Romper el silencio
Iglesias quiebra el compromiso de no hablar de fórmulas de gobierno y el PSOE empieza a ver ventajas a una coalición con Podemos.
Todo tiene su tiempo y ahora tocaba callar. Entre el 28-A y el 26-M, mandaba el silencio. Así lo acordaron ambos. Un mutismo cómplice por conveniencia de ambos. De Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El líder de Podemos ha roto sin embargo el compromiso adquirido hace una semana en La Moncloa con el presidente del Gobierno para dejar en pausa, hasta después de las municipales y autonómicas, el debate sobre posibles fórmulas para el Gobierno de España,
A ninguno le interesaba anticipar escenarios hasta conocer el resultado de la llamada segunda vuelta, que no será formalmente tal porque pase lo que pase dentro de 15 días, no cambiará la nueva composición del Congreso de los Diputados. Ni el PSOE dejará de ser primera fuerza, ni el PP sumará un sólo diputado a sus exiguos 66, ni la aritmética permitirá al líder de Ciudadanos arrogarse el liderato de la oposición, si bien es cierto que el signo de esta segunda cita electoral estará determinado por la sombra del fracaso (o no) del PP.
Ciertamente esa es la clave, pero hay algunas más. Entra ellas, si Unidas Podemos consigue frenar el descenso que registró en las generales, y por tanto alcanzar pactos de gobierno con los socialistas en los ayuntamientos que le permitan mejorar su posición negociadora con el PSOE.
La correlación de fuerzas que salga del 26M determinará, por tanto, las negociaciones para formar Gobierno en España. Y del mismo modo que en la formación de Iglesias hay debate sobre si los morados deben o no entrar a formar parte del próximo Ejecutivo -y no sólo en el sector de los Anticapitalistas-, en el PSOE empiezan a ver ventajas a una posible coalición con los morados. Y eso que la consigna oficial sigue siendo que su única opción es gobernar gobernar en solitario.
Hecha la digestión de los resultados del 28-A y analizados ya los posibles escenarios, hay socialistas que defienden que si Podemos está dentro del Ejecutivo en carteras muy concretas y vinculadas al área social será corresponsable de la acción de gobierno mientras que si están fuera, el riesgo de dejar caer al gabinete cuando vengan mal dadas, se multiplica. “Los éxitos de un hipotética coalición se atribuirían siempre al PSOE, como partido mayoritario, mientras que los fracasos serían siempre compartidos”, arguyen desde la dirección federal.
Lo cierto es que Iglesias siempre ligó los resultados de las elecciones del 26-M con la formación del próximo Gobierno, pero ahora da un paso más al declarar públicamente estar convencido de que gobernará con el PSOE y que la calma y la paciencia marcarán los tiempos de diálogo para que así sea, después de que se conozcan los resultados de las municipales y autonómicas. Ha hecho estas declaraciones además ante un nutrido grupo de empresarios que asistían de oyentes a un desayuno informativo de su candidata a la Comunidad de Madrid, Isabel Serra, lo que algunos han interpretado como un claro aviso a navegantes a quienes llevan tiempo apostando por una acuerdo entre PSOE y Ciudadanos como mejor escenario para la estabilidad.
Entre el gobierno de coalición al que apunta ahora Iglesias y un Ejecutivo que gestione en solitario estaría la opción intermedia de un pacto programático y un acuerdo sobre independientes cercanos a Podemos que es, dicho sea de paso, un escenario que Podemos no ve en ningún caso.
Todo queda a la espera, no obstante, de los resultados que la formación morada obtenga en Madrid, Aragón, Baleares y Canarias, que son las Comunidades donde espera ser decisiva para la formación de sus gobiernos. El objetivo es entrar en todos los Ejecutivos donde se pueda abrir ese escenario, si bien serán los inscritos quienes decidan en último caso, como harán igualmente ante un hipotético Gobierno de coalición en España.
La decisión final no escapará tampoco al debate sobre el liderazgo de Iglesias. Y todo dependerá de si el Consejo Ciudadano y, después la militancia, prioriza el futuro político del partido o la supervivencia de su líder. Lo primero probablemente llevaría a los morados a quedarse fuera del Consejo de Ministros. Lo segundo, a formar parte del Gobierno. Y esa discusión es una pantalla a la que llegarán más pronto que tarde y según quede finalmente el tablero de municipales y autonómicas. Atentos al resultado en la Comunidad de Madrid porque de él se extraerán no pocas conclusiones de la batalla final entre Errejón e Iglesias.
Y es que no es Pablo Casado el único líder político que, si suma un segundo naufragio electoral, tendrá complicada su continuidad. En esta segunda vuelta, además del poder territorial, están en juego la consolidación de varios liderazgos. De hecho, todos salvo el de Pedro Sánchez, porque sobre el futuro de Rivera, si no anota los primeros sorpassos territoriales, se empezará también a hablar.