman una tormenta perfecta que lleva a roturas puntuales del stock en ginebra, whisky o vodka.
Hemos pasado de lo singular a lo relativamente regular: vas a un bar, pides una copa de tu marca favorita y, sorpresa, te dicen que de esa no hay. De otra sí, no te quedas sin tu cubata, tu gin-tonic o tu cóctel, pero igual tienes que cambiar tus hábitos. Es lo que está empezando a pasar en la hostelería y el ocio en España, que faltan determinadas marcas de bebidas alcohólicas, sobre todo de whisky, ron, vodka y ginebra, aunque no hay desabastecimiento general y los negocios siguen con su ritmo habitual.
La razón de esta “rotura de stock puntual”, como la llaman las asociaciones del sector, no es una, sino múltiple: el mundo pasa por una de las mayores crisis comerciales conocidas en tiempos recientes a causa de las limitaciones impuestas por la pandemia de coronavirus y la posterior reapertura de canales, sumada a los hábitos recuperados tras meses de confinamientos y cierres y a las nuevas relaciones entre Europa y el Reino Unido con la entrada en vigor del Brexit. Todo suma para que haya carencias “eventuales” y “no generalizadas”. En el puente de todos los santos se espera “absoluta normalidad” y para saber cómo afectará esta tormenta perfecta a las Navidades habrá que esperar dos o tres semanas. Las previsiones son buenas, auguran los profesionales.
“Sinceramente, desde la patronal creemos que esto es algo coyuntural, no estructural, que no está impactando a todo el sector en su conjunto. No hay un problema general, aunque sí hay algunos casos de carencias en ciertas bebidas, pero esperamos que puedan resolverse satisfactoriamente. Llamamos a la tranquilidad”, explica el director de Espirituosos de España, Bosco Torremocha.
El portavoz de la Federación Nacional de Empresarios de Ocio y Espectáculos (España de Noche), Vicente Pizcueta, es de la misma opinión. “El consumidor puede que no beba su marca favorita, en caso de que sea de importación, pero dispondrá de producto”, insiste.
Las causas
Para explicar dónde estamos, se remonta a de dónde venimos. “Lo que está pasando viene, primero, del contexto de la covid-19. De todas las bebidas, con alcohol y sin alcohol, las más afectadas en ventas en ese periodo fueron las espirituosas. En 2020 se cerró con una caída del 33%, mientras que el vino cayó un 18 y la cerveza, en torno al 11%. En algunos casos, cuando el producto estaba especialmente dedicado a la hostelería de calidad y ligada a zonas de turismo, las caídas fueron de entre el 50 y el 80% el año pasado”, explica.
Ahora, todo el sector está tratando de recuperar los niveles previos a la pandemia, cuando aún 2021 viene arrastrando un primer trimestre peor que el de 2020 -“y eso que entró en vigor el estado de alarma y nos confinaron”-, una primavera que fue algo mejor -y que fue “un momento de reaprovisionamiento, fundamentalmente del canal, que estaba prácticamente limpio, sin stocks, porque no había habido pedidos y porque tampoco había demanda”- y de un verano con altibajos, aún con limitaciones horarias que impedían el despegue total.
Llegamos a otoño. Septiembre, dice Torremocha, ha sido un buen mes. Pero se ha ido juntando todo: “hay una crisis mundial de transportes” y eso provoca que haya falta de materias primas y bienes que no llegan a tiempo, algo que ocurre no sólo al sector agroalimentario, sino al industrial (largas son las listas de espera para lograr un coche o un electrodomésticos por falta de chips y otros componentes esenciales. No sólo hablamos de que se tarde o no en trasladar o hacer una bebida alcohólica, sino que hacen falta otros elementos esenciales para comercialización, desde botellas de vidrio a tapones, pasando por el cartón para las cajas o productos para destilar.
“Un contenedor que antes costaba 1.800 dólares ahora cuesta 18.000, y puede que si tienes el dinero y lo quieres pagar tampoco puedas hacerte con un producto, porque las compañías no saben cuándo te lo van a servir, hay un incremento absolutamente de locura”, reconoce.
A eso se suma el incremento de los costes de la energía, “que está afectando a todas las cadenas de suministros, de todas las cadenas de producción” y el postBrexit, “que está siendo muy difícil de digerir”, y que tiene impacto en todas las relaciones comerciales, no sólo con Europa, “porque allí está el aeropuerto con más frecuencia de vuelos del continente y lo que pase allí nos afecta a todos”.
Para redondear el momento, hace unas dos semanas que se abrió por completo un sector esencial en la hostelería, como el del ocio nocturno, con lo que ha habido “una demanda clara de aprovisionamiento” para dar respuesta a los clientes que vuelven. Y lo hacen con ganas, además.
Torremocha añade que ha habido una especie de “efecto llamada” que compara con el momento, al inicio de la pandemia, en que los ciudadanos se pusieron a acaparar rollos de papel higiénico por si las moscas, lo que complicó una situación que no era realmente complicada. “Eso ha vuelto a producirse en las últimas semanas, un ‘no vaya a ser que me quede sin’ que ha hecho que se cierren pedidos y se hagan compras para estar bien prevenidos ante un consumo como el que se está produciendo ya, normalizado”, sostiene.
