Qué tiene que pasar para poder viajar en verano (y cómo hacerlo bien)
Es una incógnita cómo serán las vacaciones este año, pero desde 2020 hemos aprendido un par de cosas.
“Últimas noticias de cruceros”, “14 buenas razones para viajar a Francia”, “Cala d’Or: infórmate antes de ir”, “Playa Hermosa, primera playa 100% accesible de Costa Rica”. Estos cuatro correos electrónicos recibidos esta semana en la cuenta de El HuffPost dan una pista de que, aunque sea febrero y la pandemia siga, la gente ya está pensando en las vacaciones de verano.
Vaya por delante que los españoles no son los únicos. Ya en noviembre de 2020, en Alemania se hizo una encuesta sobre a dónde pensaban viajar los alemanes en 2021, y un reportaje de Deutsche Welle publicado hace tres semanas concluía que los germanos siguen siendo reacios a pensar en grandes viajes, pese a que algunos “ya han hecho reservas para este verano en los principales destinos europeos, entre ellos España y Grecia”, señala el artículo.
A los británicos también les inquieta esta cuestión. Si el pasado 1 de febrero, su primer ministro, Boris Johnson, dijo ser “optimista” sobre las vacaciones de verano, diez días después tuvo que desdecirse. Su ministro de Transportes alertó de que “la gente no debería reservar sus vacaciones todavía, ni dentro ni fuera del país”. Y entonces Johnson matizó que probablemente era “demasiado pronto” para andar haciendo planes.
Por su parte, los vecinos portugueses ya han decidido que sacrificarán la primavera para salvar el verano. Y España, ¿qué?
“Nos equivocamos si planteamos los objetivos en cuanto a fechas”
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, cree que es pronto para pensar en verano, y que además es un error epidemiológicamente hablando. “Nos equivocamos si planteamos los objetivos en cuanto a fechas. El objetivo tiene que ser en cuanto a niveles de transmisión”, respondió Simón a El HuffPost durante una rueda de prensa el 11 de febrero. “Si conseguimos llegar a niveles de transmisión muy, muy bajos, muy pronto se podrán relajar las medidas, sin tener que esperar a Semana Santa o Navidad”, dijo.
El director del CCAES reconoció la inquietud de la población, pues comprende “que las vacaciones se planifican cada vez con más antelación, también en nuestro país, y que la gente quiere saber si podrá irse de viaje”. Fernando Simón está en lo cierto.
Según datos de Expedia Group, entre finales de 2020 y enero de 2021, las búsquedas para viajar a España en el próximo verano se han incrementado algo más del 20%, tanto por parte de viajeros domésticos como extranjeros.
Para viajeros españoles, la opción ‘local’ cobra fuerza, y el mercado interior representa a día de hoy más del 65% de las búsquedas, ante las dudas de posibles restricciones entre países y con la idea de evitar destinos masificados y de reflotar un sector bastante tocado.
La seguridad, la oferta de turismo de naturaleza y las experiencias organizadas son factores decisivos para elegir vacaciones este año, según los datos que recoge la consultora Interface Tourism a través de la plataforma europea European Traveller Intelligence Monitor. La pandemia ha enseñado alguna ‘lección’ a los viajeros, que ahora prefieren buscar estancias con posibilidad de cancelación y reembolso, viajes por carretera y opciones de alojamiento con cocina.
“A estas alturas, ya sabemos lo que deberíamos hacer en vacaciones para no cagarla”, comenta el epidemiólogo Manuel Franco, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS). “Las vacaciones tendrán que ser con distancia, con mascarilla, al aire libre, evitar interiores, aplicar los protocolos… Eso es lo fundamental, y será bueno para la población en general y para el sector de la hostelería y el turismo, que se ha llevado un buen palo esta pandemia”.
Con respecto al verano anterior, el de 2021 se vislumbra de otra manera, para bien y para mal. “Las buenas noticias pasan por la vacunación”, explica Franco. “Si somos capaces de vacunar a un porcentaje muy alto de la población, para verano u otoño ya veremos resultados, que por cierto ya hemos empezado a ver”, apunta.
Las noticias buenas (vacunas) y las malas (nuevas cepas)
La noticia sería espléndida si no fuera porque la meta de vacunar a un 70% de la población española —y europea— para finales de verano suena todavía bastante lejana, e incluso irrealizable. A día de hoy, en la Unión Europea se han puesto algo más de cinco dosis de vacuna por cada cien habitantes, lo cual no supone que el 5% de la población esté vacunada, pues para cada inmunización se requieren dos pinchazos. En España se han puesto alrededor de 2,8 millones de dosis, y más de un millón de personas ya han completado la doble pauta.
