Sánchez resurge, Feijóo le espera en las urnas
La embestida de Vox a Montero reunifica al Gobierno tras la tormenta perfecta que acechaba a Sánchez.
Pedro Sánchez parece tener la capacidad política de recuperarse cuando todo se desmorona a su alrededor. Iniciaba la semana con las polémicas acechándole, principalmente por las consecuencias de la aplicación de la ley del sólo sí es sí. Incluso se sugería en tertulias de radio y televisión la posibilidad de que el Ejecutivo saltara por los aires, con Irene Montero absolutamente cuestionada. Pero solo unos días después, el jueves, salía del hemiciclo con un aura distinta, con sus últimos Presupuestos de la legislatura aprobados y enarbolando la bandera de la estabilidad.
“Quiero mostrar satisfacción por la política útil, más necesaria que nunca, y reivindicar que ha primado la victoria del entendimiento”, destacó, tras largas horas debate, polémicas, insultos y votaciones. Ese “entendimiento” es con formaciones que hace tan solo unos años el propio Sánchez rechazaba como interlocutores válidos, y que continúan provocando el rechazo de barones socialistas que creen que esas alianzas les provocarán un roto electoral. Pero en Moncloa hace ya tiempo que han normalizado su relación con ERC y con Bildu, a pesar de que esta conlleve cesiones, como la reforma del delito de sedición.
En total, las cuentas públicas fueron aprobadas gracias 187 votos afirmativos, de un total de 12 partidos diferentes.
En el Ejecutivo admiten que este resurgir tras la tormenta perfecta también se debe a elementos externos. Citan principalmente dos. La portada del diario El Mundo del martes, que llevó a Sánchez en el Senado a acusar al jefe de la oposición de no ser “autónomo” y elevar el tono por la presión de los sectores más conservadores. Y, principalmente, el ataque de Vox a Montero, que reunificó al Ejecutivo y a todo el bloque de izquierdas para denunciar “el hooliganismo” de la formación de Santiago Abascal.
“Política útil frente al insulto, la descalificación y el hooliganismo que demuestran ausencia de propuestas”, remató Sánchez, camino a su coche oficial en las Cortes, consciente de que el debate había girado también sobre la ley del sólo sí es sí. Ya no se hablaba de los posibles fallos de la norma, advertidos incluso por cargos socialistas, sino que toda la atención estaba puesta en la embestida de Vox y en las reacciones del resto de formaciones, con Montero recibiendo mensajes de apoyo incluso de PP y Ciudadanos.
Una cuestión que abrió otro debate paralelo en los pasillos de la Carrera de San Jerónimo. El de las formas, la mesura, el saber estar cuando ocupas un escaño en la sede de la soberanía nacional, y en consecuencia representas al conjunto de los españoles. “Qué tasca. Se ha convertido en una tasca de mala muerte”, lamentó Aitor Esteban, del PNV. “Por el lenguaje, las formas, la provocación… ya no vale el discurso o el debate sobre posiciones, ideologías u opiniones, sino simplemente hacer ruido”.
Esa sensación estuvo en el ambiente durante las largas horas de pleno, como recoge la crónica de Pablo Machuca en El HuffPost. La de que la imagen del Congreso no podía ser esa. Según convinieron varios parlamentarios consultados por este diario, ni en una barra de un bar se debería escuchar lo que se dijo. “El único mérito que tiene usted es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”, espetó Carla Toscano a Montero. El problema, añadieron desde el PP, es que dicho comentario enterró todo argumento en contra de la polémica ley.
Marga Prohens fue la encargada de subir a la tribuna por parte del Grupo Popular, pero sus declaraciones apenas fueron recogidas tras el incendio político generado por Toscano. Luego escribió en Twitter: “Bastan argumentos políticos, por su gestión y por los defectos de su ley, para pedir la dimisión de Montero. La crítica no debe estar reñida con el respeto. Los ataques personales sobran siempre. Se dirijan a quienes se dirijan”.
En el PP, la percepción de algunos diputados y senadores también es que Sánchez ha tomado algo de oxígeno, que está mejor que hace unos días, con su Gobierno más compacto y sacando pecho de bloque parlamentario. Si bien, más allá del momento político inmediato, Feijóo ya ha establecido el que a su juicio es el verdadero punto de inflexión, que llegará una vez se cierren las urnas de las elecciones autonómicas y locales del próximo mes de mayo.
El jefe de la oposición se lo dijo a la cara a Sánchez en la Cámara Alta. Los puentes están rotos, el presidente ya ha dejado claro quienes son sus socios, los números para la moción de censura no dan y ahora solo falta conocer el veredicto de los españoles en las elecciones. Y en Génova, pese al ruido que ellos también soportan, creen que les irá muy bien. “Y será el principio del fin del Sanchismo”, en palabras de un miembro de la dirección. “Les ganaremos”, replicó Félix Bolaños.
Feijóo entiende la cita de mayo como un plebiscito, la prueba definitiva de si existe o no un cambio de ciclo en España. “Haré lo contrario que está haciendo Sánchez, os doy mi palabra de honor”, dijo el jueves en Badajoz, dando por descontado que llegará a Moncloa. El líder del PP está de ruta por España, y este sábado tiene una cita importante en Madrid con Isabel Díaz Ayuso, en víspera de que Vox trate de llenar la plaza de Colón contra el Ejecutivo.
En Génova defienden la autonomía de Feijóo. Si el martes fue contundente es porque “la situación es insostenible”, enfatizaron, pero sigue una hoja de ruta propia, pese a las presiones. Por ejemplo, ha rechazado la moción de censura de Vox y tampoco se adhirió a la protesta de Colón, aunque algunas voces así lo reclamaban. Y en privado dicen ser conscientes de que necesita el voto del socialista descontento para lograr un buen resultado electoral, por lo que el piedra angular sigue siendo “el centro”, como ya publicó El HuffPost.