Qué puede enseñar a España la reapertura de las escuelas de Europa

Qué puede enseñar a España la reapertura de las escuelas de Europa

Los países occidentales plantean la vuelta con controles y prudencia, pero sin dudas: la economía lo necesita y los niños lo merecen, dicen.

La maestra Frederique Boisyvon, con mascarilla, dando clase en un colegio de Chasne sur Illet (Francia), el pasado mayo. David Vincent / ASSOCIATED PRESS

La recomendación es clara: “Lo más importante para volver al colegio es que la enfermedad se reduzca en la comunidad. Si la transmisión es baja en la comunidad, si la vigilancia epidemiológica, el rastreo de contactos y la sanidad son igualmente buenos, entonces las escuelas pueden reabrir”, ha dicho el director del Departamento de Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Mike Ryan.

España, lamentablemente, no va por el camino de la bajada, de ahí que los planes para el retorno a las aulas sean hoy un caos, todo a medio cocinar entre el Gobierno, las autonomías, los sindicatos y las asociaciones de padres y madres. Mientras en Navarra se ha anunciado ya que el curso será presencial, en turno de mañana y con más profesores, o Galicia avanza que los profesores y los alumnos mayores de seis años deberán llevar mascarilla, en Madrid hay hasta una huelga preparada por falta de medios y protocolos, mientras se anuncian clases semipresenciales.

En el resto de Europa, donde las cifras siguen subiendo pero en proporciones menores a la española, están inmersos en un sprint final para que la vuelta sea inmediata, si no se ha hecho ya, sobre todo en países nórdicos donde el calor se va antes.

La apuesta es volver para oxigenar a los niños, hacer que no encallen académicamente y permitir que se dinamice la economía con la vuelta al trabajo de sus padres al 100% de rendimiento. Algunos lograron volver a las aulas aún en primavera, pocas semanas, antes de las vacaciones, y testar el tiempo nuevo sin que hubiera muchos contagios. Una experiencia de la que España carece.

Alemania: libertad y ventilación

El primer país en regresar ha sido Alemania, donde las vacaciones veraniegas se escalonan y, por tanto, lo mismo sucede con la vuelta al cole, que ya se ha llevado a cabo en algunos estados. Hay una estrategia común para los centros: extremar las precauciones, mantener la distancia de seguridad y usar la mascarilla, siempre respetando la normalidad en la medida de lo posible. Sin embargo, cada uno elige hasta dónde lleva los controles.

Unos no piden mascarilla ni en las aulas ni en los patios, sean de la edad que sean, y otros sólo en zonas comunes, mientras que en Renania se amplía al interior de las aulas durante las clases. Sí hay recomendación general de reducir los grupos siempre que las instalaciones lo permitan, crear sistemas unidireccionales en los pasillos y accesos y abrir puertas y ventanas para ventilar.

Pese a la polémica inicial por el cierre de dos centros apenas unos días después de su reapertura, por ahora las clases avanzan con normalidad. En paralelo, se están preparando más recursos digitales para alumnos y docentes, por si toca volver al encierro. Con dos vertientes: comprar portátiles de trabajo para las plantillas y hacer que todos los alumnos tengan acceso barato a internet. Todos los colegios deberán tener acceso de banda ancha a la red, para lo que el Ejecutivo prevé una partida adicional de 500 millones de euros.

Francia: controles relajados

Francia empezó en primavera con miedo. La orden de volver al cole fue prematura para muchos padres y sindicatos y no se produjo un retorno completo, pero con los días el temor se relajó y, aunque el Gobierno de Emmanuel Macron decidió que la vuelta sería voluntaria, el 85% del alumnado acabó yendo a clase de nuevo.

Pasado el verano, también se han rebajado las medidas de entonces, que incluyeron mediciones de temperatura, movimientos escalonados, menos espacio y limitaciones de juegos compartidos. Desde el 1 de septiembre no será necesario respetar la distancia social de un metro decidida en abril, habrá menos límites a la hora de mezclar a los grupos -por ejemplo, en los patios de juego-, se podrán compartir libros, juguetes o microscopios, la mascarilla sólo será obligatoria para los adultos (si no pueden respetar el metro de separación) o en mayores de 11 años (en aulas, zonas comunes y espacios abiertos).

Ahora, eso sí, el retorno no es voluntario, sino obligatorio.

Portugal: más ojos, más inversión

Los centros de Portugal retomarán la actividad académica entre el 14 y el 17 de septiembre, unas fechas similares a las tradicionales en España. Según el Gobierno, la prioridad serán las aulas presenciales, aunque no se descarta un régimen mixto, con lecciones online, siempre que la pandemia dé tregua.