Así están las cosas
“Eso nos ha llevado a una coyuntura muy concreta, en la que es verdad que se están dando carencias, no generalizadas, porque ni afectan a todo el sector ni a todas las compañías ni a todas las marcas, pero en la que sí que ha ha habido roturas de stock, causadas por todo lo anterior”, indica el presidente de Espirituosos de España. “Estamos trabajando para que estos picos se normalicen”, constata.
El problema es global pero, dentro de lo que cabe, España no es de los países peor parados, porque aquí se produce alcohol, mucho alcohol. “Desde aquí exportamos cuatro de cada diez botellas producidas y eso también preocupa, lo que pasa hacia fuera y no sólo dentro. Las empresas están teniendo más pedidos que en los dos últimos años y están teniendo dificultades para poder servirlos”, reconoce Torremocha. “El abastecimiento está garantizado porque España es fabricante de todo tipo de licores”, resume Pizcueta, por su parte.
España es líder en producción y comercialización en la UE, “una posición de privilegio ganada a pulso” que se ha asentado con la salida de Reino Unido del club comunitario, que ha hecho que ahora sea el principal país productor de ginebra, de whisky y de brandy del continente.
A eso se suma que España es esencial a la hora de aportar valor añadido a bebidas que se hacen en otros puntos del planeta, pero que se embotellan, se empaquetan y se terminan de procesar aquí. Ocurre con un volumen importante de ron, bourbon o tequila, explican las asociaciones.
Qué es lo que falta
Los problemas son similares en todo el país, sin grandes diferencias por zonas, aunque han surgido inicialmente en las grandes ciudades. “Se está empezando a notar en los grandes núcleos urbanos, Madrid y Barcelona”, añade Pizcueta, precisando.
Los conocedores de la materia relativizan lo que está pasando, afirmando que por ejemplo afecta en parte al vodka, que “está por debajo del 4% de consumo en España y no ocupa ni siquiera el top 5 de la categoría”, dice Torremocha. Lo que más se bebe en España es cerveza y eso está garantizado con la producción patria. No hay ni un problema, exactamente igual que con el vino.
Fuentes consultadas en las tiendas Makro de Erandio (Vizcaya) y Bormujos (Sevilla) confirman que algunas de las marcas que se están resintiendo son Seagram’s, Absolut Vodka o Beefeater, que justamente son distribuidas por una misma empresa, Pernod Ricard. Sostienen que, por lo demás, hay algunos retrasos “mínimos” que los profesionales de la hostelería encajan “fácilmente” comprando productos más cercanos. Un incremento en las ventas de fabricantes pequeños o medianos, “familiares y de proximidad”, sería de esperar en estos días si la situación persiste, pero aún no hay datos que constaten esa tendencia.
El ‘efecto libertad’
Allá donde se ha logrado rebajar la mortalidad y la gravedad de la epidemia de covid-19, se ha producido un “efecto libertad”, el deseo de salir a la calle y retomar los espacios vetados durante tantos meses. La hostería y el ocio nocturno eran de los más deseados. Esto, dicen desde el sector, ha jugado también un importante papel en este atasco que ahora vivimos.
“Se reactivó todo de repente y a una escala tan importante que estamos con una demanda del mil por cien, y esto evidentemente ha provocado que los fabricantes y distribuidores no puedan dar abasto”, afirma el secretario general de la asociación estatal de ocio nocturno Spain Nightlife, Joaquim Boadas.
Es un fenómeno no sólo español, sino occidental, lo que ha provocado un repentino exceso de demanda después de meses de parón en muchos países a la vez. Boadas, en contacto con sectores de otros estados europeos, sostiene que la falta de stock se está viendo también en Reino Unido o Italia, y de manera generalizada en los países donde se alargó el cierre del ocio nocturno.
“Hay un exceso de demanda importante provocado por la euforia por salir después de 19 meses, que a partir de ahora se irá equilibrando”, apunta el empresario, que insiste, pese a todo, en que es un “problema relativo” porque los locales tienen la opción de comprar otras marcas.
Importante ha sido la primera prueba de fuego, el puente del 12 de octubre, del que aún no hay datos oficiales pero que ha sido “muy bueno”, con una “alta demanda” de bebidas.
Lo que se espera
Los profesionales confían en que este cuello de botella pase en unas dos o tres semanas. Si no lo hiciera, entonces sí hablaríamos de preocupación de cara a la Navidad. “Yo no preveo que vaya a haber un problema general en el sector -insiste Torremocha-, confío en que las incógnitas se despejen”.
Desde la Federación Nacional de Empresarios de Ocio y Espectáculos esperan también, por ejemplo, que la cuestión con respecto al Reino Unido se pueda resolver “en cuestión de semanas, por razón de la cercanía y por lo visto con la crisis del combustible que sufrieron hace unas semanas y donde movilizaron hasta al Ejército”, según su portavoz.
Todas ls fuentes consultadas reconocen el riesgo de que el sector comience a acaparar productos, porque solo agravaría la crisis, pero nadie quiere ser el primero en quedarse sin existencias y rebuscan entre los proveedores. Por ahora, dicen, hay “relativa sensatez” en el sector.
Por ahora, no cunde el pánico.