Las perspectivas para el verano “dependerán de la velocidad de vacunación”, sentencia David Bernardo, inmunólogo del Instituto de Biología y Genética Molecular de Valladolid. “A la velocidad que vamos ahora mismo, no llegamos al verano, y probablemente a la Navidad tampoco. Pero cada vez están viniendo más vacunas y cada vez se están aprobando más. Estoy seguro de que para marzo o abril el ritmo de llegada será muchísimo más alto”, augura.
Las malas noticias son que este año contamos con la aparición de nuevas variantes del coronavirus más transmisibles y posiblemente más dañinas, que podrían descontrolar rápidamente la curva de contagios ahora que se encuentra en descenso. “Si la variante [británica] mantiene esos niveles de transmisibilidad, si la relajación de las medidas es más rápida de lo que debería y si, además, no mantenemos el resto de medidas individuales, podríamos tener incrementos más rápidos o similares a los que hemos observado en la tercera ola”, advirtió Fernando Simón la semana pasada.
La tercera ola sigue vivita y coleando
Pero antes de plantear la posibilidad de un nuevo pico de contagios —o de una cuarta ola—, hay que lograr bajar la incidencia, que actualmente en España se sitúa en torno a 290 casos por 100.000 habitantes a 14 días.
“En estas últimas semanas estamos viendo cómo la curva de contagios está decreciendo y se está trasladando el mensaje de que, una vez superado el pico, la tercera ola ha acabado. Y nada más lejos de la realidad”, aclara José Jonay Ojeda, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y portavoz de SESPAS. “A nivel nacional, todavía no hemos llegado siquiera al nivel de riesgo 3 [de los 4 que hay]; para eso tendríamos que estar por debajo de 250 casos por 100.000 habitantes”, recuerda.
“Nuestra situación será aceptable si estamos en 50, 100 o incluso 150 casos por 100.000 habitantes, pero desde luego no será aceptable si estamos en 500, 400 ni en 200”, apuntó hace unas semanas Fernando Simón cuando se le preguntó por la posibilidad de retomar los viajes en Semana Santa.
El objetivo marcado por el Gobierno de llegar a 50 casos por 100.000 habitantes se antojaba casi utópico cuando el país alcanzó una incidencia acumulada de 900 a finales de enero, en el pico de esta tercera ola. Pero entonces cabe recordar que en junio de 2020 esta tasa llegó a estar por debajo de 8 casos por 100.000, y eso sí que suena ahora a utopía.
En junio España salía de casi tres meses de encierro estricto bajo un estado de alarma de mando único. En 2021 no se ha decretado un confinamiento como tal, y son las comunidades las encargadas de ponderar las restricciones en función de sus datos, lo cual da lugar a incidencias más elevadas en general y a datos más dispares entre territorios.
Aunque la media nacional actual se sitúa alrededor de los 300 por 100.000, hay territorios por encima de los 400, como Madrid y Melilla, y otra media decena por encima de los 300.
Un escenario “impredecible”... hasta cierto punto
Ante esta situación, y sabiendo de la necesidad de volver a “incidencias bajísimas”, Ojeda reconoce que el panorama de cara a verano es “impredecible”. “El peor escenario es que no consigamos bajar la incidencia acumulada y que, como ha ocurrido con esta tercera ola, partamos de un umbral de base mucho más alto de lo que nos gustaría. Ante la aparición de incertidumbres como son las nuevas variantes, podríamos encontrarnos con una nueva ola como la que hemos vivido en navidades o incluso peor”, alerta el epidemiólogo.
“El mejor escenario sería disminuir los contagios a niveles parecidos al verano pasado, que tuviéramos los suficientes refuerzos en salud pública, en vigilancia epidemiológica y en atención primaria como para poder establecer una estrategia para bajar la incidencia a niveles mínimos” añade Ojeda.
Entre el peor y el mejor escenario epidemiológico hay un buen rango de grises. Cómo de negro esté el panorama dentro de cuatro meses dependerá de factores logísticos —la vacunación— y de variables impredecibles —las mutaciones del virus—, pero también de aspectos mucho más controlables como las medidas de cada comunidad y el comportamiento de cada persona, con fatiga pandémica incluida.