¿Qué fue de Sendero Luminoso?
Hablar de Sendero Luminoso es hacer referencia a una de las guerrillas más virulentas de América Latina y a un protagonista nuclear de un conflicto como el peruano, el cual se saldó con más de 69.000 víctimas mortales, tal y como recoge la Comisión de la Verdad y Reconciliación en su informe de 2003. Y es que Sendero fue una guerrilla que puso en jaque al Gobierno peruano en la década de los ochenta y que solo fue superada una vez que en septiembre de 1992 fue capturado su líder mesiánico, Abimael Guzmán, alias "Camarada Gonzalo". Eso sí, en medio de una democracia desdibujada, patrimonializada bajo la figura autoritaria de Alberto Fujimori y con todo tipo de excesos que fueron desde una guerra sucia hasta un golpe de Estado.
Sin embargo, ¿qué fue de Sendero Luminoso? ¿Qué ha sido de aquella guerrilla maoísta que aparecía en la palestra mediática peruana en mayo de 1980 quemando una urna electoral en un pueblo ayacuchano el mismo día que se reinstauraba la democracia tras década y media de dictaduras militares? ¿Dónde quedó aquella guerrilla que reivindicaba la "humilde dinamita como el arma del pueblo"?
Lo cierto es que fuera de Perú, Sendero Luminoso es una suerte de guerrilla del pasado y que – a excepción de las FARC y el ELN en Colombia – se presume como uno de los últimos reductos de las guerrillas latinoamericanas surgidas de la Guerra Fría. Empero, en algunas de las regiones más abandonadas de Perú todavía es posible encontrar proclamas y panfletos que reivindican su acción armada. Y esto, porque hoy en día, más de dos décadas después de que su fundador y líder, Abimael Guzmán fuera capturado, es posible identificar hasta tres reductos de Sendero Luminoso.
Un primer reducto y durante la década pasada, erigido como el continuador de la lucha del "Camarada Gonzalo", se encuentra al norte del país, en la región de Huallaga, aprovechando una condición rural, cocalera y marginada que ha permitido la narcotización de un pequeño grupúsculo post-senderista conocido como "Proseguir". Una facción esta que si bien, en sus inicios, bajo el "Camarada Artemio" – sucesor de Guzmán, tildó de traidora la posición de éste de invitar a cesar las armas tras su captura, en la actualidad se encuentra activa, pero fuertemente debilitada por los continuos golpes que ha recibido por parte de la Fuerza Pública peruana en los últimos cinco años.
Un segundo heredero de Sendero, más notorio que el anterior, responde a la facción que igualmente reivindica las siglas senderistas en lo que se conoce como el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro, al sur del país, donde se erige la región cocalera por antonomasia y se concentran casi la mitad de las 40.000Ha cultivadas que Naciones Unidas ha identificado en Perú. En esta región del país, como en la anterior, se imbrica una condición periférica, con una marcada impronta cocalera y un profundo abandono institucional, lo cual funge como perfecto trinomio para que grupos armados construyan comunidades de legitimación y áreas de influencia. Esta facción, de unos 350 combatientes, rechaza a la anterior y a la figura de Guzmán igualmente, y se ha erigido, en algunos municipios, como el actor local más influyente, aprovechando un relato frente a condiciones de exclusión social, económica y política que continúan irresolutas en uno de los enclaves que, también en los ochenta, tuvo mayor arraigo de Sendero Luminoso. De hecho, en el último año ha habido más de una decena de acciones y veinte muertos.
La tercera expresión de Sendero Luminoso no es armada sino política, aunque se encuentra igualmente denostada por la mayoría de la sociedad civil peruana, cuyo imaginario asocia a Sendero Luminoso a los peores momentos de la historia reciente del país. Se trataría del Movimiento por la Amnistía de los Derechos Fundamentales – MOVADEF, el cual surge a iniciativa del propio Guzmán y aboga por el abandono de la lucha armada en favor de una estricta reivindicación política y de liberación de los presos senderistas.
Sin embargo, las dos primeras y la tercera muestran que, a pesar de los avances en Perú, quedan cuestiones por resolver que el país tiene que abordar a efectos de poder pasar página definitiva en cuanto a la historia reciente de su conflicto interno. En primer lugar, porque el Estado debe poner fin a los grupos criminales, herederos de Sendero, que, completamente cartelizados, siguen encontrando réditos y lógicas de supervivencia gracias a la débil institucionalidad del Estado en algunas regiones además de la ausencia de incentivos al cultivo ilícito y el profundo déficit de gobernabilidad local.
Por otro lado, y en el plano político, en la línea de lo que plantea el autor José Carlos Agüero en su obra Rendidos, más allá de que MOVADEF resulte una expresión política denostada o no por la mayoría de la sociedad peruana, lo cierto es que el país necesita abordar algunos temas que no han sido mantenidos por los diferentes Ejecutivos tras la labor de reconstrucción realizada por la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Es decir, Perú tendría la verdad de lo sucedido bajo los años de conflicto, pero, aun con todo, asuntos como el perdón, las víctimas, la inocencia o la reconciliación no han sido lo suficientemente abordados ni resueltos con el diálogo social. Y ya se sabe, para pasar página en la Historia, antes resulta imprescindible el tener que leerla con la profundidad que amerita.