Entre sus planes de retorno destaca la contratación de 2.500 profesores extra para reforzar las materias del curso pasado y ayudar con el control de los grupos, una inversión en centros públicos que el Ejecutivo califica de “obligada y sensata”.

El uso de mascarilla será obligatorio en los alumnos de más de 10 años y se reorganizarán los horarios para evitar aglomeraciones y asegurar espacios amplios y ventilados, aunque el país arrastra un serio problema de ratio que hace complicadas las cuentas.

  Sophie Wilmes, la primera ministra belga, el pasado 26 de mayo en el Ateneo Rene Magritte Atheneum de Lessines.Photonews via Getty Images

El Gobierno belga, tras una discusión intensa, ha diseñado cuatro escenarios diferentes, por colores (verde, amarillo, naranja y rojo), en función de la evolución de la pandemia, que en las semanas finales de julio subió alarmantemente. En el mejor de los casos, desde el 1 de septiembre se permitirá la apertura presencial en todos los niveles, pero se comenzarán a establecer turnos para evitar aglomeraciones o impartir clases online a medida que empeore el escenario, como se teme que ocurrirá.

Infantil y Primaria tendrán clases presenciales los cinco días de la semana, mientras que en Secundaria hay varias opciones: apertura con normalidad, clases presenciales cuatro días a la semana o con un número limitado de alumnos con su mascarilla obligatoria y lecciones a distancia al 100%. Además, se crean los llamados grupos burbuja: se establecerán grupos reducidos, siempre formados por las mismas personas, para limitar el riesgo de contagio y facilitar su rastreo. Niños y docentes deberán permanecer juntos durante las horas lectivas, el recreo y la comida. Es lo que se lleva haciendo todo el verano a nivel familiar.

Italia destaca por algo que no han tenido en cuenta en muchos otros países: el impacto psicológico de la pandemia y el estado mental de los estudiantes y maestros a la hora de regresar tras una ausencia larga y dura. Habrá equipos especiales en las escuelas para atender situaciones de angustia o estrés.

Gobierno y sindicatos han redactado un protocolo para permitir una vuelta a las aulas con la máxima seguridad posible, que contempla que las entradas y salidas de los colegios serán distintas y se limitará el acceso a visitantes, como padres, abuelos, cuidadores...

Los profesores y alumnos que se hayan contagiado deberán presentar un certificado médico de que han superado la enfermedad, aunque hay dudas científicas sobre la inmunidad real. Además, los centros tendrán que asegurar la limpieza “diaria” y desinfección “periódica”, a la vez que se respetará en su interior la distancia de un metro. El uso de mascarilla será obligatorio para todo aquel que entre a las escuelas. A finales de este mes, el Gobierno decidirá si los alumnos deberán usarla también. Por ahora, se inclina a hacerlo a partir de los 10 años.

Reino Unido no sabe qué hacer. El debate en el país es intenso y las sensibilidades, muchas y enfrentadas. El primer ministro, Boris Johnson, ha dado la orden general de que se intente volver a las aulas lo antes posible. “Mantener las escuelas cerradas un segundo más de lo necesario es socialmente intolerable, económicamente insostenible y moralmente indefendible”, asegura.

Los estudiantes escoceses son los que tienen más claro el horizonte: han iniciado ya el regreso gradual a sus escuelas. En Irlanda del Norte, la reapertura será entre el 24 y el 1 de septiembre. En los dos primeros días del próximo mes tienen que abrir las de Inglaterra, y entre el 1 y el 14 de septiembre todas las de Gales.

Mantener las escuelas cerradas un segundo más de lo necesario es socialmente intolerable, económicamente insostenible y moralmente indefendible
Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido

Por ahora, los niños no tienen la obligación de llevar mascarilla o respetar la distancia física, lo que ha provocado preocupación entre el profesorado. Los sindicatos han elaborado una guía mucho más detallada para que sus miembros comprueben que se dan los pasos correctos, frente a las más vagas instrucciones del Ejecutivo. Si viene una segunda ola, el Gobierno prefiere tener cerrados los bares, los restaurantes y las tiendas no esenciales, pero abiertos los colegios.

De fondo, hay un problema añadido a la higiene o la distancia, y es que ha habido polémica con las notas de los chicos de secundaria, que han bajado de forma drástica y tendrán que ser revisadas para ver si es justo que accedan con esas calificaciones a la universidad.

