Qué ha ocurrido para que Portugal pase de ser un ejemplo a estar “al borde del colapso”
Austria y Alemania socorren al país mientras los pacientes son atendidos en filas de ambulancias, a la espera de que encuentren para ellos un sitio en el hospital.
Enero de 2021 ha sido, con diferencia, el peor mes para Portugal en lo que va de pandemia. Las imágenes de sanitarios atendiendo a pacientes covid en ambulancias por falta de profesionales y de camas en el mayor hospital de Lisboa daban una buena pista de lo que está sucediendo en el país vecino: el colapso hospitalario es una realidad.
El jueves pasado, el mismo día que Portugal marcaba récords de casos (16.432) y fallecimientos diarios (303) por coronavirus, el Gobierno luso anunció el cierre de su frontera con España durante dos semanas. El blindaje se hacía necesario ante la escalada de contagios, pero los hospitales ya estaban lo bastante saturados como para dar abasto.
Este lunes, Austria se ha ofrecido a recibir pacientes graves de covid desde Portugal, y Alemania ha anunciado que enviará material y personal sanitario para ayudar al país luso en esta crisis. España se ha comprometido a hacerlo “en la medida de sus posibilidades”. Mientras tanto, Portugal lucha por salir a flote en esta tercera ola que le ataca con saña.
Una “tormenta perfecta”
Lo que está viviendo Portugal es resultado de una “tormenta perfecta”, sostiene João Júlio Cerqueira, médico portugués especialista en Medicina del Trabajo y creador del Proyecto de Medicina Basada en la Evidencia (SCIMED). La relajación de las restricciones por Navidad, el retorno de portugueses residentes en otros países y la llegada de la variante británica del coronavirus han hecho su parte, y las consecuencias son visibles ahora. Incluso podría haber jugado en desventaja la falta de inmunidad entre su población, teniendo en cuenta que la primera y la segunda ola no les golpeó tan fuerte como a otros países, como España, donde se calcula que el 10% de la población ya ha pasado el virus.
Las autoridades lusas estiman que la cepa procedente de Inglaterra ya supone entre el 30% y el 50% de los casos de coronavirus que registra Portugal; sin embargo, Cerqueira considera que la causa de esta tercera ola desbocada no se encuentra sólo ahí, y probablemente habría que buscar su origen en las navidades. “Se habla mucho de la variante británica, pero no es posible explicar este tipo de incremento sólo con esa variable”, apunta el médico.
La Navidad en familia, un “regalo envenenado”
“Todos queríamos unas navidades ‘normales’. Todos queríamos estar con nuestra familia. El trato era implementar algunas restricciones antes de Navidad y controlar el número de infecciones para que pudiéramos tener un pequeño ‘regalo’, con la posibilidad de pasar esa época del año con nuestra familia”, explica Cerqueira a El HuffPost por correo electrónico. “Los restaurantes abrieron en Navidad, la gente pudo viajar entre regiones, no hubo restricciones de reuniones en las casas”, enumera. “Obviamente, ahora nadie piensa que esas medidas fueron suficientes. Eran un regalo envenenado que, por otro lado, todos queríamos”, afirma.
El Gobierno luso, por su parte, se escuda en que no contaba con la aparición de la cepa de Reino Unido. “Si hubiésemos tenido conocimiento a tiempo de la existencia de la variante británica, seguramente el marco de las medidas que se establecieron para Navidad habría sido diferente”, aseguró el primer ministro portugués, António Costa, hace unos días, al tiempo que reconocía que la gestión “está saliendo muy mal”.
Las palabras de Costa no han gustado ni convencido, pues la existencia de la variante británica se conocía antes de Navidad, y el 18 de diciembre Reino Unido ya publicó un informe en el que estimaba que la mutación podía ser hasta un 70% más transmisible.
El 20 de diciembre, Portugal anunció que sólo permitiría la llegada de vuelos de Reino Unido con ciudadanos portugueses o extranjeros con residencia en Portugal, y que todos ellos tendrían que adjuntar una prueba negativa de covid. Históricamente, Portugal ha sido y es un país emisor de migrantes, y a finales de año pudo convertirse en un coladero de virus.
A la cabeza de Europa (para mal)
Según el último informe del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), Portugal es actualmente el país con mayor tasa de incidencia y de fallecimientos en Europa, con más de 1.400 casos por 100.000 habitantes y más de 247 muertes por millón acumulados a 14 días. España, que no tiene una situación para nada envidiable, muestra según esos mismos datos una incidencia de 1.000 contagios por 100.000 y 83 defunciones por cada millón de habitantes.
En el siguiente gráfico se observan los casos nuevos diarios de covid, por cada millón de habitantes, confirmados en Portugal y en España. El segundo muestra lo mismo, pero en referencia a las muertes:
“El sistema sanitario está al borde del colapso”
Aparentemente, Portugal —del mismo modo que España— ya ha superado el pico de contagios. Pero eso no quiere decir que la situación en los hospitales haya mejorado. “El sistema sanitario está al borde del colapso”, constata Cerqueira. “Ya no puede asumir otra subida de casos”, advierte. “Las camas de UCI destinadas al covid están completas. Se ha pedido que se habiliten todas las camas disponibles en los hospitales, y nos hemos visto obligados a pedir ayuda a otros países europeos”, explica João Júlio Cerqueira.
“La gente se está muriendo por centenares, y el sistema ya no puede responder a otras enfermedades que no sean covid, lo cual lleva a un aumento de la mortalidad por otras causas”, lamenta el médico. “Hay demasiada incertidumbre. La cuestión no es que los casos bajen. La cuestión es que baje la ocupación de camas UCI. Y eso requiere más tiempo”, matiza.
“Estamos viviendo un momento inimaginable. Crítico. La situación sólo puede empeorar en los próximos días”, decía a EFE Anabela Oliveira, directora de urgencias del hospital Santa María de Lisboa. Su centro, el más importante del país, es aquel donde se han producido unas imágenes que esta semana han dado la vuelta al mundo. En ellas se veían a decenas de ambulancias esperando a que sus enfermos fueran atendidos.
“A día de hoy tenemos cerca de 60 pacientes en urgencias para ingresar. Los que están en ambulancias son pacientes que no conseguimos llevar a urgencias”, explica Oliveira. Los enfermos llegan a esperar hasta doce horas en el vehículo para que los profesionales les hagan triaje y determinen dónde pueden derivarlos. Mientras, los sanitarios que les acompañan hacen lo que pueden, les proporcionan oxígeno o simplemente conversan.
Alemania y Austria responden a la llamada de auxilio
Según los datos que recoge la agencia EFE, hay UCIs que operan al 90% de su capacidad, y los traslados entre centros y entre regiones se han convertido en algo habitual. El viernes, tres pacientes en estado crítico fueron llevados desde Lisboa a la isla portuguesa de Madeira, a casi dos horas, en un avión militar. Este ofrecimiento llegaba después de que un centenar de pacientes fuesen derivados del Amadora-Sintra, en la periferia de Lisboa, por una sobrecarga en la red de oxígeno.
Los refuerzos comienzan a llegar también desde exterior. Alemania ya ha confirmado que enviará a Portugal 27 sanitarios, además de respiradores y camas; y el canciller austriaco, Sebastian Kurz, ha anunciado que acogerá pacientes críticos procedentes del país ibérico. España, por el momento, ha dicho que también dará ayuda “en la medida de las posibilidades”.
Este lunes, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, reconoció que, aunque la intención de ayudar existe, España no está en una posición preferente para hacerlo en estos momentos. “La posibilidad se tiene que dejar abierta”, afirmó Simón en rueda de prensa. “Pero lo cierto es que, ahora mismo, España no está en muy buena situación para ofrecer camas de UCI. Cuando lo esté, la opción está ahí y es razonable. Es lógico que si se puede, se haga, pero ahora mismo España está en una situación complicada”, dijo.
El médico portugués João Júlio Cerqueira admite que “la ayuda siempre es bienvenida”. “Pero dudo que sea suficiente”, lamenta. “Tendremos que estar preparados para lo peor y esperar que venga lo mejor. Por desgracia, nos hemos visto golpeados por las peores consecuencias. Así que, ahora, espero que los políticos se preparen para ello”.