Austria: test masivos

Los alumnos austríacos comenzarán el próximo curso el 7 de septiembre con la obligación de someterse a un test para conocer el estado de unos 15.000 alumnos y 1.200 profesores, que se hará cada tres semanas. Más allá de eso, cierta normalidad: clases presenciales y sin mascarillas, aunque será obligatorio su uso a la entrada y en los pasillos de los centros educativos cuando las autoridades sanitarias adviertan de un aumento de riesgo en la zona, según un llamado “sistema de semáforo”, con cuatro grados de alerta por colores, similar al belga.

Se recomienda ventilar las aulas cada 20 minutos, y por un mínimo de cinco minutos cada vez, y se suma una política de información y contención de grupos de alumnado que busca evitar un contacto demasiado amplio entre los estudiantes.

  La reina Máxima de los Países Bajos, el pasado 16 de junio, en un acto escolar en Puttershoek.Patrick van Katwijk/BSR Agency via Getty Images

Lo más laxos: Países Bajos, Polonia, República Checa y los nórdicos

Hay países que apuestan por intentar arrancar como siempre y, día a día, ver cómo funcionan las cosas. Es el caso de Países Bajos, donde las clases empezaron esta semana, a jornada completa, sin mascarillas ni distanciamiento en clase, en pleno repunte del coronavirus en un país que apenas ha tomado medidas de confinamiento ni control, y ante la denuncia de una ventilación precaria en unas aulas hechas para preservar el calor.

El Gobierno holandés no ha tomado ninguna medida radical para el comienzo de curso y ha instado a todos los colegios a consultar con expertos externos si se necesita ventilación adicional; mientras tanto, han de mantener las puertas y ventanas abiertas para que circule el aire evitando los ventiladores y aires acondicionados portátiles porque no enfrían el aire, sino que lo distribuyen.

Algo parecido a Polonia y República Checa, donde sólo se van a extremar las medidas de higiene, pero sin mascarillas ni distancia, salvo en casos excepcionales.

Mientras, Dinamarca y Noruega apuestan por normalizar la enseñanza, países donde las mascarillas, por ejemplo, no se piden más que en aeropuertos. En Suecia, que nunca cerró las escuelas ni en lo peor de la pandemia europea, mantiene la incógnita del regreso a la enseñanza presencial en institutos, pero se espera higiene y distancia como máximo. Todos tienen en común que no se exige ni se recomienda el uso de mascarilla en la escuela, utensilio que se ha empezado a emplear este mes en el transporte colectivo, pero que solo es obligatorio en Dinamarca e Islandia; en Suecia (el país con peores cifras de contagios y muertos en la región), ni siquiera se recomienda.

En Estados Unidos el debate es igualmente encendido. Especialmente llamativa ha sido la protesta de profesores en Nueva York, que se niegan a regresar mientras las aulas no sean “entornos seguros”. Los sindicatos sostienen que no debería haber ningún nuevo caso de coronavirus para volver, y deberían estar implementadas todas las medidas de seguridad, como los tests rápidos o un medio de transporte público seguro, algo que queda muy lejos del escenario actual.

Las primeras jornadas de vuelta, en algunos estados, están siendo desoladoras, con fotos que muestran multitudes de estudiantes mezclándose en los pasillos de las escuelas, sin máscaras faciales, lo que da a entender que la lección no está aprendida. El coste de mascarillas y de espacio, por ahora, está llevando a los estados a llegar tarde a la prevención.

Lo que recomienda la OMS

Naciones Unidas tiene claro que no es un debate sencillo, que donde hay muchos contagios toda precaución es poca y que hay que ser muy vigilantes. Pero, al menos, ha hecho un breve repaso a medidas “innovadoras” que, a su entender, son buenas para abordar el retorno a las aulas. Como indicó el pasado jueves Mike Ryan, hablar de test para los niños no es “esencial”, pero la distancia y la higiene sí que lo son. 

En concreto, aplaude medidas como que sólo parte de las lecciones sean presenciales y el resto, virtuales; que se ponga escolta a los niños de cada clase para que no se mezclen con los demás; que se escalonen las entradas y salidas a los centros, con marcadas en un sentido y en otro, y que también se hagan varias tandas de recreo en los patios; que se separen las mesas de trabajo tanto de alumnos como de docentes, en despachos o salas de profesores, bibliotecas y laboratorios; que se reduzca el número de profesores que van cada día a las instalaciones; que se instaure el lavado de manos periódico, varias veces en la jornada, con más puntos de agua en los centros; que se imponga la mascarilla cuando la distancia prudencial no se pueda garantizar, sobre todo entre los adultos, y que se extreme la vigilancia de los casos, con seguimientos y agenda actualizada por si hay que lanzar un aviso. 

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.